La Reina de la Mafia "El regreso de Camile"
solo tomé decis
mi
chos considerarlo un milagro, pero las mujeres como yo, no creemos en
atraída por los dos. Mass es el tipo de hombre cariñoso y afectivo, inteligente y hasta ahora des
ido y excitante. Él, quedó atrás, me traicionó y hasta dejó embarazada a la mujer de su hermano. Eso es algo que deb
reina de la mafia" como me conocen mis socios y mis enemigos, mas debo regresar para vengar la muerte de Piero, se lo
uerte, reconquistar a Mass y recuperar a los hijos
rdote aquí? -murmura Camil
os italianos creen más en el Papa que
nas que asisten, están allí para confirmar
nguno pueda reconocerla. La rubia de lentes oscuros, va tomada de la mano del hombre de boina gris y
ber quien es aquella dama. Paulina que aún está im
damente Úrsula, quien a pesar de saber que Piero
ro hablar de su muerte, para mí seguirá estando v
e ella misma no entiende. Pero le duele ver que
ontinúa dentro del auto, siguiendo cada movimiento de Paulina y Massimo.
er que le vio Mass
upo lo que deseaba, esto debe ser más
e más que ella sabe lo diferente que pudieron ser Mas
h ba
assimo pudiese lograr estremecerla tanto. Estaba tan acostumbrada al sexo apasionado y salvaje de Piero, que ahora
vaso con agua, sedienta del placer que acaba de pr
or la lujuria y la pasión. Massimo al contrario de Piero, era sumiso, callado y sobre todo tímido. ¿Qué podría brindarle? ¿Paz?
y sudoroso. Él apenas roza sus nalgas siente una erección inmediata. Astuta e insaciable como sue
e a él, lo mira co
creer que esto
n su habitual dulzura cuando s
re -se aproxima a su boca, él la apreta contra su cuerpo y sus
ora siente por Mass, la aparten de su objetivo inicial, vengarse de la traición de Piero. Ella acaricia
la observa. Ella continúa descendiendo por su abdomen hasta su pelvis, desde allí lo mira fijamente, abre su boca y saborea su sexo. Aunque Massimo se siente en la glor
la situación, de devolverse a sí misma el poder. Pro
unta como presumiendo lo que
ntras se saborea con la lengua
odón, se lo coloca y sale a
pregunta con ci
la quier
a de la regadera caiga sobre su cuer
*
s negocios. El imperio que cree con Piero no puede ser derribado. No mientras yo esté
ponde como siempr
esa frase no va con ella, incluso cuando vivía con Piero, el
era ondulada, desabotona el vestido negro largo y queda en franelilla verde militar y pantalón de mezclilla negro. El piloto de la
anilla todo el paisaje, como despidiéndose de su pasado. Ya nada parece importarle, so
sito liberarme de es
a, su cabello negro liso se deja caer sobre su espal
un sorbo bebe el c
ve o
s, él está allí para ello. Su lealtad también va más allá de la admiración por esa va
la está un poco emocionada por la bebida. S
a bajar
delicada mano mientras desciende es
mosa es un atractivo aviador, que se dedica a trabajar desde varios años co
o. El Indio conduce, mirando por el retrovisor la finura de su rostro y sus provoca
lar su desequilibrio, suben al ascensor, se
ción. Camile está sensible, quisiera derrumbarse y llorar hasta el cansanc
observa la noche de Milá
veme un tra
rona. En
abes otra pala
responde. Le entrega
ue es sufic
, lo toma por la solapa del sobretodo gris y le dice
s, nadie, ningún im
s un verdadero hombre, pero si lo hace hasta ese día podrá esta
ndamente para
idiotez, so
lo
retira
a, deja la copa sobre la mesa. Y camina has
po deseándola, pero ella no lo mira. Él no existe para Camile. Recuerda entonces las palabras de Ringo "Esa no es mujer
eo, su compañero tenía toda la razón. Minutos
dime ¿Có
mirada, Camile está totalment
los ojos con la man
e veo. Y no me refiero a mi cuer
ecer fijos, su inconsciente desea contemplarla como tantas veces a soñado. A duras penas, logra mantener
y difere
diferente, ahora soy otra Indio, otra
la bata de seda que se adhi
allí, por si... te necesito -dice ella, abrevian
to y se quita la chaqueta larga, arremanga el suéter
sus senos, su abdomen y el interior de sus muslos, toma una de sus manos, separa sus labios verticales y con su índice digita en movimientos circulares su cartílago,
autosatisface. Si tan solo lo llamara, él iría a su lado. Podría demostrarle todo lo que s
-repite ella
uardaespaldas. No puede creer que ella est
imo Rizzo, eso nunca. Aquello era como si el fantasma de Piero, aún estuviese frent
a evitar escucharla. ¿No es lo suficiente
regunta repetidas veces hasta q