Sacrificio - Saga Necesitamos el quinto elemento - Libro 2
egún comentó el Padre Louis séptimo, -de ese modo se había presentado-, dijo que era una tradición de hace más de doscientos años en su famili
scogió Petter, me era indiferente, tengo una laguna mental demasiado grande y selectiva. Como si hubiese nacido hac
altas paredes de acero y concreto, su tamaño en el interior era grande, el auto co
defensa de lo que sea que custodien. El camino recorrido era una estrecha carretera con árboles inmensos, ár
a la primera. Deben custodiar algo muy valioso. En el interior, después de pasar en auto por varios pue
sación era agradable, me gustó la tranquilidad del lugar. Los frailes; como me h
un plantel educativo. Era grande, fachada en ladrillo rojizo, ventanas amplias, muchos jardines. Al ingresar, me registraron como Petter
te social de la orden, tenemos el comedor. -Lo escuchaba y observaba, era muy limpio el lugar, se respiraba un agra
l en el que estén. -afirmé, no entendía nada, pero el padre me hablaba como si comprendiera-. También hay una biblioteca, una capilla y zona
era un fenómeno? -sonrió, sus
traviesa la fortaleza sin una
iendo. -vo
Aquí se encuentra el área de estudio, donde nos preparamos como la orden que somos. L
o observé grandes ventanales, eran los salones
lio. -c
s. En cada piso hay dos salones, este es el más grande porque
unive
do, era otro bloque. Las paredes eran blancas, vi varios marcos en madera tallada, muy bie
itaciones, se dividen por área, el primer piso es para int
n? -caminábamos
endiz, ahora somos un poco más abiertos. -arrugué la frente, se percató de mi ignorancia ante lo que habla-. Disculpa, se me olvida que eres nuevo en el lugar. Poco a poco sabrás quienes somos y hacemos. -ll
daré? Y en sí
, aunque, estudiarás con los niños, debes conocer lo q
padre analizó mi comenta
, hijo. El unive
se sentía muy acogedor, un catre, la imagen de Jesucristo y un ve
s ojos brillaron. Como si mi
nte de la vida
allas habrá? No hay que tener mem
adiendo la pregunta-. Te sentirás un poco i
? -Me observó una vez m
ercer piso de este bl
aci
as en donde nadie te llama. E
de te daré un paseo
sta. Me acosté en la estrecha cama, los pies sobresalían. Dejé arrastrarme por la tranquilidad del lugar, tres golpes en la pue
opa y aquí solo ten
racias de nuevo.
afuera, j
se
de color marrón con capucha, ropa interior y un par de zapatos
comenzando por la jungla que atravesamos. La tranquilidad y la belleza no se podía pasar desapercibido. Se notaba cuán devotos y respetuoso
rmas y el arte de la guerra. -comenzó a hablar-. Defendemos a la Madre tierra, espero logres compr
doraban a Di
nuestro Señor y la redención de su hijo Jesucristo. Pero hemos sido escogidos para proteger lo m
abía cuatro grandes bodegas donde se entrena a los estudiantes a manejar las armas blancas. El padre dijo; cada aprendiz ing
detrás de