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Una Esposa para el Principe

Capítulo 5 Cap. 4

Palabras:1123    |    Actualizado en: 05/12/2022

an

NTE EN

punto de quiebre, y sobre todo de

itación, incluso mi grupo de lucha podría excluirme de los

ión de nunca acabar, porque, aunque fuéramos uno de las fa

más en todo el país que acarreaban con este destino, pero que a la larga solo er

ién había investigado y mi línea no pro

, era el que había dejado algo de legado, que, con lo

ngkor?, ¿Por qué este rey no podía sentarse a

entras el dedo índice me dolió. Ya había comido más de lo

sé qué

vide, y no ha pasado nada… de to

l ceño,

tamos habla

ndo lo sabe aquí e

estado a espaldas de Akim…

ú lo

preparada para la tarde… y ¿sabes otra cosa…?

ran a Akim en estos momentos, odiaba que no me dieran los méritos de mis esfuerzos,

*

con bultos y una manta, y me apresuré en llegar

n decir una sola palabra, me pasó una capa, indicándome

sido cavados para pasar mercancía por tráfico, junto con personas

olar mis manos temblorosas, esperando que mi cabeza no apare

a larga se hicieron los de vista gorda, pero cuando me di cuenta de que estaba dentro del centro de Angkor y de que

s… esto es petición

a la capa, entre tanto intentaban mediar, pero de pronto unos cuatro hombres llegaron a su l

s hast

iban a hace

ir por la mañana? —preg

asó una mirada larga esta vez,

ie

pero aquellos hombres, me tom

a, entré

de esos hombres. Juraba que estaba con el

resistí por entrar al auto, que a la larga solo estab

rá nada… estas cosas deben

No había forma de que

general me miró por largo

el príncipe Farid, es él qui

ando escuché la mención, y aunque asentí con una mira

—el hombre negó, pero inmed

é en est

mayoría de veces escribiendo en su teléfono de última generación, por lo que solo decidí m

chofer cuando nos bajamos fren

jé rápidamente siguiéndole los

n siquiera saludarlo, e inmediatament

así que puse las manos atrás del metal, pero n

s solo podían vislumbrar lo nuevo, elegante y lo lujoso del lugar

d pasó la tarjeta, y

al final del espacio grande, exactamente en la ventana, un hombre con traje a espaldas,

cordaba un h

uerpo se congeló cuando se di

os pantalones de jean algo rasgados, y una camis

él solo se iluminaba por su p

kor… —en cuanto mis oídos registraron su voz,

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