Memoria cautiva
eado de edificios idénticos y anuncios que rep
stabilidad. La esta
Desde que tenía memoria, el mundo se movía bajo esa idea. Las personas iban y venían con sus rostros neutros, vis
bas la atención. Si llamabas la atención, te observaban. Y si te observaban, tu vid
evisó la hora en su reloj, asegurándose de no desviarse de su rutin
a, algo fue
n lo observaba. No fue un presentimiento vago, sino una sen
la vista
egro. No tenía nada particularmente extraño, salvo por una cosa: él no apartaba la mirada. Mie
tragó
era demasiado rígida, su expresión demasiado vacía, pero lo peor era
o por la corriente de gente cruzando la calle. Mantuvo la vista en el hombre
seco. Miró a
ble que alguien hubie
o, personas conversando en voz baja, el zumbido de
sacudió
a. Solo al
ad. Y lo peor de todo era que, por primera vez en mucho tiempo, tenía la