MARCADA POR EL DESTINO
El precio
pegándose a su piel, y su cuerpo temblaba, no solo por el frío, sino por el miedo
umedad en el aire. Pero era barato. Y en ese momento, lo único que importaba
ista, un hombre desaliñado con los dientes amarillos, la observó co
ión 12.
respondió. Sol
a con seguro. La habitación era pequeña, con sábanas viejas y un
u cuerpo estaba exhausto, pero su mente no dejaba de grit
diera relajarse, alg
zón se
e repitió,
preciosa... -la voz ma
a. No contestó, no se
ta se abrió
Los mismos que la habían mirado en el vestíbulo, los mi
sola... -murmuró uno, acercán
l otro cerró la pue
tratando de correr, pero uno de ellos la su
ó, pataleando, luchando
su rostro. Sus manos ásperas recorrieron su piel sin permiso, y cu
un estruendo
rto se abrió de u
el hombre sobre ella fue arrancado de su cue
ntenegro e
contra los rostros de los hombres sin piedad, hasta que u
ando. No podía creer
ligrosa. Y entonces, sin darle oportunidad de reaccionar
ella. Su aliento caliente contrastaba con el frío d
o responder. E
-espetó, arrastrándola fuer
fue inútil. Gabriel
lencio era sofocante mientras él conducía
n, su jaula definitiva, supo
on llave. La habitación era grande, imponente, con
ato matr
ó, soltándola f
a cabeza, su respi
llo, inclinando su rostro h
, su voz baja, am
grimas, pero sabía que no tenía opción