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Mía Bambola. Nadie Robara tu Amor

Capítulo 5 CINCO

Palabras:1893    |    Actualizado en: 04/06/2021

o curiosidad por el resultado de la reunión de la noche anterior, pero ese día mi mente estaba ocupada por un asunto más apremiante. Salude a mi padre, me senté y de inmediato puse en práctica

a Vermont, y menos aún a Bensonhurst, con las corrientes de aire de sus dormitorios de piedra, su rígida reputación y sus normas. Por supuesto, como en el pasado, el colegio no carecía de plazas libres, y era difícil que se arriesgaran a ofender a su padre. Un día de la cuarta semana de espera llego una carta de Bensonhurst, Merodee ansiosamente en torno de la silla de mi padre, mientras este abría el sobre y leía el contenido. —Aquí dice — desveló por fin Philip — que le otorga a la señorita Pontini la única beca de la escuela, basándose en sus magníficas notas y en la recomendación de la familia White. Di un respingo de alegría que mereció la desaprobación de mi padre con una mirada de reproche. Philip prosiguió. —La beca cubre la matrícula, la comida y el alojamiento. Ella tendrá que pagarse el viaje a Vermont y los gastos personales. Me mordí un labio. No había pensado en el costo del viaje a Vermont ni en los gastos personales, pero enseguida me dije, casi con certeza que se me ocurriría una solución a este nuevo problema. Quizás lograría convencer a mi padre de que hiciéramos el viaje juntos en automóvil, en cuyo caso Lisa podría acompañarnos. Al día siguiente llevé al colegio los folletos de Bensonhurst y la carta en que se anunciaba la concesión de la beca. El día se me hizo interminable, pero por fin me vi sentada a la mesa de los Pontini. La madre de Lisa no paraba de entrar y salir de la cocina, ofreciéndole pastelitos italianos tan ligeros como el aire y cannoli casero. —Estás demasiado flaca, igual que Lisa — dijo la señora Pontini, y obedientemente mordisqueé un dulce, al tiempo que abría mi bolsa de la escuela y sacaba los folletos de Bensonhurst, que desparramó sobre la mesa. Resultaba un poco torpe en mi papel de filántropa. Me excitó hablando de Bensonhurst y Vermont, del placer de viajar... Después declaré que a Lisa se le había concedido una beca en Bensonhurst. Se produjo un silencio total, mientras la señora Pontini y Lisa asimilaban mis últimas palabras. De pronto, Lisa se puso de pie. —¿Qué soy yo? — exclamó furiosa—. ¿Tu última obra de caridad? ¿Quién diablos crees que eres? Salió corriendo por la puerta trasera y la seguí. —Lisa, solo quería ayudar. —¿Ayudar? — me espetó Lisa, enfrentándome—. ¿Qué te hace pensar que me gustaría ir a un colegio con un puñado de ricos, esnobs como tú, que me considerarían un caso de caridad? Puedo imaginarlo... una escuela llena de zorras mimadas, que se quejan de tener que arreglárselas con los mil dólares mensuales para gastos que sus padres les mandan... —Nadie sabría que estás becada, a menos que tú misma lo dijeras... — empecé, pero enseguida me detuve, a la vez herida e irritada—. No sabía que me considerabas una «rica esnob» o una «zorra mimada». —Lo que hay que oír. Ni siquiera puedes pronunciar la palabra zorra sin atragantarte. Eres tan asquerosamente remilgada, tan superior... —Lisa, tú eres la esnob, no yo — interrumpí con voz serena y cansina—. Todo lo ves a través del dinero. Y no tienes que preocuparte de no encajar en Bensonhurst. Soy yo, no tú, la que parece no encajar en ninguna parte. — Pronuncie aquellas palabras con tal dignidad que mi padre se habría sentido enormemente complacido. Después me volví y me marché. Fenwick la esperaba frente a la casa de los Pontini, y me hundí en el asiento trasero del coche. Me dije que había algo raro en ell

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