¿POR QUÉ TE CASASTE CON ÉL?
ue por dentro sintiera intacto todos esos sentimientos por él; tan genuina
ue la esperaba con un clima no tan templado esa mañana. Ella, de no estar pensand
hacia su automóvil aparcado,
zar, sintió un leve olor a cigarrillo y pudo allí ahora, al lado de su carro, saber que provenía de es
e automóvil. Quien sucumbía al vicio debía haber arrojado ya la colilla y montado en el
dando que su esposo le advirtió que le colocar
resión. Las cosas entre su marido y ella se espesaba, y a
mió por ella, por ser descubierta, que alguien pudiera reconocer que ella en el pasado era una agente de inteligencia internacional. Tales pensamientos y miedo
e aquí. -Miró el edificio, hacia arriba, buscando de alguna man
cendió el mot
estaba emplazado en el piso más alto, por lo que
ra, pudo verla detenida en la a
a mujer que acaba de deshilachar su día, trayendo recuerdos
tenerse bajo perfil, la sencillez la enmarcan como una mujer sin deseos de mostrarse ante nadie, menos alardear lo que tenía. Ahora verla tan distin
es la vida que siempre quisiste
recejo, Jaya
auto de la acera, pero eso no pasó por lo qu
gran camioneta negra ubicada en la esquina que ella antes veía. Molesto
l retrovisor central. Allí estaba el mis
preparándose para aplicar alguna de sus viejas maniobras de veloci
giro a la izquierda, perdiéndose rápidamente entre
jeron al enterarse que la esposa del jef
va a matar, ¡
de vista ante esos sujetos para dar un mensaje a su esposo de cierta rebeldía, así como
ngiendo ser otra y haber alcanzado algunos objetivos de su plan, le
No sacrifiqué mi vida pa
io perfecto para aparcar de nuevo, pero
scendió. Ella
erta -exigi
miró extrañada, una sonrisa
ya hacia el asiento
haré. ¿Se te ol
que debía ser el fumador de
a y lentes de sol, sacó su móvil
ra Maniyor no q
z, Jaya pudo oír la
ahora su chofer, que no se resist
ios turbios que descubrió allí en la ciudad londinense luego de que él, dejándola a ella en Azerbayán, lugar donde el matrimonio vivía, le generara a ella sospechas de eng
sos hombres al suelo, dispararles y quebrantar los cimientos perversos de su marido allí mismo, pero no podía, debía seguir fingiendo que