Secreto de MUJER
universal de querer saciar las ganas que te inspira esa otra persona. Sin embargo con Carlos pasaba algo muy curioso, él no era igual al resto, eso pude notarlo rápidamente.
mi lado salvaje, desatar esa fiera sedienta de sexo que habita en mÃ. De otra manera jamás llegaremos a nada. HabÃa pasado una hora de charla, risas, y miradas insinuantes. No obstante, Carlos no se at
eterÃa, lo atento que se habÃa mostrado en este poco tiempo que llevábamos saliendo. Realmente deseaba ser suya, sentÃa esa ganas de dar el siguiente paso. Sin importar todas las advertencias, el anhelo era insoportable. Todo eso me llevo a ser yo misma quién ideara un ingenio
cta para tocar su cuerpo disimuladamente. Caminé hacia él llevando esas tazas con chocolate en una charola que sostenÃa en mis manos. Carlos hablaba de cosas relacionadas con su automóvil, a las cuales siendo completamente sincera, no presté ningún tipo de atención. Yo solo me concentraba en tener la punterÃa requer
dornaba la sala para llevarme las manos sobre mis mejillas en señal d
ándose como todo un caballero a pesar de que acababa de arruinar su camisa, supongo
pañuelo para limpiar un poco el desastre que habÃa causado, regresé casi que corriendo para tomar su camisa y come
mente mi mentón haciendo que mirara sus ojos fijamente, logrando hacer estremecer cada centÃmetro de mi ser. La piel que cub
cocina en mi mano comenzara a recorrer todo su pecho bajando lentamente hasta su abdomen - aunque
... Ganas - susurró Carlos finalmente entendiendo el mensaje clar
moción como sus labios se acercaban a mÃ, sus brazos me envolvieron rápidamente como serpiente arrastrando mi cu
humedeció el césped de las sábanas bajo nosotros. Nunca pensé que mis labios podÃan llegar a doler tanto luego de una sesión intensa de besos llenos de lujuria. Las prendas de rop
y haciendo que se reventara esa pequeña burbuja imaginaria dónde todas las chicas se hallaban visualizando aquella historia que ell
oria. Se nota por tu tono de voz, que es un cuento muy
ondió Rose reclinando su cuerpo hacia atrás con
eremos escucharla - dijo Beatriz
ntonces lo haré - aceptó Rose preparándose - les contaré m
una larga lista de detractores que deseaban verme fracasar. Lo normal en la vida de cualquier adolecente. En esa época nunca me preocupé por nada realmente. Nunca tuve responsabilidades importantes. Mi mayor preocupación era no reproba
. "Especial". Encontró la manera de ganarse mi confianza, y por ende mi amistad de una forma tan rápida que casi ni me percaté. Su nombre era Eduardo. Un muchacho escuálido, poco atractivo, ojos saltones, cabello corto de color negro, y una personalidad que al principio me resultó bastante aceptable. Comenzamos a pasar mucho tiempo juntos. Tareas en su casa o la mia luego de la eada de mis tipos de gustos. Ser el centro de atención era suficiente aliciente para seguir adelante. Ustedes me entienden, todas pasamos por esa etapa cuando fuimos adolecentes. Ser novios solamente para guardar apariencias, posiblemente era mi talento más grande. Fi
ones familiares, gozaba de gran aceptación por parte de mi mamá, hermanos, y demás. Nunca tuve una mÃnima queja de él cuando fue ese amigo tan especial. Siempre se comportó a la altura de cualquier situación. Faltarme el respeto resultaba ser algo impensable, inaudito, que juró nunca hacer. Qué diferente se ven las personas cuando dejas de mirarlas con cariño. Entre dÃas y dÃas que pasaban cayendo las hojas del calendario como descienden las verdes hojas de los
a sonaba fuertemente sin nadie que bailara en el salón, la bebida y comida continuaban intactas luego de haber pasado más de una hora iniciada. No puedo negar que noté rápidamente el extraño comportamiento de Eduardo. No era el mismo desde que llegó, s
entras me acercaba a él hablando un poco fuerte para pode
hermana - expresó de manera frÃa e indiferente dejándome completamente extrañada, él jamás me h
o - respondà muy extrañada mirando como s
da ni nadie podÃa amargarme esa noche, pero la curiosidad era tremenda. QuerÃa saber el porqué de esa extr
a instantáneamente - ¿te podrÃas comportar p
n muy extraña en su rostro, era como una mezcla de rabia y decepción - pa
dije sin terminar de comprender nada
haciendo que quedará atónita y boquiabier