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Las Flores que me diste

Capítulo 4 3

Palabras:2176    |    Actualizado en: 23/03/2022

arte del brazo. ¡Despué

del saco era suave y a la hora de terminar enganch

nosotros no teníamos que formarnos a esperar que nos dieran acceso; simplemente nos acercamos a los guardias, ni siquiera buscaron algún nombre en la lista para dejarnos pasar. La gente nos miraba, más bien lo miraban a él. Nos tomaron muchas fotos y mis oj

muchacho muy importa

una ris

e sí, soy alguien conocido,

det

no? —pregunté

tú no te sien

ad a las personas. ¡No sé! Ángel

tomen fotos. Para serte sincera, creo que nunca me

bienvenida. ¡No pude evitar sentirme emocionada al ver la mesa de los bocadillos! La recepción era amp

—le dije señalando a la c

rito repleto de bocadillos. Queso. Ja

comer pri

s hambre? —

mente, p

o tengo mu

a por probar todos los bocadillos, m

onces quiero sal

íamos enganchado

algunas personas cenando. Solté el brazo de Ángel segundos antes de que él llegará hasta su madre. ¿Quién era ella? Su madre era una mujer madura, su

ches mamá! —

de su silla y ambos intercambiaron una muestra de afecto. Ella le envolvió co

e no ibas

miradas estaban sobre mí. Yo simplemente estaba sonriendo, mis pensamientos s

estoy. No podía perderme el compromiso de

emán para que mirará h

ahí. Bailan

ucho menos sabía quién era Jacob. Au

uí? —Pregunto la señora con muc

os habíamos presentado y ella ya me esta

iba a hablar, per

cordial— Mi nombre es Ka

ra saludarla. Ella me abrazo muy cálidamente y me sorprendió el hecho de estar recibien

y contenta de verte —acerco su boca a mi oí

e hizo sonreír. Nadie más había escuchado aquell

olo so

uro, entre los cincuenta o sesenta años me

bre seguía sentado en su silla, sost

usto

, un hermano de él estaba sentado junto a su esposa. El

ue el que servían en el prostíbulo. De vez en cuando había clientes que preferían beber vino en lugar de cerveza y

r. Le pedí que me sirviera un poco de arrachera, chorizo, qu

en ese carrito? —l

Ángel se em

se comen tortillas,

aduro y el sonido de su risa tam

no traigo tortillas, pero si

aba mirando y parecía muy a gusto. Sus padres habían salido a

un taco de carne? —

un taco de carne, pero ahora

rdó ni cinco minutos en traerme mis torti

ias! —l

le —dijo el hombre e

daba un sabor exquisito. En el prostíbulo era muy raro que nos dieran carne. Si acaso solían darnos carne

tá muy buena! —

hecho un t

cos y voy por el cuarto. ¡

alsa y parecía no darse cuenta. Sin dudarlo, tomé una servilleta y

un poco

! Gra

na

a por diez o quince centímetros (aun con los tacones que yo traía puestos). Bueno eso no era lo importante. Sus

or acompañar

nr

y tú me invitaste. Después de toda tu ayuda, creo q

ba dibujando una sonr

ta de que haya traíd

lla nos estaba mirando y sonreía. S

que simples amigos —no pude evitar sonreír j

és de todo, esa parte de ti es algo priv

de una forma curiosa. De pronto él quería que

eo que necesito tiem

asi

n. Él tiempo

uedo quedarme má

pareció. Su mir

tú estés conmigo, después de todo, ¿a

resulta que hay cosas que tienes que arreglar para no perjudicar su buen

echo de perjudicarte. Después de todo parece que además de ser un buen muchacho, tú e

a poniéndose a

gún problema? ¿No te he di

en

ulo y entonces lo logras pero, casi, por poco te vuelven a encerrar. Y de pronto cuando la esperanza está por romperse, aparece un hombre y le pides ayuda y no te la niega porque resulta que él es bueno. Tú le pides que te deje, que continúe con su camino y él se niega a dejarte aventada por ahí, por qué este hombre bueno está dispuesto a ayudarte. Aceptas su ayuda. Te lleva a su cas

zaban a ir hacía sus lugares. Nosotros segu

sabes? creo que mereces una buena vida y me gustaría ayudarte a tenerla. Si algo malo fuese a pasar

arte de una emoción de mi corazón. Él era una emoción que no sabía cómo explic

rdad. ¡Som

nadie bailaba, solo nosotros en la pista charlando s

ir a la mes

es de chocolate, fresas en brocheta, gomitas picantes, mentas, fruta enchilada

todos los dulc

s segur

e dulces y te diré algo, l

podía comer eran los que me regalaba la chica que me enseñaba a leer y sí

vecharé que ya m

ugerido. Ángel me dio un algodón de azúcar, era de color a

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