Una Esposa para el Principe
iendo hacerlo antes de comenzar con esta, aunque se puede leer por separado como Kader, usted entenderá más la tra
po a
ri
LBOR
vez que venía a este lugar, donde podía liberar un poco el estrés de mis ho
bía marcado mi corazón, a pesar de ser como yo era,
. Y eso me enorgullecía sobremanera. Muchas generaciones pasaron después de ellos, sin embargo
re era el rey, así que el apellido Sabagh se mantenía vigente. Remuel Sabagh, mi padre, esta
ido para ello igual que mis antepasados. Pero, la sensa
irreprensible- no figuraba en mí si era sincero conmigo mismo. A mis 31 años ya había dado más guerras familiares de la
se lo demost
y un poco arrogante. Bastante complejo
ían a un rey fác
. Su crecimiento fue acelerado y brusco desde el reinado que las páginas de los libros y la misma red de internet me mostr
e informó el general que me ac
do a la reunión que se
ra
ria en todos los territorios para mantener la paz, las alianzas y la
ar a mí para seguir manteniendo sus riquezas. No lo decía por engreído, aunque podía presumir. La situación
regó un mayordomo abriendo mi pu
el general ingresó conmi
z que pensaba en el discurso que debía d
nadie sabía que podía preguntarme cualquier cosa
pero respondí
mi padre, a mi parecer esas reuni
lvo gracias a esas
confianza con Abud, pero eso no impe
rer peligro en su reinado -dijo en tono de burla, en
a con un edificio diseñado para esta reunión, muy cómodo y
ar mientras Abud y otros del personal de seguridad trataban de separar un poco la distancia que debían tener para
la cotillera y todos los artíc
móvil en el traje y procedí a sentarme. Muchos habían l
mbre infinidad de veces. Felicitaciones, agradecimientos y saludos a mi familia fueron parte de las pa
ré al
pónganse cómodos porque es
to salió después de la
materiales que salieron defectuosos. Ellos habían sido donados para algunos pue
solo daban quejas sobre su situación actual. Miré a mi oficial que estaba
rminaríamos nunca. Sin embargo, un portazo más una voz bastante forzada llegó a mis
ejarme entrar!
trataba la interrupción. Así como yo, todos en la
... generaciones de hambre y miseria!, no
l y él se adelantó para tranquilizar a los presentes. Después de todos estábamos en m
iba diciendo Abud caminando
é! ¡No, hasta q
rita! -escuché como la v
escuchaba a una mujer, y algo me dijo que debía i
, pude ver que al final estaba la dueña de
e esa mirada rabiosa, cargada de adrenalina y agitada, se posicionó en mí, hasta el punto en que mi cuerpo r
ron duras, con toda la intensión de
lla desafió-. Pero mi país Yom