Operación Aroma - En la mira
an-. Regresé y seguí al teniente en mi auto. Las manos me temblaban por la impotencia. Su vivienda no quedaba muy lejos de la comanda
ré a golpes. -La imagen de mis hijos, la sonrisa preciosa de Elkin cuando lo correteaba p
mación con el vigilante. A mitad de calle una fuerte explosión me desconcertó. El cuerpo de un hombre salió volando por el impacto
acerlo... ¡Oh sorpresa!, si el quemado era el teniente Zapata. Seguía respirando.
rto. Pero yo te
a gente se aglomeró para mirar lo ocurrido en el edificio que ahora se veía en llamas. La gente llamaba
rón. -Debes saber mucho. A
mi familia, así los mantengo alejados de mi caótica vida. Este acontecimi
de vida
Sabes que vi
a empezar con su sermón-.
es así y ahora
ar
de puta que mandó al abism
ro si est
taron matar. Volaron el puto apartamento donde vivía y ahora se encuentr
é pret
la subdirectora. ¿Debo ser más explícito
ero privado, ahí te
iente. Mi hermana me abrazó. -Ya no me conectaba con los
e sus pies. Era una mujer alta, pero le sacaba veinte centímetros-. Eres atractivo, no una gran belleza, pero sí mejor que m
salía del comando de la policía sin vigilancia, sin el dispositivo que le dan a un recluso que tiene casa por cárcel. Y si lo intentaron matar. Algo me dice que hay
on quemaduras. Me encargaré de modificar los datos. Deb
mana pasada. Te prometo ir
de vuelta, Maria
dio un puño
o. Mis hijas quieren ver a su tío. Le pagas la carrera a nuestra hermanita, pa
o con
entran en Zipaquirá. Un pueblo cerca de la ciudad. Soy una cirujana
vo
te, deberías de ap
vendré más tarde para que me des el r
ra de verte más seguido. -Le d
ñas y dudo que me veas más
iendo. Ya lo conoces. Y no trabajes tanto. Ojalá llegue la muj
noche a hablar
i el teniente estuviera en la cárcel. ¿Quién querría matarlo? - regresé al parqueadero de la comandancia, apagué el
Al dirigirme al interior me desvié del camino al ver
ay
por
motivos por los cuales se encuentra aquí. Voy a a
do todo es
aré a qu
a hecho te lo pasaré a tu co
ra cuándo e
aremos de que los busque al ponerlos como la mej
se
.***.
staba dormido en el asiento de
e acaricié el cabello más g
bo pasar por T
unos días en la casa de mi pa
usto,
lir del país, le dio más importancia a que era sospechosa de asesinato de Orlando que a la lla
a mientras a la fuerza me penetraba... hasta ganas de vomitar sentí-
ar pilas para hacerle frente a lo que se venía. Me estaba quedando dormida, ya habíamos salido de Bogotá, sin embargo, el destin
.***.
¡Mierda, y doble mierda! Esta mujer tenía más enemigos de los que suponía. Es
s. A uno le di en la muñeca y ya no pudo disparar más y al conductor le disparé en el hombro y en la rodilla. Luego le di varios tiros a la cadena
ia impuesta por la señora Salomé Carvajal. Dice qu
caban de
uestado! Lo tenemos previs
los sicarios están heridos por mi intervención, para que sepa y hable con balística; las balas de mi arma serán evidencia. Desde lejos los v
envió refuerzo
ero si usted llama, lo e
tengo idea a que
y a la corru
fue para presionarla. Mantenme al pendiente, trataré de
lo hará
Ya sabes cómo es esto, nos vemos e
adre con las manos temblorosas y manchadas de sangre. Era evidente lo mucho que le importaba. Su mirada me r