Un amor por contrato con el CEO
ndra C
a. Todo fue tan rápido y extraño, que a pesar de llevar el vest
s este paso será más difícil de lo que ya es. De por sí, el contrato que me ata a esta situación es
escucha del otro lado de la puerta y mi coraz
me reclamo, porque tengo
exige, sin atisbo de dulzura o sua
nerme tal cosa, si a la vista está que no es algo que dese
s de que su enfermedad se lo lleve de este mundo. Mi vida ha sido un poco diferente a lo que él quería para mí
en mis ojos es difícil de ocultar. Pero soy actriz, mi pasión es
o irritado. Lo acompaña con uno
pondo-. Ya e
un segundo en el que m
le que
silla y me dirijo a la puerta. Voy dispuesta a cambiar mi v
*
mi alrededor. La fiesta está en su apogeo y a mí me
rta, la idea es que todos crean que es real; pero su actitud, ha dejado mucho que desear. Su expresión debería demostrar felicidad, sin embargo, dista mucho de eso; ante mi cercanía, más frío y falso no puede verse. Lo único bueno en todo esto es que, entre los
reírme, porque mi nuevo y flamante esposo pertenec
ssan
de donde proviene la voz. El hermano de Dyl
iento. La sonrisa se acentúa y extiende una man
eza hasta que deja un beso que no me hace sentir cómoda, me provoca escalofríos. Le dedico una so
rarme unos minutos en el baño. A Dylan hace un rato que no lo veo y no creo que tenga problemas si hago lo mismo qu
a poco, cuando la puerta del baño se abre y se escu
za, ¿crees que su actitud de play bo
esencia, no está de más saber lo que piensa m
que se buscó como esposa -señala la madre de Dylan, con desagrado-. Me avergüenzo de solo pensar en la cantidad de escándal
compaña y de quien no reconozco la voz-. Pero sí es muy raro que con la vida que lle
la forma en que nos hacemos menos entre nosotras mismas, s
en su máxima
ta al cerrarse. Suspiro con alivio y trago el nudo en mi garganta. Aunque soy consciente de lo que todos piensan de mí, igual escuece como una herida ab
itarlo, impacto con su cuerpo duro y sus manos me sostienen por la cintura antes de caer al piso. Por unos etern
ntimos". Su mirada profunda cambia y se convierte en la dulzura más falsa que jam
semos algo. -Sus ojos azules me escrut
. A mi mente regresa ese instante en el que el trámite se completó y nos besamos como parte de la ceremonia.
ono grave y duro. Pero vuelve a poner su
n detenernos ni una sola vez a tratar con los invitados; Dylan nos lleva hasta una oficina a pocos metros del salón
ivorcio. Léelo y fírmalo -indica, co
ra...
exaltada y nerviosa. Esto no
ceja, irritado
es más falso que tú. -Su ofensa me daña
mi respuesta, porque de v
dura menos de una hora, mi abuelo sabrá que todo fue una farsa; le dará
or, Dyla
nder las razones por las que él me trata como lo hace, pero no voy a perder mi tiempo preguntando-
no es lo que me preocupa; sin embar
cómo fue que alcanzaste tal patrimonio, pero el mío no sum
nificado de sus palabras, está insinuando
za de brazos, escéptico-. Solo necesito que me des un mes al men
ecífico y tan cercano, además, pero sé que
irma ahora y lo hacemos cum
, yo tampoco confío en é
Sus ojos son dagas que me atraviesan y son capaces de debilitarme
abra, a difer
que est
n O Conell. No sabes nada de
o bastante, de
e la sangre con las ganas de hacerlo, de
a pensar de todo este teatro en cuanto todos sepan? Vi
arlo, pero por su expresi
gunta, con su ceño fruncido
de resoplar y me limit
es una rec
que firmaste un contrato y que nadie debe saber sobre esto. Te destruiría y
rmar un escándalo, no
nstante en tu vida. Y t
ueba mayor que lo que sucede entre nosotros. T
? -pregunto, p
te -advierte-. De mí no va
ú el que vino a mí con esta propuesta. Yo solo acepté -le re
ida, porque sin decir una palabra más, recoge el sobre que
antar un mes los tratos de un hombre como Dylan O Conell, podría considerarse tort
ostro, dirigida a mí. Extiende su mano en mi dirección, ofreciendo lo que parece un baile. No puedo decir que no y cuando nuest
mi respiración se vuelve superficial. Su otra mano
usurra, contra mi boca. Trago en
ue debíamos
actuando, lo haces bien. Cuando terminemos aquí, nos iremos. -Frunzo el ceño e inclin
estudio su rostro. La picardí
a voz adrede, para
a sonrisa, que no es tan falsa como me gustaría que fuera. Pocos minutos después, avanzamos por
esito dejar algo antes -dice,
después, det
ena, con voz
Có
ntendiste
er
estira y por encima
auto de una
n su lugar, pero tengo las de perder. Me trago la rabia y salgo del auto, mis
No me escucha, cierra
llevo puesto, cuando diviso otro auto que se acerca. Tragándome mi orgullo, le hago señas para que se detenga y suspiro de alivio cua