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Casada con un montruo

Capítulo 8 El acuerdo

Palabras:1435    |    Actualizado en: 14/09/2023

a puta pregunta. Si no puedes pagar con dinero, hay otras formas de superarlo. Un sollozo salió de mi boca. ¿Qué voy a hacer? Cuando ve que se me saltan las lágrimas, su cara se transforma en un

El miedo me envuelve por dentro con tanta fuerza que se me cierra la garganta. Entonces sus labios se apoderan de los míos en un beso de castigo. Es tan cruel, vil y repugnante que no puedo hacer otra cosa que llorar. Ni siquiera puedo devolverle el beso, aunque me apunte con una pistola a la cabeza. - ¿Morirías por ese gusano? - Separa un poco sus labios de los míos. Y, mierda, aprieta el gatillo. Clic, presión. - ¿Darías la vida por él? - Aprieta el gatillo. Click, presión. - ¿Y por qué no hacerlo ahora? Clic, presión. Apartó la pistola de mi cabeza, apoyándola en la isla junto a ella. Me temblaba todo el cuerpo y no podía contener los fuertes y feos sollozos que salían de mis labios. Nunca me había sentido tan humillada en mi vida, tan enfadada, tan asqueada. - Yo... no tengo... no podemos pagar la deuda. Por eso he venido aquí. - Mis sollozos salieron sin forma. Jamie dejó escapar un sonido de indignación. Ahora, mirá

de las manos y me las froto. ¿Qué otra opción tenía? Mi casa en venta, miles de dólares en deudas, mi padre enfermo. La verdad era que solo habia dos salidas, o moriamos todos o me casaba con Jamie y salvaba a todos. ¿Qué podía hacer? Era verdad; no conocía a ese Jamie. Pero acabé bajo la lluvia, ahora tenía que capear el temporal. - Acepto." Las palabras salen tranquilas y firmes, mucho más firmes de lo que creía que podría llegar a decirlas, pero él sigue mirándome como si pudiera ver, a través de ellas, las cosas que no estoy diciendo. - Me molesta que tu padre haya tardado tanto en contarte toda la verdad. - Chasquea la lengua, indignado. Siempre he visto potencial en ti. Todo este problema podría haberse resuelto hace meses. Una vena me palpita en un lado de la cabeza cuando lo veo acercarse de nuevo. - Tienes que saber, Alice, que un matrimonio conmigo no es ninguna broma. Se me llenan los ojos de lágrimas mientras se me pasan por la cabeza los peores escenarios posibles. - Espero lealtad de una esposa, obediencia y sumisión. Sus palabras flotan en el aire entre nosotros, un sombrío recordatorio de mi decisión. - Y si dices que sí. - Continúa. - Por nada del mundo volveré. No suelto mis juguetes. Y una vez que sea mío, no te dejaré. Unos ojos duros, oscuros y salvajes se encuentran con los míos. El corazón se me para en el pecho y el miedo me atenaza. -

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