Savannah
tras despedirnos prác
lado opuesto al pasible aspect
Algo que sabían que odiabamos y que durante mucho tiemp
a obligado a ser más doctoras en las ciencias hogareñas que profesionales de cualquier campo. Su férrea conducta árabe nos llevó a
me subí al avión que nos llevaría a Dubái, dónde
recía tan displicente, como yo reticente a la hora de
caso...
mos que obedecer, sobre todo cuando nue
mi hermano se sumara a la crueldad en su contra, pero a pesar de todo, ella nun
l jeque me casara con su hijo, este no denunciara mi falta d
estaría bajo el mismo sol que yo, y eso, compartiendo palacio
do con nuestro destino, me había puesto un vestido rojo vino, ceñido a mi cintura y con un escote en uve increíble que mostraba la mitad de m
ento iba escondido detrás del vuelo
había dejado resbalar por lo espalda para que todos
eque fue en escandaloso silencio. Unas míseras palabras
re el desierto y viéndolos saltar y levantar polvo roj
el chófer intercambiaron armamento y se de
có de mis pensamientos, aquellos a los que me había mudado cuando el chófer había avi
Amir...
la noche de mi vida, marcó todos los siguientes soles de la misma, dejando su semilla y hoy su hijo dentro de mí, me mar
ndo a casarme con otro, cuyo padre se llamaba igual que
ermana y mi hijo, me bajé del coche y lancé el maldito bur
omo si fuera una Cenicienta en medio del desierto, regresó a por el,
unicarme que nos habían capturado sin apenas haber escapado, yo
os, mostrando en toda su altura la furia que sentía de verme, imaginaba que con los pechos expuestos pues él y los d
erá la mí
e las coincidencias no existen y eso a lo que llama
desado; porque si aquel árabe que reclamaba a mi hermana era su hijo, no me cabía la menor duda de que s
el padre de mi primer
spalda y su mirada perdida en mis pechos llenos a causa de la presen
me erizaron la piel y tuve que
ededor, obligandome a soltar la mano de mi hermana para darle paso a
gante turbante negro que cubría su pelo y le hacía resaltar los
évens
idamente, solo de él ordenarlo, le hicieron levantar una mano
mente con los disparos detrás de nosotros y aún así, el miedo lo
ntí mis pezones erizarse bajo su ronca voz - llevo seis semanas pen
amente reconocido por mi molesto cuerpo que parecía
en una sola ocasión. Lo deseaba incl
ás tomarme nunca más - me aventuré
erte en el oído y se dió la v
cercó manteniendo su postura de manos en la espalda y sus
que me llevaron a una brutal respuesta que me lanzó, hacia el inicio
inta? - él sabía tanto como yo, que no había usado protecci
sa que me ayudara a canalizar mis esperanzas, él me mostró el primer impacto d
ma bajó por mi mejilla y otra encabezó la marcha de las siguiente