Sus bellas mentiras, mi mundo hecho pedazos
to y tierno que vio la magia en mí, la compositora discreta que trabajaba tras bamb
hermana menor, la estrella pop Aria. Me estaba robando mis canciones y mi arte, reg
gió una caída, el grito de mi esposo con su nombre resonó con un amor crudo y desesperado q
a mí, con los ojos
le h
sus hermosas mentiras, se hizo añicos por completo. Yo no era su esposa; solo er
ía para mi cumpleaños número treint
te. Solo nosotros dos.
o tenía ni idea de que era el escenario de
ítu
vista d
úmero treinta, iba a desaparecer de la faz de la
tida encajó en su lugar, como el cerrojo de un ataúd. La confirmación silenciosa, "Todo está listo, s
abriel le había comprado la Navidad pasada. Guardaba un frasco en su tocador, diciendo que le recordaba al jardín
í e
izaba en el cristal oscuro de la cabina de sonido. Era guapo de esa manera devastadora y natural, con su cabello oscuro ingeniosamente d
mi amor? -murmuró, su alie
La mentira se deslizó, fácil y practicada. Me había conv
na muestra de afecto para el público que los fotógrafos adoraban. An
dijo, su voz teñida de esa ternura familiar y condesce
dario. Todo el mundo lo decía. Nuestros amigos, nuestra familia, las revistas de sociales que publicaban n
era la mujer más afortunada del mundo. Yo era la compositora silenciosa, la que t
constante vigilancia sobre mi salud y bienestar, no era para protegerme a mí. Era para proteger a la gallina de los huev
ra-, la inauguración de la exposición de Aria es es
Aria. Su pintura había sido seleccionada como finalista en un prest
era el pensamiento formándose en mi mente-. Has es
nte, un gesto que se suponí
ente si queremos empezar a forma
a un hijo conmigo. Se lo había dicho a Aria, en una llamada telefónica susurrada a altas horas de la noche que no se
ismo a Aria. No quería a la brillante hermana compositora cerca de la artista
enta que se desataba dentro de mí.
pleaños -susurró, su voz llena de
contrar sus ojo
a sor
de todas
una máscara de tranquila acepta
do en algo sencillo para
ugándose de esa manera que solí
onrisa pequ
te. Solo nosotros dos.
ra una petición sencilla, una que me mantenía aislada
mi amor. Lo q
atisfacción amarga y fría echó raíces. Me daría lo que yo quisiera.