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¡Entre el Amor y el Odio!

Capítulo 4 III

Palabras:1252    |    Actualizado en: 29/01/2023

pa, limpió la sangre y fluidos que había entre sus muslos, los infelices abusaron de ella sin ninguna piedad. Levantarse fue una toda una odisea, su cuerpo se encontraba m

te. El dolor era profundo e intenso, jamás volvería a escuchar su voz, ni su risa, no sentiría de nuevo su abrazo, todos los sueños

abajadores que iba arreando un gan

r el cadáver de Gustavo. Los gritos ensordecedores de la muchacha estremecie

e morían de viejo no con un tiro entre ceja y cejas. Todos quería saber quién hizo algo así y clamaban

ado y la única testigo estaba casi al borde de la locura. A Micaela

ndo despertó ya se encontraba un poco más tranquila; Yeudiel y Edmundo

entía en su pecho no tenía nombre, su hijo era su orgullo, su primogénito, tenía todas las esperanzas puestas e

tada en su cama con la

mano y le habló con muc

amos saber lo que pasó, el que realizó esta infamia de

cansancio y una tristeza pro

a vacacionar con sus barraganas*. Por otra parte, ya Edmundo Montenegro con el pasar de los años y con el cambio de gobierno dejó de ostentar un sitio privilegiado en Caracas. Luego estaban ellos los Mattordi unos inmigrantes judíos que, aunque poseían tierras dinero y ganado, jamás se podía equiparar al de

an del pueblo. Querían robarnos Gustavo le

ero su suegro también est

la sangre de mi hijo clama justicia y la tierra no

que solo alumbraba las luciérnagas, escuchamos caballos acercándose, ellos se percataron de nuestra presencia, intenta

a su hija y le

o lado, ve la condición en la que está mi

os ojos para cont

bien e

San José de Tiznado estaba desolado, el luto se sentía en

os habitantes se abocaron al lugar, querían ver por última vez al carismático Montenegro

do, sus ojos estaban rojos e hinchado, nunca en su vida ha

alma gemela, le arreba

an y le daban el pésame, pero no prestaba atención a l

mento mucho su perdida —ella giró la vista y

cima a golpearlo, a descargar una pistola en su humanidad, otra hubiera gritado a los cuatro vientos que lo

mas que brotarían de sus ojos, se levant

ndolencias? —le preguntó con un sarcasm

rutó con

con el mismo tono y altanería al ver que ella no lo había denu

razó y deslizó su mano lentamen

tuya, que no vale nada, me desquitaré con lo que más te duele, no tendrás paz ni sosiego, te haré sufrir

literatura oral del folklore venezolano, cuant

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