La viuda de Pholpocel <<la lucha entre el bien y el mal>>
o dudó en tocarla porque quizás él estaba tan cansado que no apreciaría lo que ella quería mostrarle, se atrevió a hacerlo suavemente para no alarmarle y dejar a la suerte el hecho de que se l
é aco
despierte, pero qu
qué se
lo condujo hasta la puerta principal, donde al llegar, se detuvieron─. Ne
solía tener─, pero confiaré en ti... ─ambos salieron tomados de la mano porque era así como ella lo conducirí
conjunto de rocas al que lo conducía, había un buen trecho, ella no se refería a faltar
ir el fenómeno del brillo de la aurora; elimi
de repente un brillo fosforescente apareció en el cielo, y aunque de momentos disminuía, volvía a intensificarse hasta que apareció un
s decirme de
ero si quieres, pue
l ver que se trataba de un fenómeno de gran he
l espectáculo ape
te puestos en primera
que la joven pensaba desde el principio, se sentaron sin decir nada y contemplaron como "las cortinas" desaparecían y volvían a formarse. Cada uno estaba en su sitio observando el hermoso suceso con fas
o te gusta
e sentó junto a ella, y sin miramiento, la abrazó
cidido seguir sus sentimientos, correspondió al abrazo y, posando su cabeza sobre el tórax de él, levantó la mirada
urora no ─lo vio sonreírse y hacerle caso, y cuando la au
ó unas sandalias bajas; y después de preparar el desayuno, salió para buscar a Sebastián, ya que ella podía saber con exactitud dónde estaba aun cuando no lo había visto en toda la mañana. Al subir la cuesta por la que llegaron, divisó al almirante sen
ban hasta el suelo formaban una circunferencia perfecta alrededor del tronco, su corteza era de color rojo, sus hojas eran de tonalidad naranja y producía unas frutillas r
guntó ella, puesto que
se apoyara mientras se sentaba a su izquierda sobre el verde césped. La pelirroja se posó lo más cercana posible,
anza plena de tu interior, y así poder dejar de usar las arma
de defensa ─refutó el marine sintiendo gracia por el término que ella había utilizad
ó─; sin embargo, esas son cosas externas y yo me refiero al poder y fuerza que está dentro
nte─; pero para tu consuelo, voy a decir que, jamás he usado mi armamento contra alguien que no
mas tú, "n
ntimientos; siempre ha sido para defender a alguien de gent
ambos conceptos son relativos según cada individuo, no podemos hablar de verdadera justicia; no obstante, el amor es perfecto, y bajo esa perfe
freno, sino es por la "fuerza"; por eso la utilizamos, pues es la única forma de vivir en armoní
ropagando la oscuridad, y a ella solo la vencerás si la confrontas con la luz ─volvió a recostar su cabeza en el hombro de él─. Si vieras a
se divierte a costa del sufrimiento ajeno?! ¡Pues para mí es la ley dl talión, así que no se aplica misericord
lizas sus medios, te haces semejante a ellos, y se supone que son ellos los que tienen que parecerse a ti y no tú a ellos; siendo ésta la razón por la cual jamás lograrán
un desvalido ─dijo Sebastián con voz de que por más que se esforzara, le sería imposible hacer lo que según él, ella sutilmente le pedía─. Sin temor a equivocarme, creo que esos seres del averno no merecen la
cedentes de las cascadas, recorrían sin cesar los alrededores y movían constantemente la copa de los árbole
físico o cerebral que si se trata de la manera apropiada podría solventarse, pero aunque no se pudiera arreglar la causa del desperfecto, no me cortaría el pie porque eso solo empeoraría mi estad
e tu prójimo te dolerá tanto como quitarte el pie; pues aplicar lo que según tu
si sufriese una gangrena; y si no amputas pronto la parte afectada, la gangrena se propagará y dañará otros tejidos ha
os virus, el cual corresponde a personas que conociendo la luz, prefieren las tinieblas; el segundo, el que para esta ocasión compararé con la in
─pensó como si el hecho de que ella usara t
nto del amor que permita reforzar y aumentar los anticuerpos, ha creado un trastorno autoinmunitario que hace que los anticuerpo luchen contra todo lo que se atraviese, y es en lo que se sustenta esa manía de inten
abes que el cuerpo reacciona de forma natural contra patógenos, es decir, no es una atrofia
ero daño cuando tratas de acabar con la violencia, aplicando más violencia, y no el amor ─refutó ella con mansedumbre y se separó para verle directo a los ojos─. Has oído que he hablado sobre Valoha, pero aún hay mucho de ella que no conoces, así que ahor
con gran curiosidad,
indicativo de que no existe dentro de un ser, irá susurrándole a su creador que es correcto lo que hace porque su bien, y aun el de otros, va por encima de ese mortal al que ella considera que debe eliminar por ser una amenaza; y una vez convence a su creador que aquello que hace es justo, él pierde su esencia como un agua que se torna turbi
ue ver con nuestro tema principal? ─preguntó é
rializarse en el Apocalypto; ella, surgió en mí desde niña aun cuando crecí en una aldea donde la enseñanza del amor es lo cotidiano, pero como la práctica de éste es una decisión individual y en mi interior me veía constantemente amenazada
personas hacen malas cosas, y viceversa –agre
idad con mi entorno y prefiriendo la individualidad egoísta que hace escoger "estar bien" por encima del mal que pueda generarle a otros; pero un día comprendí la filosofía de armonía que había oído de mi padre y mis mentores, y me dije que lucharía por cambiar; y cuando percibí que cualquier esfuerzo que hiciera por el cambio, po
y posando su mano sobre la de ella como pidien
rzas tanto por ese
l que "no lo merece", vendrás a ser como un fuerte viento ante el que tarde o temprano, todo terminará sucumbiendo; siendo ésta la verdadera esencia de la filosofía Aminixur: luchar día a día contra la oscuridad que nos rodea, y asumir el c
yka; pues tal como ella expresa, tener el conocimiento no hace vivir el conocimiento; así que, aunque ella ha comenzado a transitar el camino de la luz, no puede avanzar porque no ha conseguido desprenderse del dolor que le ocasionan las vivencias evocadas en los analepsis; no obstante
me acabas de pedir, y lo único que se m
? ─dijo él extrañado
upefacto, el almirante se incorporó y procedió a darle lo que le había pedido, entonces, ella desdobló la tela y le cu
portante que sepas que parte de mi entrenamiento consistió en privar
ó hacia la cumbre de la loma desde donde calladamente lo observó caminar a la deriva; y luego de unos minutos, lo vio sentars
ncillo, pero que en realidad no lo era porque, tal como ella le había dicho, la técnica
ue no puedes, pero eso no indica que sea cierto; y si pudiste ejercitarte para utilizar un arma, que es más difícil porque no forma parte de t
nergía si estás tan lejos ─dijo el almirante con un tono de v
para permitir que alguien te enseñara; con esto no es diferente, solo que tu maestro está dentro de ti y tú
a volver a intentar porque jamás he sido hombre que se rinda a l
ara hacer el desayun
es voló despavorido; por lo que, a pesar de que en su interior estaba segura que no le había pasado nada al almirante, decidió volver y cerciorarse. Sebastián, quien estaba escondido detrás de unos árboles, divi
có su brazo bajo la cabeza de Penélope para evitar que ésta se golpeara durante el recorri
que si te
es un tramposo ─dijo
ctitud de hac
ada que d
e quieres enseñarme ─le vio asentir, y sin po
DE TULUAN
y se levantó, él, haci
osadía, no qu
vestimenta del polvo de la caída, y enseguida, le vio directo a los ojos─. Si no permití que
ogó el oficial y comen
s corazones a través de él. Por ello, los Aminixur podemos dar besos en la frente, en símbolo de protección; en las mejillas, en señal de cercanía y admiración; en las manos, en símbo
l llevándose las manos a la
ro no puedo permitírmelo porque so
mirante, tomándole el rostro con ambas
sientas avergonzada. Más bien dime, según tus tradiciones, ¿Cómo
proponerlo ─contestó Penélope enseriándose, y l
aunque no lo demostraban, tenían el corazón latiendo aceleradamente; y como la viuda asintió al tiempo que le sonreía con timidez, él, le levantó la diestra y le dio un beso en la dorsal de ésta, haciéndolo todo si
eno, la verdad es que si vamos a regirnos por las reglas de mi aldea, la ceremonia solo debe ser oficiada por el pariente masculino más ce
der ir en busca de algún Aminixur que nos pueda casar ─comentó
alir, la lluvia arreció. Por su parte, el almirante, que curioseaba los libros que tenía la vasta biblioteca, no entendió el porqué de dicha actitud y fue tras ella; y quedando a la entrada del recinto, contempló como la pelirroja daba
en se levantó para estar a su mismo nivel; entonces él, que apenas empezaba a mojarse, d
te gustara tan
ado, aunque a menudo no me doy ese gusto... ─dijo Penélope
rdo haberlo
ella estaba jugándose, se limpió con serenidad el rostro y fue tras ella. La brisa movía las hojas de los árboles con fuerza, y cuando el soldado hubo pasado junto al árbol de wanipan, la pelirroja, que estaba escondida próxima a él, aprovechó para retorn
trajo hacia sí y la abrazó. Ambos reían como niños, y el almirante, asiéndola de la cintura, la alzó y comenz
bastián poniendo su mano izquierda bajo su prop
omo lo único y especial que es ─dijo la joven, quien se inclinó levemente, le limpió el rostro de la lluvia
con su mano derecha y permanecieron por unos segundos mirándose con
Penélope sintiendo que mutuamente se est
y ambos se incorporaron, mas como Sebastián se adelantó un poco, ella, de un sal
amado, y enseguida, soltó la cola alta que tenía y volvió a
e, y la acorraló contra el marco de la puerta en
e el militar le sujetó el mentón, le inclinó el rostro hacia abajo y le dio un beso en la frente, y luego, en t
ía encargado de limpiar todo; y bajando, halló que ella descansaba sentada sobre el sofá del recibo, ciñendo un vestido rosado tipo blusón, de mangas largas, y cuyo largo era solo un poco más arriba de lo que siempre vestía; y como su v
o que ese ser dedico particular atención para hacerte, pues eres inmensurablemente bella ─ella giró el rostro para verle con una sonrisa─ ¿En qué piensas que estás tan ensimismada? ─la jov
o, y en tanto accedía a virar el cuerpo entero hacia él, el mari
bienestar; y es que al igual que él, yo también daría mi vida sin pensarlo con tal de que tú es
r el ahora ─dijo la pelirroja con una voz muy tierna, pero con la firmeza de una cordillera rocosa, y se giró para verle a los ojos mientras hablaba─. Yo he aprendido a disfrut
ocupo su lugar no es algo fácil de asimilar─ se recostó sobre el espaldar del mueb
u propio lugar ─se inclinó un poco para poder mirarlo a los ojos─.
colocó su brazo izquierdo detrás de su propia cabeza en señal
puesto destacado en mi corazón y tampoco pude entregarme a él más que con un beso... ─el marine hizo un gesto de asombro, y ella le acarició el rostro y recostó la cabeza sobre el tórax de él─. Pero contigo es diferente, porque, aunq
llos, y seguidamente, le rodeó la espalda con su musculoso brazo─, pero
mor quebranta las reglas que rigen el tiempo y el espacio, ya que todo está conformado por amor ─levantó la mirada sin perder su postura y