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Picantes fantasías

Capítulo 4 Ahora mi marido es un cornudo

Palabras:1218    |    Actualizado en: 02/04/2023

lientes y putas… -, me dijo jadeando. -Cuando vine por tu marido me di c

… -, le dij

a?... -, me preguntó cínicamente mi

os me habían levantado el vestido, me acariciaba las nalgas y me miraba con lujuria. De su pan

ísimo!... -, le dije ya sin medir las consec

adelante suyo, al tiempo que me nalgueaba sin cesar. Cuando llegam

... ¿Aquí te empa

un ligero movi

… Desnúdate cosita, que ya me muero por trabarte… ¡Mira como traigo la verga, cómo a ti

. Su tórax velludo me hizo temblar de solo verl

e todo

… -, le dije

totalmente desnuda, me vio y

germe a las putas con las zapatillas

en un tris me desnu

sta que te

erías y que me trates mal, eso me encant

e cerca, se la apreté y abriendo mi boca

Me encanta que me la mamen así, chúpala tod

or mi saliva, ¡qué ricura de verga, dura, prieta, grande, más bien enorme!... Me levantó y me acostó en la cama, de espaldas, su

ma, debes estar bien estrechita!... -, me dijo al tie

tró rauda en mi babeante hendidura, un gemido anunció su triunfo. Empecé a gemir

ya, te lo suplico!...

a los pedos, hija de

to, que me

is piernas y me entregué a ese patán que me lastimaba pero me hacia sentir mi panochita deliciosamente expandida. Sus movimientos de empalarme empezaron, primero rápidos y al poco tiempo lentos y deliciosos. Me esta

a con fuerza, parecía adivinar lo que esto me fascina… Moviéndose logró poner mis piernas en sus

Estás súper deliciosa!… ¡Qué bie

haciendo más profunda la invasión de su verga a mis entrañas. Bombeando con furia y rapidez, me hizo explotar, mi papaya se contrajo rítmicamente como ordeñando esa verga

la toda, cógeme duro!... ¡Julio mi vida, soy tuya, soy tu puta!… ¡Aghhh, me est

upaba los pezones con fuerza y me los mordisqueaba; mis talones le pegaban en los glúteos pidiéndole más. Me hizo venir de nuevo y mis grititos entrecortados se lo hacían saber. Mis piernas lo rodearon por la cintura t

ojé, me sentí desvanecer y él dejó poco a poco de moverse, quedando encima de mí, jadeante y besándome tiernamente en los labios, pasando su lengua y encontrando la mía, mojada y ofrecida, salivosa para ese bruto que me había gozado como nadie. Tembloroso se dejó caer a mi lado tratando de no aplastarme tanto, pero sin sacar su tranca de mi nido que poco a poco iba perdiendo su erección, al salir

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