Su fría venganza, un amor oculto
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Carranza. El día que mi familia se declaró en bancarrota, él se c
jo con una frialdad que helaba los
amante de tiempo completo. Tenía que servirle a él y a su nueva y perfecta novia, Astrid, en el
or", Astrid, estaba conspirando en secreto con su hermano, Caden
de salvarlo de un chantaje. Acepté, dispuesta a sacrificarme para liberarlo. Jamás imaginé que este e
ítu
ista de Ca
nco días, convertí su vida en un infierno. En el día mil noventa y seis,
hapultepec. Ni siquiera tuvo la decencia de llevarme a su nueva y enorme oficina. Simplemente se quedó ahí, de pie, flanqueado por abo
como la piedra pulida entre nosotros-. Mi verdad
ron un golpe que me dejó sin aliento
r. Todo comenzó en una fiesta de fraternidad durante nuestro último año en el Tec de Monterrey. Yo era la reina de la escena socialité de la Ciudad de México, la her
an. Kael era su sombra, un introvertido estudioso que pasaba más tiempo en la biblioteca que en las fiestas. Pero
ones del dormitorio de Kael Carranza, con aspecto desaliñado y arruinado. La reputación de mi fa
oraba la percepción por enc
ando de rabia en su oficina con paneles de caoba
za con los Ferrer. Mi padre expuso los términos con una claridad brutal. Un matrimonio, sí, pero con el acuerdo prenupcial más estricto que sus abogados pudieran
l, sin embargo, fue otra historia. Se quedó allí, en silencio e inmóvil, sus ojos oscuros fijos en mí. No pude leer su ex
emonia discreta en el Regist
ener. La vida con Caden. La vida de una princesa celebrada, no de un
fiestas donde mis amigos se burlaban abiertamente
mila -susurraban, lo suficiente
torcedura fría y vi
, él era menos que un sirviente. Dormía en un catre a l
-decía mi padre en la ce
ba en silencio
ba mi madre con un suspiro, picoteando su ens
nte absorbía los insultos, su rostro
ldo de una boutique de diseñador en Masaryk, echando humos. De repente, él estaba allí, sost
paraguas-. Siguiéndome como un perro p
a empapada y el pelo oscuro pegado a la frent
podía soportar ese nivel de humillación sin quebrarse. Pero Kael nunca
vera e intelectual. Pómulos altos, una mandíbula fuerte y ojos tan oscuros que parecían tragarse la luz. Sabía que se había graduado con las mejores notas en cienc
antador, vibrante, lleno de v
mal ardía en mi mente, el sabor del tequila barato y el arrepentimiento
el c
ván
, sin somnolencia, simp
a? ¿Est
agua -
gua estaba a la temperatura perfecta, no demasiado fr
día ver era al hombre que había arruinado mi v
ate -
ble, luego se dio la vuelta y salió de la habitación, cerrando la puerta suavemente detrás de él. Una chispa de culpa se en
tra vida. Un ciclo de mi crueld
s, todo
ía hecho una serie de malas apuestas, y el imperio Ferrer se desmoronó de
ía una nueva quietud en él. Empezó a trabajar hasta tarde, desapareciendo en el pequeño estudio que habí
undo de caos. Por primera vez, me encontré observándolo, realmente observándolo. Empecé a pensar q
un regalo para él: una primera edición de un libro sobre programación que sabí
nte entallado, flanqueado por lobos. Una startup tecnológica que había construido en secret
alo,
al presente. A la fría y d
ía vuelto. Todo era una mentira. Su paciencia no ha
n de verme quebrarme. Firmé mi nombre con un floreo, la tinta un ta
quebradiza-. Ahora
va delgada y sin h
chófer te l
roto-. No tengo casa, ¿recuerdas?
ó. La mirada en sus o
osas siguen allí. Pensé que sería un
a posición de debilidad que nunca supe que tenía. Cada humillación que le había infligido, ahora me la devolvía multi
mi familia despilfarraba un legado, él construía un imperio desde una
ia que había estado esperando -la rabia triunfante, la regodeo vicioso- nunca lleg
me paso entre sus abogados y tropezando fuera
su voz todavía exas
la vuelta
do delgado. En mi mano, todavía aferraba la pequeña caj
era nadie. Me quedé allí, en la acera, mientras el cielo lloraba, dejando que el fr