Vuelves a ser tú
aron en las mesas. Voy a tener que estar detrás de mis amigos para l
la tarima de la mano de su esposo, César traía oculto con un tra
gno representante, -comentó Deac
fiar en mis dote
ú seas el primero en l
e con Fernanda y Alejandro todo podía pasar;
ada-. Tranquila amiga mía, hoy no recibiré lo que tanto te caracteriza y qué en contables momentos lo merecíamos. Hoy no tend
par de tenis, a ella le encanta quitarse l
e. La cumplimentada se cruzó de b
ias! -gr
hora fue Virginia quien habló,
ces resultas con un solo zapato y eres tan descarada Fernan
hicieron sub
sa sin duda, serías tú. -Fernanda arrugó su frente-. La verdadera amiga no es la que alcahuetea todo, la qu
acto y te dice de frente; te estás equivocando. Tú eres increíblemente buena en eso. En cada uno
s traído a la realidad; ya sea con un zapatazo, taconazo, chancletazo o cualquier denominación que encierre el
agrosa para demostrarnos que el amor también es rejo. Tú has estado ahí en algún momento d
orar por la elocuencia verbal del pr
erga colombiana, -a este punto Fernanda ya derramaba lágrimas y el labio le temblaba-. Has desgreñado fufurufas en nombre de tus amigas, nos has dejado
las orejas cuando nos descarriamos, quien, sin duda, si necesitas un consejo, va a cantarte la tabla plena.
la porque ella no podía del llanto, luego acarició el trofeo. No pudimos abrazarla, se aferró a los brazos de su esposo, como
.. -volvió a tomar agua-. Yo pensaba que ese impulso mío de arrebato endemoniado al lanz
valiosa seguía siendo, ese suceso, solo fue un mal momento más, no debía sentenciar eso como
ó a mis brazos, José Eduardo y por último a Deacon-. Tú eres el único que no ha recibido un zapatazo, te las cagas
s. La fiesta continuó, los tragos iban, la primera tanda de música bajo la voz de Alejo se escuchó. Descansamos, pusieron la música
más bel
aci
rle el paso. Mis amigas se pusieron en el mismo plan burlón por el encarte. El problema es que no podía ser descortés. Por fin la ca
esitaba decirle. ¡Por una vez!, por esta vez David. -Me recriminé mientras caminaba detrás de ella. No demoraba Alejandro gritarme para ir a to
r favor. -Le p
s, por favor, -desvi
n el que te diriges a mí. -Su re
l caso hablar de ello, pero si quiero decirte, tú nunca fuiste un juego. Y
ían pintados en tono fuerte y siempre me hacían agua,
vid
espeto eso. Pero esa letra dice lo que fue, es y será nuestra hi
pués. Al menos sepa que no fue un juego. Sin duda ella era esa her