Enamorada de mi padrastro
ó su teléfono móvil. Recordó que aquel hombre le dedi
ama de llaves, entró en su habitación tras una breve llamada. Tení
ó la voz. -¿Me puede hacer un favor? Cuando venga Cristina, por favor, d
onrió y
o, qu
irigió a su móvil y concertó una cita con Alessandro Mason. Por desgracia, el hombr
de alta definición que tenía delante. Desde que murieron sus padres, Isabella nunca vio un céntimo d
tener le dieron la espalda cuando se enteraron de que Michelle Griffin había conseguido un puesto de becaria con Louis Virgil y empezaron a seguirla como perritos callejeros. Fue entonces cuando Isabella supo que incluso su es
en serio. Necesitaba a alguien que la distrajera de Louis. De ese modo, dejaría de molestarle y le permitiría continuar
tida y quería saber todo lo que ocurría en la vida de Isabella. A veces Isabella mentía para mantener a raya a la mujer. A veces Cristina se sentía como una amiga de verdad, p
amente le gritó a través del teléfono. Como de costumbre, Louis razonó c
abía dicho que no a la mitad de las prendas, que eran feas y caras. Los dueños de las tiendas se
pálido sobre su cuerpo mientras en la otra mano sostenía más de seis c
entada en uno de los sofás
ara. Era muy bonita, con unos ojos azul pálido que siempre brillaban de emoción cuando estaba cerc
a pero no podía evitarlo. No era una chica que se fijara en las cosas materiales. Creía que Louis ya había aprendido eso de ella, pero seguí
s al ático-. Cristina le
. Sabía cuánto la volvería loca Cristina y sabía que era para vengarse de ella por todo el sufrimiento que le había
istina le puso oj
ió el paquete antes de
ó las manos y se acomodó en el sof
vestidos de cóctel y faldas y vestidos informales. Cristina mostró un pulgar hacia arriba a todos ellos y aunque Isabella se mostró escéptica al principio, cuando se vio en el espejo, le dio crédito por mirar ropa
ir teniendo tan buen aspecto? -. pr
de hombros. -Tú también deberías; es decir, ¿cuándo fue la últim
arecía hor
rías tiene un trozo
? -. Isabella cerró los o
que comen como si fuera su última comida-. Cristina bebió s
terminó de comer antes de unirse a Cristina en el coche. El trayecto a casa fue silencioso e incluso cuando llegaron al edificio de Louis, Cristina no se molestó en ayu