icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Mía Bambola. Nadie Robara tu Amor

Capítulo 2 DOS

Palabras:1875    |    Actualizado en: 04/06/2021

salido de compras la semana anterior, el vestido de terciopelo me había parecido de un brillo resplandeciente. Esa noche, en cambio, el te

Lisa entró en el dormitorio. Miraba a todas partes como si de pronto se encontrara en otro planeta. —Intenté llamarte — se excusó—, pero tu teléfono celular estuvo apagado durante la última hora, de modo que decidí arriesgarme y venir. — Hizo una pausa y se volvió, escrutándolo todo—. ¿Quién es el dueño de este montón de piedras? En cualquier otra ocasión tan irreverente descripción de su casa me hubiera hecho reír, pero ahora solo pude contestar con un tenso murmullo: —Mi padre. El rostro de Lisa se endureció. —Lo imaginé cuando el hombre que me abrió la puerta se refirió a ti como «la señorita Lisset » con el mismo tono de voz que el padre Vickers emplea para decir «la santa Virgen María». — Giró sobre sus talones y se dirigió a la puerta. —¡Lisa, espera! — imploré desesperada. —Ya te has divertido a mi costa. De veras que este ha sido un gran día — añadió sarcásticamente, volviéndose—. Primero Mario me saca de paseo con el coche e intenta quitarme la ropa. Y cuando voy a casa de mi «amiga», me encuentro con que se ha estado riendo de mí. —¡No, eso no es cierto! — exclamé temblorosa—. Te hice creer que Fenwick, nuestro chófer, era mi padre solo por miedo a que la verdad se interpusiera entre las dos. —Oh, claro — replicó Lisa con sarcástica incredulidad—. Pobre niña rica, deseando desesperadamente hacerse amiga de la insignificante chica pobre que soy yo. Apuesto a que tú y tus ricos amigos os habéis reído a carcajadas de mi madre porque te ha rogado que vengas a compartir nuestros espaguetis y... —¡Cállate! — la interrumpí.—. ¡No entiendes nada! Me gustan tus padres, quería ser tu amiga. Tú tienes hermanos y hermanas, tías y tíos, y todas las cosas que yo siempre he deseado tener. ¿Crees que porque vivo en esta estúpida casa todo es maravilloso? ¡Mira cómo te ha cambiado! Una sola mirada y ya no quieres saber nada de mí, y así ha sido siempre en la escuela desde el primer día. Y para tu información — concluí—,te diré que adoro los espaguetis. ¡Adoro las casas como la tuya, donde la gente se ríe y grita...! Me interrumpió al ver que la ira daba paso al sarcasmo en el rostro de Lisa. —Te gusta el ruido ¿es eso? —Supongo que sí — contesté, sonriendo con desánimo. —¿Y qué hay de tus amigos ricos? —En realidad, no tengo ninguno. Quiero decir que conozco a gente de mi edad a la que veo de vez en cuando, pero todos van a los mismos colegios y han sido amigos durante años. Para ellos soy una intrusa. Una rareza. —¿Por qué te envía tu padre a Saint Stephen? —Cree que ahí te forman el carácter. Su hermana y mi abuela fueron a ese colegio. —Tu padre parece un tipo extraño. —Supongo que lo es. Pero sus intenciones son buenas. Lisa se encogió de hombros y comentó con tono afable: —En tal caso, se parece mucho a la mayoría de los padres. Era una pequeña concesión, una sutil sugerencia de que ambas tenían algo en común. Luego se produjo un silencio. Separadas por mi lecho con dosel de estilo Luis XIV y por un enorme abismo social, dos inteligentísimas adolescentes reconocíamos las múltiples diferencias que nos separaban, mirándose con una mezcla de esperanza y cautela. —Supongo que será mejor que me vaya — dijo Lisa. Mire con desolación el bolso de nailon que Lisa había traído con su ropa. Era obvio que venía dispuesta a pasar la noche. Levante la mano en un gesto mudo de súplica, luego la dejó caer, consciente de que era inútil. —Yo tam

Obtenga su bonus en la App

Abrir