Él nunca quiso ser Romeo
pelló. La mujer cubrió su rostro con ambas manos luego de que el conductor le echara una insultada,
empezaba a llorar del estrés-. Oye... No tengo auto para llevarte a tu casa, pero hace mu
ron la calle y se adentraron al starbuk al que él iba a entrar antes de verla. Eliot pidió
le dijo con algo de pena-. No vaya a s
lo que pareció ser, la som
guantadas antes de calentar su interior con el líquido. Ella hizo
a había visto en algún momento. Quitándole los ojos hincha
interior de su mejilla-. Eres Arantza, ¿n
bre la taza y lo miró deteni
ó-. Sí, ya
por ser
ca, alzando el ca
o hay nada qué agrad
ilencio. Ella parpadeó, pasando el dedo índice por el borde de la taza y deci
r a la mujer que b
se esperaba que ella fuese a habl
rlo -ella le sonr
o, Eliot se tomó el atrevimiento de ind
o preg
iscusión que, de no haber llegado, habría pasado a ser una pelea en la que ella tendría todas las de perder; sin
to, como mínimo mere
café antes de dejarlo
abeza mientras suspiraba-. Cuando su mujer se enteró de que tenía una hija conmigo, prácticamente lo obligó a quitarme a la niña para criar
aquello le pareció totalmente injusto. Antes de
nguna oportunidad para ir a metérsela a cualquier otra -rodó los ojos-. No me arrepiento -negó con la cabeza-, no lo hago
de eso, pero aquí tienes un testigo. Además, mi mejor amiga sí es abogada, podría hablar con ella y j
o él tiene muchos contactos, me la quitará en menos de un día apenas consiga una mínima prueba de que no s
gue en pié- r
estaba con otra persona. Obviamente eso no es suficiente para demandarme, pero anda buscando hasta debajoene hijos co
amente por
e el reloj que reposaba
mpañarte a tu casa -dijo, terminando
ario -ella h
ió, ella rodó los ojos con una expres
rante casi todo el trayecto. Ella estaba sacando las llaves de s
ndo la reja y procediendo a
tando -ella le regresó
cina, habían muebles de madera, un pasillo con tres puertas y
prepararé a
había en el suelo, estaba hablando distraídamente con Arant
a de las puertas con un pijama de Masha
aciendo cuando la escuchó - Hija, ¿qu
a, pensé qué habí
se acordó de su invitado-. Cielo, ven -la condujo a l
o a encerrarse en su habitación. Arantza estuvo a punto de ir a reg
ando la mujer lo miró con algo d
ocina para terminar de prepararle un sandwich-. Sahara sufre de Xantofobia, lo
rrumpió al no entende
wich y se lo ofreció para luego
color rojo... Por eso re
labios, y los cerró
llamó a Arantza d
o! -miró a Eli
del mueble, sin importar que el frío golpeara su piel. Se atrevió a acercarse a la hab
disculpa sincera-. Te prometo que jamá
n su cama con el ceño fruncido,
su lado, le acariciaba el cabello con
parpadeó durante casi un minuto, pero al menos se sentó en la orilla
ad a la vez, pero sin desviar la vista-
hacía difícil tener relaciones sociales por su síndrome. La mujer le a
a Eliot,
r su postura vacía y extendió s
os-. Me llamo Sahara, pero por ser amigo de mi m
una pequeña risa-. No cr
ió, pronunciando una frase importante de
. De pronto olvidó que era prácticamente un desconocido, y que la hab
ra eres mi
si a la infante le hubiese salido un tercer ojo. Pe
notaron cuando Arantza fue a darse un baño y regresó con el pijama puesto. Eliot disfrutó de hablar con esa niña que, con cada minuto que pasaba, se convencía más y m
Arantza los interrumpió, apoy
miró con su semblante tranquilo, pero
e la mañana -su madre le hi
silencio. Al final, Arantza suspiró en señal de rendición y se fue con Eliot a la sala para tomar o
estadía en la ciudad, le comentó sobre su obsesión de adolescente, de sus visitas al psicólogo y s
con cautela, él estaba recostado de la encímera, aún son el torso d
A que me rechace o... no lo sé -la última fr
e regresar contigo. Pero también estás seguro de que cambiará de opinión cuando vea tu expediente, tu avance psicológico.
mente haya decidido desechar todos nuestros recuerdos -él resopló-. ¿Sabes? Temo q
temprano sus representantes term
en des
ites. Aunque tuve ayuda profesional, terminé dependiendo de la esperanza de que ella escribiría un segundo libro como la continuación de nuestra historia, pero ella simplemente ha encontrado otro protagonista oara su vida. Arantza, siento que est
ersona. Lo único que me mantiene a flote es que no he recibido su respue
ado a teñirse de un tono rojizo, indicando que las lágrimas se avecinaban. Ella había notado que era inestable desde que había insistido tanto en ayudarla esa noche,
pable por amar a una persona y descubrir que también seguía amando a otra, era inestable porque tenía que decidir entre la vida y la muerte de la mujer que la había cuidado toda su vida. Arantza era inestable, vivía con una pr
asiento en el bus, tiene problemas financieros; no sabes si esa chica que viste en la fila del supermecado se suicidará al llegar a cas
ella no era la única que la estaba pasando mal. Arantza sabía que tenía muchos más problemas que Eliot, pero no
na más pura que Eliot conocería. Porque los ángeles o demonios internos
a compañía del otro sin emitir palabra alguna, el destino les estaba quitando algo importante a ambo
o, un portazo rompió el silencio y los dos se se
el asombro y la pena cuando Mia lo miró con el ceño
a persona. Arantza vio a la recién llegada con una sonrisa
a mujer, solos en una sala, semidesnuda y con ella muy cerca de su rostro. Eliot Marín
s pen-ssando, es mentira -b
star la aludida, dejando
traras de esta manera. Arantza y yo... -se quedó pensativo por unos segundos, cuestionándos
lo más tranquila. Quitándole bastan
sea
so último-. Estoy muy cansada, he tenido un día bastante complicado, mis problemas parecen infinitos. Es... -suspiró-. Es un gusto verte. Sé que Arantza
contestar, pero otra voz
no podía demostrar emociones, de que incluso era bastante difícil de creer que s
brazos y le dio un sonoro beso e
o -le agarró la mano-. Él es Elio
estrecharon las manos para no dejar mal a la pequeña Sah. Cuando sus manos hicieron contacto, ambos sintieron una especie de corriente, com
ija apareciera, pero prefirió mantenerse al margen. Por lo bobos que se habían pues
dormir -la voz de Arantza regresó a todos a
idió que le llevara, ¿tú sabes cuále
-. Deberías quedarte a dormir y s
on el auto -explicó, incómoda por p
ómoda por ello, c
t? -inquirió Sahara, más como un
axi, pero prometo visit
su nuca-. Lo siento, tampoco puedes quedarte, hay una sola habitación y los
do por una ciudad que desconocía. Su prometido no tendría ningún problema en hacer ese favor, pero..
ue aceptar, au
la única oportunidad que tenía de
ado esa incómoda escena, Mia la agarró y se diri
lamó antes de que pud
así? Hace
sar si se colocaba el suéter. Sahara pareció leer sus pensamientos, porque cerró los ojos para que él pudiera vestir
ego -pronunció, mir
unísono antes de que él cerrara l