Mi amante salvaje
á mi hijo? Perdó
Su madre estaba pálida y
á muy mal?" María se estresó y quiso respu
usted la madr
el informe médico de mi bebé
s dulces o bebidas gaseosas. Ya le hicimos un lavado gástrico aunque es un procedimiento muy fuerte para el, pero lo cont
a para poder completar todas las piezas. Gracias doctor, de verdad estoy muy agrade
epa que está ahí, aunque ahorita está
cias
su madre. Margot no tenía nada de responsabilidad, y aunque habían pasado m
que Luigi estaba así de
la, ya e
dejó que llorara un par de
sta le dió gelatina verde. A los minutos volvió a quedarse
ción y dejó a su madre d
uve esp
e las sillas frente al cuarto. María palideci
de a
es, porque puede
rminarás quemando todo. Quizá tú ni
contigo. Escuché que tú hijo está enfe
ito tu co
lleva a decir c
o que te venga en gana. Me estás acosando. Vete de aquí por favor, si mi madre te ve no va a para
uien perteneces ah
uando como
conmigo y no hay más. Yo ni siquiera me acuerdo
cto, a
al baño de mujeres y entró a un cubículo. El lugar se
llo recogido en una cebolla y las mejillas coloradas por la presencia de dicho hombre dulc
baño y le puso pes
quieres de mi ahora,
o ayud
se entera
jamás. María, confía en
sus labios con la punta de la lengua. Su beso era tan exit
enía. Eran carnosos y rojos, Pablo no soportaba el hecho de no tenerla cerca y poderla besar. Su
está m
e mientras estuviese casada era el peor ejemplo que le podía dar a sus hijos. Ella era dueña de la mitad de un bufete de abogados, no se imaginaba lo
volviera loco por ella. Se sentí
ecuerdo de estar casada co
sar, cállate
ejó que se tocaran sobre la ropa con mucha lentitud y se volvió tort
o que
eran unos buenos para nada en la cama, ninguno cuidadoso, ninguno dulce. Pablo era distinto, era salvaje, era poderoso, era sex
rte, siéntate
ó el pantalón bajandoselo hasta las
tengo que salir d
jo está bien,
upó su boca. Dejó que su mano libre resbalara del estómago de María y la
ropa interior de el mismo y se toc
nes ta
óc
or de ella y masajeo el punto frágil, se volvió tortuoso mientras se besaban
a María lo suficiente como para que quedara pegada del espejo y le
us gemidos eran tan fuertes que el tuv
ad hasta que sus dedos tomaron ritmo den
el placer ext
ne hambre. Su corazón y sus ojos estaban