Prohibido
asó y seguir con mi puta vida. No es que vaya a ser perfecta como en un maldito cuento de hadas o como las películas con fnales felices, pero tal vez pueda conseguir algo de tranq
er tras el hombre o ayudar a la chica que gime en el suelo. Con una palabrota, elijo la segunda opción. - ¿Todo bien? - digo acercándome a ella, que tiembla asustada. Está acurrucada contra la puerta de la tienda, su cabello cayendo en cascada alrededor de su rostro, largo cabello rojo. Un color tan intenso que sería imposible haberlo hecho. Levanto su rostro para poder verla mejor. - ¿Estás bien? - Yo insisto. Cuando levanta la cabeza, lentamente, siento que mi mundo se sale de órbita. No estaba preparado para eso. Ante mí, el rostro angelical más hermoso que he visto en toda mi vida. Piel de porcelana, cubierta de pecas, que prueban el color natural del cabello, nariz respingona y atrevida, labios rojos, carnosos y seductores. Sus labios harían que cualquier hombre quisiera zambullirse en ellos inmensamente. Mis manos tiemblan ligeramente mientras sostengo esa cara delgada. Una carga eléctrica recorre todo mi cuerpo. Rápidamente retiro mi mano en estado de shock. - ¿Estás bien? Repito con voz un poco ronca. La joven suspira profundamente antes de responder. "Ah, creo que sí", tartamudea. Abre los ojos dejándome en trance. Son los ojos más bonitos que he visto nunca. De un azul absurdamente claro, cristalino, llamativo. - ¡Mi bolsa! Ella mira más allá de mis hombros. "Desafortunadamente él se la llevó," explico con pesar. Podría haberte perseguido, pero pensé que sería mejor controlarte. "Bien", responde ella, su tono refejando el mío. Luego comienza a levantarse, apoyándose en la puerta de la tienda y haciendo círculos en el suelo con los pies como si buscara algo. En ese momento puedo ver lo impresionante que es. Un cuerpo curvilíneo, delgada, pero en su justa medida, hermosas piernas, a pesar de no ser tan alta. También noto su olor, un olor almizclado con suaves tonos forales. Ella es hermosa. "Mi bastón", susurra llevándome al presente. - ¿Cómo? Frunzo el ceño en confusión. ¿Estaba lesionada previamente ? ¿Tienes un problema en las piernas? Por la forma en que se apoya en una pierna y mueve la otra, no lo creo. "Mi bastón", dice de nuevo. Lo agarro rápidamente, fjándolo contra mi amplio pecho. "¿Puede ver mi bastón, señor?" pregunta sin aliento y un poco sorprendida por mi repentino abrazo. Miro a mi alrededor y veo un bastón marrón opaco a unos metros de distancia. Aparentemente está intacto. "Sí, está un poco más adelante", respondo. -Déjame conseguirlo por ti -digo, pero no lo sueltas. Observo a esa