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La prometida que robó mi riñón

Capítulo 2 

Palabras:1027    |    Actualizado en: Hoy, a las 17:36

ta de Daniel

mo la neblina matutina sobre la Presa de la Boca. Luego todo volvió de golpe: las luces brillantes del quirófano, los ojos amables de

a. Podía sentirlo en la energía de alivio que zumbaba justo afuera de mi habita

ado nuestro

ba un traje sastre azul marino, impecable, con el pelo recogido tan apretado que parecía estirar la piel alrededor de su

ie a los pies de mi cama, con el bols

z plana. "El riñón está funcionando perfec

. Intenté incorporarme, pero el tirón de los puntos e

jo ella.

l silencio cómodo de dos personas enamoradas. Era el s

i, por tu familia", dije, tratando de llenar el v

ón de Dian

eso,

re se m

tes, precisas y totalmente desprovistas de emoción. Cayeron

que era una alucinación cru

¿Te golpeaste la cabeza?

lentamente con la ca

ado no era nada comparado con el peso aplastante que de repente presionaba

ilia estará eternamente agradecida. Cubriremos todos tus gastos médicos, por

e dan su liquidación, no el hombre con el que se suponía que pasaría su vida. No el hombre

n que me había hecho las pruebas sin mi conocimiento. La forma en

oz t

¿verdad? Conseguir el riñón

la mirada, fijándola en el

fuera así. Pero l

uebrada. "¿Qué pudo haber cambiado

os ojos, y la frialdad

io reg

su madre siempre dijo que debería haber sido su esposo. El que manejaba un Porsch

zándose por primera vez, pero no por mí. "Fue tan comprensivo, tan fuerte. Me

rganta. "¿Alguien que pueda comprarte cosas?

diste a mi padre una segunda oportunidad en la vida. Eso es más que suficien

anda sonora frenética para mi mundo que se hacía añicos. Había sido una herramienta. Un medio para un fin. M

tiles. El amor que sentía por ella se estaba conv

asgando mi garganta irritada. "¿Me usas, tomas u

ortante de nuevo. "Eres un buen hombre, Dani. Estar

nco y nítido en l

i padre. Un a

vuelta p

llamé, con

la puerta, de

palabras sintiéndose c

mi costado y el aún más grande que acababa de abrir en mi vida. El pitido constante del mon

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