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La magnate

Capítulo 3 El plan de Hariella

Palabras:2204    |    Actualizado en: 04/10/2022

as dos quedaron de nuevo en

había llegado a descubrir el nombre de ese hombre con el que había hablado hace pocos segundos, pero eso podría solucion

gó Hariella a su secretaria Lena, quebr

e acercaran a Hariella de estafadores o farsantes. Tendría que averiguarlo primero antes de dar un veredicto acusatorio en contra de él, y eso se le sumaba que notó el cambio en la voz de su señora. Lena, era quizás la que más conocía a Hariella y sabía que en el fondo esperaba que le dijera que

incero, pero a la vez podría ser un

rteza en tus

s llegaron al departamento eje

o fue impuesto por Hariella, ellos la hacían por su gusto. Llegó a la más grande de las oficinas y Lena le abrió la puerta. Allí se sentó en su cómoda y acolchada silla de escritorio de color negro, que más parecía el trono

a informa

cina con una carpeta marrón, en donde estaba el nombre

ora Hariella? —preguntó

todo. Pued

ó a Hariella sola en

a en los papeles—. Veinticuatro años, bastante joven y también muy alto. Terminó la carrera de pr

do, cogió el teléfono de su escritorio y llamó a L

riella? —preguntó Lena, al ins

fuera la primera vez que me vi

hacía cambiar en un parpadeo su genio. Además, no entendía la pregunta, a su señora unca le había importado lo que dijeran de ella y menos de su apariencia. Ni para Lena, ni para nadie en la empresa era un sec

o”, si lo era para él, mucho más para una mujer. Lena siempre había admirado a Hariella, porque a pesar de su dinero

la respuesta y refl

extraño de su señora en el ascensor y ahora esa pre

r llamado la atención

y los había rechazado sin titubeo y de forma directa para que no hubiera confusiones. Un simple muchacho aspirante a gerente en su empresa, no podía haber llamado la atenció

anquila por su respuesta al ver el

o estafador. Si es malo, tendrá un precio por el cual quedará hechizado, y si es bueno, ignorará el dinero por completo. Pero por supuesto que él ha venido por

ordene, seño

hermosa con la que recién había hablado y también el dulce aroma de ese inolvidable perfume de flores. Eso pudo calmarlo y comenzó a caminar con cautela. Los latidos en su pech

mujer, que tenía una tabla con broche,

soy H

a la oficina donde te

n ordenadas en filas, pegadas a la pared, y se ubicaban al frente de la oficina. Los cuatro se lo quedaron mirando, como si estuvieran juzgando si él podría ganar el trabajo. El ambiente era tenso y

iendo y en este momento no había nada más relevante que su entrevista. Había algo que todos comentaban: “La magnate es una mujer muy rica y poderosa”, decían ellos y seguían hablando maravillas y,

ención, que todavía no habían aparecido esas dos mujeres. Giró el cuello para ver si venían, pero no había rastro de la p

reciar tal belleza de paisaje. Se concentró en el hombre del elegante traje de color azul que estaba sentado detrás del escritorio de cristal. Sin duda era una buena señal que hayan conce

preguntó aquel señ

mismas interrogantes, siempre había respuestas diferentes, y todas llenas de esperanza e ilusión por querer adueñarse del cargo de gerente de finanzas o en términos generales, de cualquier

. Soy Herm

o un rápido vistazo

bía a los que realizaban la entrevista. Hermes se sentó y aco

exámenes en la universidad», pensó Hermes. Apenas c

s. Tengo un hermano menor y mis padres todavía viven juntos y felices. Me gusta leer y también me gustan los deportes

é estás interesa

arte de su éxito en el futuro y quiero ayudarla a crecer mediante la gerencia de finanzas y así l

ra normal que muchos se equivocaran o titubearan al responder, producto de los nervios. Hermes, al ver tenido un inicio impecabl

stador— y dime, ¿por qué eres la

ad al momento de expresar su respuesta y parecía que se había convertido en un diestro maestro d

. El entrevistador lo tendrían en cuenta y que quedara pendiente a la llamada o al mensaje que le avisaba si había sido rechazado o si, por el contrario, había sido el afortunado. Respiró lento y profund

ho. Ya deberían

Dos amigas mías se han retrasado, pero es un hecho que ellas llegaran. Se la ha

s por eso. Aquí cada quien

ias,

o hizo, la secretaria del encargado

nzas? —preguntó el hombre, ante la duda de lo que

ermes Darner era el último, y

é amigas se refe

a secretaria, no había entendido l

a, puedes

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1 Capítulo 1 Prefacio: El ascensor2 Capítulo 2 Conversación de Hariella y Hermes3 Capítulo 3 El plan de Hariella4 Capítulo 4 Una rosa de Hermes para Hariella5 Capítulo 5 El enojo de Hariella6 Capítulo 6 La prueba de Hariella a Hermes7 Capítulo 7 La desilusión de Hariella8 Capítulo 8 Un beso bajo la lluvia9 Capítulo 9 La oferta de Hariella para Hermes10 Capítulo 10 Un paseo al atardecer11 Capítulo 11 Nuevos sentimientos12 Capítulo 12 La revelación de Hariella13 Capítulo 13 La confesión de Hermes14 Capítulo 14 La proposión de Hariella15 Capítulo 15 La decisión de Hermes16 Capítulo 16 Regalos de pareja17 Capítulo 17 Matrimonio por contrato18 Capítulo 18 Noche de bodas19 Capítulo 19 Fin de la velada nupcial20 Capítulo 20 Mañana de esposos21 Capítulo 21 Luna de miel22 Capítulo 22 Celebración en la bañera23 Capítulo 23 Vida de casados24 Capítulo 24 Disgusto, decisión y despedida25 Capítulo 25 Verdaderas intenciones26 Capítulo 26 Encuentro inesperado27 Capítulo 27 Hermosa ilusión28 Capítulo 28 Olvidar el pasado29 Capítulo 29 Visita imprevista30 Capítulo 30 El perdón31 Capítulo 31 Caminos separados32 Capítulo 32 El final33 Capítulo 33 Un nuevo comienzo: Hermes Darner34 Capítulo 34 Un nuevo comienzo: Hariella Hansen35 Capítulo 35 Cuatro años después36 Capítulo 36 La llamada37 Capítulo 37 El regreso38 Capítulo 38 Promesas cumplidas39 Capítulo 39 Lena al descubierto40 Capítulo 40 Linaje de diamantes41 Capítulo 41 El reencuentro42 Capítulo 42 Reunión ejecutiva43 Capítulo 43 La confusión44 Capítulo 44 La venganza de Hermes45 Capítulo 45 Confesiones y mentiras46 Capítulo 46 Una rosa de Hariella para Hermes47 Capítulo 47 La invitación de Hermes48 Capítulo 48 El verdadero final49 Capítulo 49 Padre, madre e hijos50 Capítulo 50 La proposición de Hermes51 Capítulo 51 Epílogo: La magnate