Sus bellas mentiras, mi mundo hecho pedazos
vista d
e Aria era un susurro
mis oídos. Abrí la boca para decir algo,
a, un jadeo repe
erpo se inclinaba en un ángulo imposible. Aterrizó en el suelo pulido con
ión estall
ué
mío,
ana la empujó! ¡Empujó
ien llame
anco en mi silencio atónito. No la había tocado. Ni siquiera me había movid
uendo, afilada con un terror y una preocupación q
Ar
Gabr
endo cómo todo su mundo se desmoronaba. Lo había escuchado preocupado, lo había escuchado inquieto,
sabía que me aferraba se rompió. La parte tonta y desesperada de mi corazón que susurraba,
bía sido mi esposo. Era de el
un millón de pedazos irreparables. La mujer que era, la vida que había conocido, el amor en
or que había sido un peso constante en mi pecho no desapareció; se solidificó, convirtiéndose en un núcleo de hielo puro e infle
aición final. Fue el catalizador que transformó mi plan
tomado su
ía con las c