Él nunca quiso ser Romeo
o poder. Se sentía incómoda, odiaba que su piel estuviera reacia a las caricias de su prom
n par de noches antes había estrechado la mano de Eli
bía amar. Todo habría sido muchísimo más sencillo si el huracán de cabello castaño no hubiese regresado
se escuchaban cada vez más fuerte, tanto sintió miedo
l cuello, mientras sus suaves manos
, pero es que ella no quería sentirse más culpable de lo que ya era... Así que, jurando que se llevaría ese secreto a la tumba, se dejó caer e
*
ente divagaba entre una encrucija
ábana blanca y se dejó caer sobre el sillón que se situaba a un lado de la ventana de la habitación. Observó con melancolía la noche bañad
ló la pequeña hoja de papel que estaba buscando y delineó cada letra con
ra dart
rellas,
as más q
había estado durante todo ese tiempo. Pero no fue capaz, ¡joder! ¡no pudo! Sacó un anillo de plástico azúl, su alma se transportó
rrió la prim
stante, entonces tuvo que caminar hacia el baño mientras respiraba por la boca. Sacó del tanque del excusado el frasco anaranjado
a le repugnó después de ver a un lado de su refl
-se dijo
e él le hacía el amor bajo las caricias de otro hombre. Cada día deseaba con más ganas hablar con e
tir su calor, pero se limitó a abrazarse a sí misma, no se atrevería a verlo como si fuer
de estar opacos por la culpabilidad y la tristeza. Se estaba convirtien
z de concil
la cama, fue por otra pastilla y se tumbó sobre el sillón mostaza una vez más,
ducido, la incomodidad la había hecho estar pequeña y silenciosa en el asiento de copiloto mientras Eliot y Éber con
n la otra, se relamió los labios con algo de decepción hacia sí misma cuando le echó un vis
calentaban por la taza de té verde que tenía entre las manos. Se quedó mir
ién soltaba humo, uno que a ella le reconfortaba. Aunque uno sea dañido y el otro no, llegó a la conclusión de
miró al hombre en su cama para evitar sentirse culpable por lo
*
pentido de no haber llevado consigo a su guitarra, pues se le ocurría
ropa, lo que no te gusta -Eliot puso los ojos en blanco, comentad
stamos esperando el veredicto del juez, en realidad. Luego de eso, podría via
s llevaba casi dos semanas en la ciu
pués, porque me iré com
en la línea, su mejor amiga
ezco lo que está pasando, desaprovec
gnifica que esté siendo
mano hace unas noches porque... -sacudió la cabeza-. Es una larga y confusa historia,
amiga a la que le quieren quitar a su hija, creo que podrí
vio su suéter rojo dentro del cesto de basura, prometió no usar más ese color y lo había cumplido.
conseguiste reemplazo? Er
los ojos en blanco-. N
gue. Siento que hay más cosas que no me has contado. A
a su puerta traspasaron el silencio. ¿Quién podía
ntras se resuelve el caso de la niña -
, ento
que decidiera regresar a Zacatecas, pero no pudo negar que estaba sorprendido de verla ahí. Su fe había comenzado a marchitarse luego de verla en el auto junto a su futuro esp
do?! -fue la misma voz de su amiga
después -colgó, sin
ronunciar por los nervios. Eliot se hizo a un lado para que ella pud
lefacción. Los dos tenían muchísimas cosas para decirse, pero ambos se s
su coherencia al recordar que no salió tan tarde de
u gabardina-. He leído tantas veces tu expediente psicológico, que ya hasta me lo sé de memoria -suspiró, un pequeño sollozó le im
iste tú, que sí fui un enfermo al utilizarte como la sustituta de un fantasma, pero luego de eso comencé a sentir la necesidad de tu presencia, yo... -se llevó los dedos a la sien, estresado-. Ya ni
e hice. Pese a saber que ya no tenía ningún desequilibrio mental, fui al psicólogo para poder reunir esos resultados y enseñártelos
olvía a los dos. Ella sabía que Eliot tenía razón, sin esas pruebas, ni siqu
tes? -quiso reprocharle mucha
unque te trajera unas pruebas de El Vaticano
acia a la pelirroja. Pero en ese momento sól
A pesar de que ella ya tenía más que claro dónde quería estar, a dónde quería regresar, sus pensamientos
cer, pero la verdad era que nadie podía ser f
corazón, y ya había
s minutos-. No sé qué hacer, Eliot -susurró lo último, sintiendo
currucarse junto a él, la pelirroja se permitió cerrar los ojos al sentir un poquito de tranquilidad. Ella creyó muchas veces que se sentía
erte. Me dolerá en el alma ser cardióloga y tener que decir que no pude salvar a mi abuela. ¡Ella si
ado en su reducido círculo familiar apenas visitó su casa por primera vez. Pero la situación era demasiado fuerte, era casi imposible
ince, bailando el vals en medio de la sala; cuando la ayudaba a regar sus plantas cada tarde después de llegar del colegio, a veces hablaban durante horas y horas como comadres chismosas mientras arrancaban la maleza. Lloró aún más al recordar la emoción de la señora al ver
acabarías con el dolor de la desesperanza de ir a verla cada día y no encontrar mejoría. Ella ya vivió lo que ten
in estar soñando. Más bien estarías demostrándo tu últim
to de su anatomía par
ego su al
steza, le regaló una p
ndo tan grande como para perdonarte. Ella n
, pero te seguirá amando desde el cielo. Y estará orgullosa al ver que pudiste
spirando el olor a jabón d
r hablar, pero justo ahora sól
uesto. Morfeo la recibió al instante en que su cuerpo entero tocó el colchón, Eliot son
que sabía que ella no podía escucharlo-. Mi alma vaga se hab
cía la soga con la que acabaría con su vida al finalizar la llamada con su mejo
l momento justo. Mia impidió que aquella llamad
ajo las sábanas. Le dio una última mirada al perfil del amor de su vida, g
s y durmió co
iría huérfan