LA TRAMPA DE MI SUEGRA
aciente en todo, sin reprocharle el aband
stapaba el vestido-. La boda está cerca. Te voy a echar de menos, pero no te pediré que hagas ese viaje y dejes todo atrás. Mi
taran sus sospechas, algo no la convencía del todo acerca de esos dos. Rezó fervientemente para estar equivocada. Amaba a Ivory como s
una creación de la propia Ivory-. Serás la novia más bella de to
ar; no tengo a nadie más. Me he alejado de todos nuestros amigos -dijo, pasando la mano por la fina tela
e Ivory había insistido en que se casaran lo antes posible. La conversación f
ambas giraran la cabeza hacia ella-. Perdón, señorita Ivory. Soy Dafn
le había dicho su suegra. Le aliviaba mucho trabajo, y por ello le estaba profundamente agradecida. Todo había sucedido tan rápido, reflexionaba Ivory mientras observaba su ima
s. "Mamá, mírame", susurraba a la imagen que le devolvía la mirada, buscando en ella el eco de una presencia que
cuando Amaya, su suegra, irrumpió en la habitación con la grac
? -preguntó con una sonrisa qu
e estuviera aquí hoy -confesó Ivory, mientras una lágrima
un pañuelo de seda-. Hoy es un día de alegría, al menos para mí -dijo con una sonrisa velada-. No te demores; yo
udiada. No era que se avergonzara del trabajo honrado de auxiliar de limpieza que había d
la dueña de una cadena de tiendas de lujo, así que no me veo limpiando pisos como ella. Aunque no sentiría vergüenza si tuviera que hacerlo -dijo Ivory, sonri
y en silencio, un silencio que, por un instante
artir de hoy como tu madre -contestó Amaya con una sonrisa que no llegaba
iró para verla salir-. Suegra... ¿qué
a esperaba en el altar. Aquello no podía ser verd
riales más renombradas, se encontraba en la cúspide de su vida cuando un temblor inesperado, que con el pasar de los
obre el día y él se sumergía en la lectura a la tenue luz de una lámpara, aguardando la ay
uerda que aborrezco salir... y tampoco dis...fruto recibir visitas aquí, en mi refugio per...sonal. Así que, por favor, de...se
as y a vestirlo con el traje elegante. Ilán se encontraba indefenso, consumido por la indignación y el llanto que brotaba de su ser. Los guardias habían
puesto. Tu prometida te espera allí. No te aflijas; dudo mucho que ella consienta en acepta
iciendo, mamá? -preguntó Ilán mi