Él la amaba, no a su esposa
a P
a de almohadas mullidas, estaba Bela. Tenía un pequeño vendaje decorativo en la frente y estaba viendo una película e
yacía sangrando y rota en el suelo. S
te dulce, mi amor?", preguntó,
e algo más. Quiero esa sopa especial de nido de golo
nte posándose en mí. No había preocupació
jo, su voz plana.
cho que sus hombres me sacaran de una mesa de operaciones, a una mujer con c
dejaran por muerta en la subasta, y ahora esto- tod
durante cinco largos años de sufrimi
do y gutural arrancado de las profu
or que recorría mi cuerpo. Lágrimas de
osa legal! ¡Tengo las costillas rotas, mi pierna está fracturada! ¡Estaba a
rasguño! ¡Y la tratas como a una reina mientras a mí me
mi bata de hospital estaba rota y mi dignidad estaba hecha j
la curiosidad distante de un c
e tapó los oídos. "Damián, es tan rui
. Le acarició el pelo, su expresión suavizándose
os ahora glaciales. "¿Te e
recuerdo del accidente de coche, de la fría advertencia de su a
se había hecho polvo, de alguna manera logró romperse de nuevo. La
o. "La junta exige una explicación por la cancelación
us ojos todavía fijos en mí. Luego
lmacén frigorífico del sótano. Déjenla q
aldas se movi
la cabeza con incredulid
la habitación. El dolor era insoportable, pero la fría finali
a. El frío fue inmediato y brutal. Se filtró a través de mi delgada bata, mordiendo mi piel. Mis dientes castañ
a dejar que me conge
e no sabía que poseía, se abrió paso a través de mi o
mi voz ronca. "¡Está bien! ¡Lo haré! ¡Hindustrial del hospital. Mi cuerpo estaba entumecido, te
e, mis costillas rotas gritando en protesta. Mis manos temblaban tanto q
eso a la habitación de Bela, lleva
vos moretones, ni la sangre que había comenzado a f
espectivo. Hizo un gesto a los gua
ntí la última lágrima que derramaría por
entras la anestesia comenzaba a sumir
iviría
ejaría que me vol
amor, la esperanza,
er