Las amantes del Señor Garret
Aun me duele el golpe del estómago. Voy a dedic
bien que estuvo el documental en el que el ñu al final se salvaba o la película subtitulada de moda en este momento, per
i o alguien del trabajo metiéndome prisa. Imagino que por dos o tres días de baja no h
. Pero que pesada puede
la pantalla delante de mi cara. Lo pongo e
tras analizarlo fríamente, no tenía derecho a hacer lo que hizo. Nuest
l corazón, le quito la voz a la tele y me levanto a cámara lenta para que no crujan l
uerta. Lo que veo al otro lado me corta la respiración. Juraría qu
aquí? madre mía y yo con estas pintas. Si en algún momento he llegado a pensar que quedaría una tercera vez c
Qué hace aquí?- pregunto re
mirando fijamente la pa
trar, más porque deje de fijarse
dos días sin
dispuesta pero mañana sin falta est
que recuerde haber pasado. Lo segundos pasan y nada. Al
eso?- pregunta señ
cia. Parece más de
mi sonrisa y continúa con el semb
ía momento más incómodo que el tenso silencio de tu jefe, mentía. Es muchísimo más violento que llegue tu e
locar la llave en la cerradura, así qu
se va a liar. Tiene la cara co
en meterlo en casa.-dice p
que he faltado al trabajo.- explico.-¿Podemos habla
ajadas.-¡Pero si te lo ha
odré reprocharle nada a mi jefe que se comporta como un esp
o la mano por la frente,
a que me ha puesto los cuernos,
carme al portal. Estoy en pijama y sin absolutamente
contestar, Ian lo ha empujado contra la pared y le ha obligado a s
ro al de Toni hasta casi tocarle la nariz con la suya.-
ce nada, está tan asustado como yo. El hombre de hielo comportándose c
to antes.- lo empuja y cierra la puer
e movido ni un músculo. Ian camina
ge lo que qui
es o caballeros de armadura reluciente. Con la misma serieda
era un abuso de fuerza y cualquier hombre que viera a una
o ningún siti
tus cosa
sí que sin pensarlo dos veces voy hasta el armario y saco la maleta del altillo pa