Entre Fortaleza y Pasión
CAR
nsar y relajarme. Salí del auto y me aflojé la corbata, ansioso por entrar y finalmente relajarme. Cuando entré a la casa, vi a Sydne
dney antes de que pudiera lle
ney había sido prestado al Grupo GT, del que yo era propietario. Este fue un contrato que benefició a ambas partes en todos los s
ento lamentable que llevaba a su alrededor, lo que era suficiente para convencer a un extraño de que la estaban
ndo un nuevo truco, del
ero lo único que encontré fue una mesa vacía. Fruncí el ceño cuando le
lla? ¿Y dónde
ecibí un informe de unos ojos que la habían visto salir con su maleta anoc
vorcio que ella mencionó. ¿Esperaba que yo cayera
te acababa de ir a casa de sus padres. ¿A dónde más podría ir? Seguramente l
sistente entró a la oficina. Sin decir una palabra, colocó un
esto, señor", dijo ante
ar las palabras en negrita "Procedimiento de divorcio". Fruncí e
i asistente, quien volvió a inclina
e parecía un juego inteligente, pero para mí era un
tal privado con sede en Europa que se especializaba en invertir en una variedad de sectores como bienes de consumo, servicios, moda, med
ra un momento crítico para mi empresa y el mes siguiente iba a ser un torbellino de actividades. Teniendo que viajar por todo el mundo y reunirme con inversores pote
, trayendo unos papel
introduje en la trituradora y observé cómo la máquina devoraba cada uno de ellos, antes de v
dney todavía no estaba allí. Mi nariz recibió una ráfaga de congestión cuando abrí la puerta de su habitación, y por la f
había re
i teléfono y marqué
llamar ya no está en uso", llegó la
é de
estás intentando." Corté la l
ia mi asistente. Ponte en contacto con sus
. Ella había logrado agregar más combustible a mi ya mal humor. Me metí en la ducha, abrí el grifo, dejé que un torrente de a
an sabido nada de ella durante mucho tiempo. A pesar de todo, todavía sentía que la desaparición de Sydney era part
mi segundo viaje. Antes de abordar el avión, le di instrucciones estrictas a m
a hacia atrás porque algo en la mesa en las esquinas me atrapó la mano. Cuando me acerqué para verlo, era e
ujer que amaba, sino Sydney, su hermana. Me sentí como un tonto en ese entonces, estando frente a la congregación como si nada estuviera mal. Simplemente tenía
fotógrafos en cada esquina, me subí a mi auto y me saqué el maldito anillo de mi dedo. De hec
ado allí en su propio círculo completo de polvo, no pude evitar pens
sa mesa, dejar la reliquia inútil allí y salir por la puerta. Tod
e. Yo era bastante popular y un par de personas a menudo se acercaban a mí, me miraban
n su función hasta cierto punto, y tuve que agregar un poco de misterio extraño a mi atuendo. Aunque a veces
sera, cuando una mujer pasó rozándome. El rastro de su perfume bailó sobre mi rostro y lentamente hacia mi nariz. E
o, pero no pude resistirme a girar la cabeza. Su figura se al
haber visto e