Lealtad y Sangre
a mañana, aquella que solo había dejado más
estaba viviendo Emma? ¿A qué se refería Lorenzo cuando
su pequeña bola de ira, había tenido la precaución de no presentarle a su familia sanguínea, eran un montón de basura que solo le haría más daño que bien, y exponer a su mujer a cualquier tip
ero ahora, me parece cómico, sobre todo cuando el lin
n solo dedo en cima a
voz que no parecía más
iraba con una engreída y perturbada sonrisa en el rostro, aun así, Adriano jamás dejo de exigir sus respuestas, hasta que finalmente, aque
porque la única forma de romper la voluntad de Adriano Amato, sería ver el cuerpo precioso de su mujer sin vida, y si podía evitarlo, pondría su propia alma a cambio de verla respirar.- Tu pequeña zorra sigue viva, a mi pesar, aun así, he tomado la decisión de tomarme mi tiempo con ella, primero la alejar
engua y luego lo obligaría a comérsela, al terminar, le daría un disparo a su pecho, una muerte demasiado limpia para lo que merecía, pero no que
pués de que Lorenzo se marchar
qué la había rescatado, tal vez su voluntad para luchar por su vida, y golpear con todas sus inútiles fuerzas al enorme sujeto que trataba de drogarla, lo había conmovido, luego de limpiarla de toda sustancia química, le dio una nueva vida, Roselin conocía todos los barrios ba
pared de ladrillos áspera, fría y húmeda, miro hacia arri
ontestó con s
dice nada...- se lamentó ella con sincero dolor.- él no
re matar a mi esposa. Necesit
sabes que no pued
hombre herido, lo sabía, por supuesto que sí, le daría cualquier cosa que pidiera, pero no podía traicionar a
ra convencer a su primo, sería estúpido y suicida de su parte, si lo dejara escapar y Lorenzo, no era ninguna de aquellas cosas. Levantó su mano y tomó la botella, bebió el agua de forma lenta
sido más macabro de lo normal, lo había golpeado hasta hacerlo escupir sangre, hasta romperle alguna costilla
.- pidió ella que estaba al tanto
. Trato de levantarse, pero no fue capaz. Así que, con el cordón de su zapatilla, Roselin amarró
ído inconsciente de la paliza y al despertar, seguía sin creer lo que había pasado, ¿Por qué? ¿Qué había hecho para enfadarlo así? Seguramente era su culpa, pero Adriano no tenía que pagar por sus pec
yó ella, y su corazón se apretó del dolor. No, la verdad era muy diferente, en aquel minuto le h
engo que hacer.-