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Contrato de Amor

Capítulo 2 Tómalo o déjalo

Palabras:4217    |    Actualizado en: 25/03/2023

aparato sobre la mesita de luz y se quitó las sábanas de encima, mientras el asistente personal del teléfono empezaba a reproducir datos importantes: estado del clima y t

entador del canal de noticias favorito de Victoria, aquél que no estaba censurado por el gobierno de turno, empezó a brindarle información más detallada de cómo había amanecido la ciudad. Aunque los datos de los estados de los subterrá

bre su rodilla y pedirle casamiento, algo que ella aceptó sin titubear, y un año después, se había casado, muy enamorada y con el novio que había tenido desde los catorce años, con el que había compartido viajes por el mundo, momentos felices y dos hermosos hijos: Antonio y Geraldine. Pero la felicidad también tenía una fecha de vencimiento, pues debido a los embarazos, el estrés, la alta carga horaria y laboral que tenía sobre sus hombros, al haber heredado el estudio jurídico de su padre, y las discusiones con sus hijos, que ya eran adolescentes, Victoria había dejado de ser la muchacha d

isas, blusas, faldas, pantalones, ¡incluidos sus zapatos! Pues su

globo al que habían inflado hasta su límite y luego desinflado. Su vientre prominente, sus brazos regordetes y piernas carnosas parecían haberle prometido no abandonarla nunca, pero Enrique

tar la grotesca imagen de su esposa usando lencería de encaje para cuando ésta deseaba amor. Empezó a tomar guardias nocturnas y aceptar más y más trabajo, incluido su desempeño como profesor en la Facultad de Medicina; ejemplo que siguió su esposa trabajando todo el día en su buffet de abogados, aceptando casos y clientes. El arduo trabajo del matrimonio rindió sus frutos económicos y pudieron comprar un apartamento en Miami, uno en Recoleta y el apartamento en Nordelta, que rápidamente rentaron a turistas. Los ca

lorando por la falta de amor que sentía y la soledad a la que era sometida por su esposo. Le gritó que él ya no era el hombre dulce y cariñoso con el que se había casado, que ya no lo reconocía y que extrañaba a su marido. Sus palabras fu

iempre y cuando Enrique la apoyara. Enrique vio en ella el claro deseo y la firme convicción de mejorar y volver a ser lo que él tanto añoraba, de modo que le aseguró permanecer a su lado

mientras Enrique degustaba su paladar y ojos con la mejor pasta y hermosas mujeres, Victoria debía conformarse con una ensalada y carne blanca. No fueron pocas las ocasiones d

trabajo como médico. Nuevamente los encuentros amorosos se redujeron, la pasión se apagó y la soledad ocupó el l

a amar a una

aya delincuentes en casa. Tomó la maza que usaba la cocinera para hacer milanesas, y se preparó para abrirle la cabeza de un golpe al malnacido que esté en su hogar. Pero cuando abrió la puerta de su habitación no encontró a un ladrón, sino a su esposo que se estaba vistiendo apresuradamente, sudoroso y rojo. A Victoria le bastó dos segundos entender la situación y otros tres más en encontrar el motivo: estaba en el vestidor, poniéndose la ropa tan apresuradamente como su marido y con un evidente estado de nerviosismo en el cuerpo.

lusiva, y se instalaron definitivamente en el apartamento con su padre y su nueva esposa. Así que ahora Victoria vivía completamente sola, en ese enorme apartamento. La mujer apartó los recuerdos

erró dando dos giros, llamó al elevador y descendió hasta el lobby de entrada; en la calle Martín ya estaba esperándola, conduciendo el automóvil de alta gama que servía para llevar y traer a la señora del hogar a su oficina y viceversa. Esa era su rutina: apenas sí salía para hacer alguna compra esporádica o cuando tenía cita c

tín a su empleadora cuando esta

s ahogados de su jefa en ese auto y en el anterior, había tenido que bajar a la farmacia a comprarle pañuelos descartables, maquillaje y calmantes para ayudarla

llero de casi cuarenta años—. ¿Necesita que haga alguna

baba sobre sí mismo, estrujando sus cejas castañas prolijamente depiladas. Al parecer, alguno de los correos que había leído con sus bellos ojos verdes tenía noticias no tan alentadoras. Sus labios carnoso

o en rojo para poder

Victoria levantó la vista de su teléfono y lo miró, indicando que pod

omplicada, Martín. Mañana tengo varias reuniones y la función de Madame Butterfl

mañana es el cumpleaños de mi hija

bia totalmen

i no fuese por eso usted sabe

falta que me expliques más nada. Este puede ser el último cumpleaños de Delfina

nductor se llen

llegaron a la oficina, Martín estacionó el automóvil y descendió de él con prisa para abrirle la puerta a su jefa. La acompañó todo el t

nos días —la salu

Premiaba el esfuerzo de la gente a la que tenía a cargo, se había aprendido los cumpleaños de todos y cada uno, incluidos los pasantes, y les regalaba el día. En la fecha del Día de la Mujer, a cada empleada le permitía irse temprano, y para el Día del Hombre todo el personal masc

sis en las reuniones de los casos más importantes, los llamados telefónicos y los c

citados a los… aspirantes para

guntó Victoria, dejando su cartera en su

ba, uno por uno, las características de cada aspirante—. ¿Está s

ia y tomó sus lentes ojo de gato para ver mejor a causa de

tió Lourdes y se r

toria lo observó a través de sus lentes—. ¿Está segura d

cubrir —le sonrió con pena—. Además ya muc

guna moles

aspirante, un hombre de unos tre

a el trabajo, todos alegaban diciendo que no podrían cumplir con esos requerimientos, amparándose en que tenían familia, o que ese no era el “trabajo de un hombre”. En las dos horas que duró esa procesión, Victoria pensó seriamente en decirle a Mar

guntó Victoria, ret

avergonzada su empleada—, hay un

oj de pulsera antes de responde

tó estupefacta—. ¿No l

ndé, y ahí dice clarito que el horario de las ent

ntó Victoria. La muchacha suspiró, pese a que sabía qu

ctoria levantó una ceja, incapaz de cr

a, rascándose una ceja—.

rario… Vino tarde, eso no habla

ciones de rechazarle una entrevist

irante, acomodó su pantalón pallazo, alisándolo con las manos, y observó como su secretari

rdenó Lourd

de su jefa, dejándola a solas con el muchacho. Victoria le alcanzó su mano para estrecharla a modo de saludo, mano que

scritorio y observó el mensaje que Lourdes le había mandado a través del servicio de

tora —inició el joven, pe

jo sonriendo—. Veo que tenés un

con lo que tiene —sonri

Física hasta el primer año… —leyó Victoria. Daniel s

mi mamá en la casa —respondió. La

inmediatamente reformuló su pregu

algo personal… —

s dedos y posó las ma

te en qué consi

y tomar llamados… —rio Daniel, pero

s publicaron el anuncio como un puesto en un estudio jurídico. Pero el verdadero trabajo

eguntó Daniel

ine, o a cenar, vos estarías conmigo. No tendrías que pagar absolutamente nada: ni el traslado o la comida, o el entretenimiento, que pudiésemos consumir. Solamente tendrías que acompañarme, sentarte

usurró

de lado a lado de su interlocutor fue toda la respuesta que recibió—. Eso

le rogó el muchacho—. Y

sueldo que le corresponde a un secretario jurídico recién ingresado, obra social, seguro de sepelio, de accidente de riesgos del trabajo, ante papeles todo normal, como si fue

ría? —qui

la primera entrevista, pero no pensés que me vas a dejar plantada, esperando, dos horas en el restaurante o en una fiesta. Mi plazo máximo de tolera

na decisión mía —s

endo trabajitos para juntar la plata para vivir —masculló con firmeza Victoria—. Si decidís aceptar el trabajo vas a tener que rendirme cuentas de

ían esos? —quiso saber

ro, ropa de marca, entradas VIP par

comprar con el sueld

retario jurídico, y dudo que un secretario jurídico pueda pagar el acceso

o sab

go unos empleado

invasión a l

alidad y tu responsabilidad de estudiar. Sólo me queda decirte que v

y a corta

yamos a un evento formal. El nivel que yo te pido es pulcr

N

co del cine. Y te va a dar una idea

más,

creativas o deportivas, sociales, culturales, todo lo que, de

i grupo de amigos d

ormativos, y para que mis asistentes organic

sería mi sueld

alador adhesivo indicando el monto que Daniel iba a

y coger con usted de vez en cuando? —pr

erca de relaciones

er

boy, ni un prostituto, ni nada. Para ser más específica: entre nosotros no va

intió con

guna

nde

las rúbricas del muchacho. Cuando éste dejó la

. Buscá a Lourdes y ella llamará a Martin

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1 Capítulo 1 Amor clasificado2 Capítulo 2 Tómalo o déjalo3 Capítulo 3 En la ciudad de la furia4 Capítulo 4 Corazón frio5 Capítulo 5 Sombra de ti6 Capítulo 6 Tormenta eléctrica7 Capítulo 7 No empieces ahora8 Capítulo 8 Romeo y Julieta9 Capítulo 9 Corazón inquietante10 Capítulo 10 El gran farsante11 Capítulo 11 Cuando seas grande12 Capítulo 12 ¡Ups! Lo hice otra vez13 Capítulo 13 La canción de cuna de Broadway14 Capítulo 14 Estado mental del imperio15 Capítulo 15 La isla bonita 16 Capítulo 16 Chico de Nueva York17 Capítulo 17 Qué sentimiento18 Capítulo 18 ¿Has conocido a la señorita Jones 19 Capítulo 19 Traje y corbata20 Capítulo 20 La dama de rojo21 Capítulo 21 La forma en la que te ves esta noche22 Capítulo 22 Quiero bailar con alguien23 Capítulo 23 Bailando a la luz de la luna24 Capítulo 24 No te detengas hasta que tengas suficiente25 Capítulo 25 Te llevo bajo mi piel26 Capítulo 26 Magia veneno27 Capítulo 27 No le des chance al odio28 Capítulo 28 Un osito de peluche de Taiwan29 Capítulo 29 Lo siento30 Capítulo 30 Venus31 Capítulo 31 Bella señora32 Capítulo 32 Hermosa, sucia, rica33 Capítulo 33 Mujer de fuego34 Capítulo 34 Se dice de mí35 Capítulo 35 La mirada36 Capítulo 36 El baile de los pobres37 Capítulo 37 Una cerveza38 Capítulo 38 No me arrepiento de este amor39 Capítulo 39 La bomba loca40 Capítulo 40 Asado y fernet41 Capítulo 41 Uno de nosotros42 Capítulo 42 Cada vez que te veo43 Capítulo 43 Flaca44 Capítulo 44 Historia de amor45 Capítulo 45 Amémonos46 Capítulo 46 Bailando en las veredas47 Capítulo 47 Lollipop48 Capítulo 48 Eternamente49 Capítulo 49 Pies descalzos, sueños blancos50 Capítulo 50 Tú si sabes quererme51 Capítulo 51 Me haces tanto bien52 Capítulo 52 Vol. 5353 Capítulo 53 Loba54 Capítulo 54 No te pertenezco55 Capítulo 55 Gracias, siguiente56 Capítulo 56 Mujer libre57 Capítulo 57 Me vuelvo loco por vos58 Capítulo 58 Volarte la cabeza59 Capítulo 59 Talismán60 Capítulo 60 Amárrame61 Capítulo 61 El amor después del amor62 Capítulo 62 Vacación63 Capítulo 63 Del mar64 Capítulo 64 Gordita65 Capítulo 65 Acuarela de Brasil66 Capítulo 66 El canto de la ciudad67 Capítulo 67 Hacerlo sabroso68 Capítulo 68 Deseo ardiente69 Capítulo 69 Mujer peligrosa70 Capítulo 70 Ámame fuerte71 Capítulo 71 El fuego conoce a la gasolina72 Capítulo 72 Carnaval toda la vida73 Capítulo 73 Si la amas74 Capítulo 74 No mientas75 Capítulo 75 Piedad76 Capítulo 76 Corriendo hacia la colina77 Capítulo 77 El mareo78 Capítulo 78 Tú79 Capítulo 79 Las chicas grandes lloran80 Capítulo 80 Imparable81 Capítulo 81 Chau-chau-chau82 Capítulo 82 Debió de haber sido amor83 Capítulo 83 Sin rumbo84 Capítulo 84 Corazón elástico85 Capítulo 85 Lo echamos a suertes86 Capítulo 86 Perdido87 Capítulo 87 Romper mi corazón88 Capítulo 88 Genial89 Capítulo 89 Rio de luna90 Capítulo 90 Después del anochecer91 Capítulo 91 Atado a un sentimiento92 Capítulo 92 Tómame93 Capítulo 93 ¿Qué tiene que ver el amor en eso 94 Capítulo 94 Las de la intuición95 Capítulo 95 Lunes azul96 Capítulo 96 Sal de tu propio camino97 Capítulo 97 Exprésate98 Capítulo 98 Soy cada mujer99 Capítulo 99 Sobreviviente Sobreviviré100 Capítulo 100 Titanio