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El santuario secreto de las reminiscencias

Capítulo 2 1

Palabras:4424    |    Actualizado en: 06/02/2023

NTO DE

ucía

l flautista

a Zi

tura ocupa una parte importante en su vida. Amante de la psicología y de las distopías, aprendió a escribir en

n, Ale

ían pequeñas hipotecas de insectos en sus troncos y pájaros cantores en sus ramas. Los campos daban de pastar a sus ganados y el r

pio fueron unas pocas, pero después, alimentadas por la basura que dejaban los aldeanos, comenzaron a construir árboles genealógicos enteros. Vivían en los huecos de las paredes, tan apretadas que aumentaron el efecto aislante en invierno. Ocuparon las al

antidad de presas que no perseguían a ninguna. En sus pequeños cerebros no cabía la posibilid

reunió a toda la población e

a nuestros niños hasta la muerte. —Y entonces, alzó la voz—. Un servicio antiplagas obligaría a desaloja

ntemente, con una flauta colgada de la espalda

Esta noche no quedará ni

dejando a los hombres con el ceño fruncido de desco

guió al extranjero con intriga. Se congregaron las ratas alrededor de la cruz de piedra que había en su centro, en cuyo montículo estaba subido el flautista, y se apoyaron en las patas trase

ratas! —voceó

una, enfadada. El flautista s

bienvenidos, ratas y r

mos —replicó la marea

o aquí porque vuestros vecinos, los humanos, se han reun

saques? —gritó

Hamelín. P

laza como si la tierra tembla

lta de respeto!

lo a las espaldas… —murmur

melo a la cara, me cago en sus

ma —pidió e

a, con un deje amenazante en el hocico y una mu

ta—. Bastante tiene Alemania con haber provo

eron repetidas v

a, alguien

Richard. Los humanos tien

lgas, los mosquitos y los caracoles, que transmiten enfermedades pa’ parar un tren! Que si malaria, que si dengue, enfermedá’ del sueño, fiebre

que transmitís enfermedades

ron las patas a la

! ¡Oy, oy, oy! ¡Ya estamos con

hocientos años! To’ la vida igual, hermano. ¡Est

en enfermedades a nosotras —comenzó a decir o

escúchala!

os! Que han ocupao to’ los campos para plantar cosas que solo ellos pueden comerse, que usan el agua del río y la devuelven de un color que da más asco que un bocata de pelos —Alzó las patas—. Y claro, ¿qué hacemos nosotra

s! —Aplaudieron

—la cogió por el hombro su m

do hubiera terremotos, en las minas pa’ detectar el gas, circuito pa’ acá

orque no os quieren aquí —replicó e

rte esto que nos e

muy afligida—.

entó su compañera, bajando la voz—. Que si olemos mal, que si

me

a la suya y no digo ná’, que está

gustan más l

tú a

to que el flautista fue incapaz de oír na

qué vais a hacer?

, ir

e se vayan ellos —espetó otra rata, frunciendo el ceño—.

ento del bolsillo que le había dad

e Hamelín se

preguntaron a los ratones que vivían ahí antes

aron un car

ozo de país, como los judí

ue luego se monta u

s ojos con las patas, a

nos echan d

mo los mapuch

do Colón lleg

rata con el pelo l

astre. Si nos quedásemos aquí tendríamos que limpiarla y

mbién e

a antes de ponerse a lim

os vam

mos, no

a alzó el ded

no nos echan, no

arduzca. Rápidamente tomaron las calles del pueblo y volvieron a sus escondrijos y galerí

ño —se ofreci

ión a la salida del pueblo. Los aldeanos se subieron a los bordillos y a los bancos con re

ron saber, cuando el fla

ondió y se encogió de homb

bordes. Caminaban despacio debido al tamaño de sus patitas, pero al ser tantas, habían ocupado el camino durante dos kilómetros de largo y lo habían

de dos hectáreas que los humanos no habían podido deforestar debido a la abundancia de piedras y obstáculos silvestres. Los animalitos lle

iendo el campamento, cuando volvió

as son pobres y más aún para mantener a un inmigrante como usted, que viene

ra sacar a las ratas. Ve

calde—, a eso viene,

beneficiarme de las ayudas sin trabajar?

es artista, o sea que a usted le importa un

melín como un alma negra, marchitando los geranios con su enfado y

olvió al campo de refugiados de las ratas y les ex

—. Que nos echen a nosotras que somos diferentes tiene un pase, pero q

uestión de

la ONU. El flautista se fro

r para que se le reconozca el trabajo que hace? Que yo tambi

r —respondió una rata mote

ñaló otra—. Es lo que le suele pasar a

mejantes ejemplos a seguir… —se lamentó una madre con

eían que vosotras hacíais enfermar a los niños, pero os habéis i

idad de basura que dejan en las calles, en el río y en los campos de cult

ron entr

tampoco tiene la cu

tranjera—. Son los que se llevan la peor p

l ser más bajitos, están más cerca del

Es por e

y pandillera—. Si se quedan allí, acabarán por convertirse en adultos ponzoñosos, egoístas y destructores.

y animales —se emocionó otra

ir metro setenta y nosotras tr

a su medida mientras nosotras les buscamos comida. Luego aprenderán a cu

ión fue

guetos, ni de segregación racial, ¿eh? Nada de baños para ra

madas, con enorme motivación

uí a los niños —recordó el flau

regunta…

n se le oc

uedan apreciar, que estén demasiado ocup

ugirió alguie

señaló—. ¿No eras tú flautista?

ta al burrito que formaba parte del grupo de los músicos de Bremen. Y también a un perro callejero que no te

ron, dibujando un

y aquí y mañana v

ado con su flauta. Cuando llegó allí, los ciudadanos ni siquiera le mi

ecibió la atención de los viandantes y se dispuso a surfear por el aire como si tuviera vida propia. Animada, la

s arrugando los labios en una mueca infe

d se vieron golpeados por el desconcierto de no entender y

. Es ese instrumento —respondí

ve para NADA? —mur

está en ninguna e

tra parte, los niños se acercaron al flautista con una enorme sonrisa de admiración y sellaron el pacto irrevocable de regalarle su tiempo libre, inconsciente y poderosamente. Los bebés alzaro

os, movidos por ese contagioso sentimiento de creación que llaman ins

e música en la boca! —se decí

arle con silbidos. Los que no sabían se empeñaban en soplar hasta que se quedaban sin aire, y a

cleo suave donde los estímulos movieran realmente el corazón, desaprendiendo para poder aprender, los jóvenes ciudadanos de Hamelín se levanta

titos de júbilo y llevando a los más pequeños en brazos para que no se quedaran atrás. Era un misterio

les acogió un silencio frío y turbador. Parecían cervatillos que acabab

minúsculas sonrisas y millone

do aquí para libraros del oscuro futuro que os espera en una ciudad contaminada y llena de

á con Hamelín

rirán de pena y desaparecerán. Selección

de menos a

padres se han interesado por lo que hac

án ocupados

—respondió—. ¿L

má, en realidad también están dentro de un ciclo de trabajo obrero basado en el cuidado de los miembros de la familia y en las tareas del hogar q

le quedaron

respondió el niño, en

nsistió otra ratilla—. Esta es l

llegada de la luna, encendieron una hoguera para asar ortigas silvestres, dientes de león y cangrejos de río. Después de cenar, el flautista tocó su instrument

currucaron entre las ratas para darse calor. Algunos bebés humanos eran prácticamente

ad que antes consumían comida, agua y prendas de vestir. Luego se dieron cuenta de que

ltos tienen que buscar un gimnasio para tener la excusa de correr porque

l corazón. Sospechando que era el flautista quien se los había quitado, emprendi

s los recibieron con mala ca

urló alguien, con el ceño fruncido—. Creo que tenemos un problema de plagas e

, que se ve que necesitan

a ver qué sucedía y permanecier

s hijos, canallas! —gri

nos estáis haciendo daño, porque nos estáis contagiando enferm

s pochos y el agua con un sabor raro

sques, y cuando sea mayor o tenga

que han venido mis

ar lo que ensuciábamos porque la naturaleza nos daba los recursos gratis, sin pedir nada a camb

endamente egoísta y antropoc

odos a Hamelín y limpiaremos el paraje con vuestra ayuda, ratas, que seréis

guardar la tienda que se t

nces? Los roedo

n realidá’. Está inclinao y las a

que creo que me he

sta. Una vez llegaron y se las invitó a unas buenas gachas para entrar en calor, las rat

ilizantes químicos y los pesticidas, nadaron por el río para encontrar los puntos de vertidos contaminantes y recorrieron las alcantaril

r las placas de amianto, dejaron de usar fertilizante, sellaron los puntos de vertido al río y desbloquearon las alcantarillas que tenían b

más tiempo para el trabajo y para sus hijos y, por lo tanto, salieron de la pobreza y tuvieron la oportunidad de cambiar sus malos hábitos. Con

ntidad que le debía y organizó el Hameln Flaut Fes

rque atrajo a otros ciudadanos del lugar y juntó la música con

i

flautista

a las ratas fuera del pueblo y las ahoga en el río Weser, librando a Hamelín del problema. Cuando vuelve para cobrar su recompensa, los aldeanos deciden no pagarle y el músico decide llevarse a los niños con su misteriosa

los niños de Hamelín murieron a causa de alguna enfermedad, ahogados e

ratas de la ciudad para que se vea que todo problema tiene más de una versión y que no

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