Segundas oportunidades
drian
Maritz
o soporto
de documentos que me dio a revisar? Hoy más que nunca me he dado cuenta
aritz
Adrian
¡No lo
erca o pasa en frente de ti. Además, no es secreto para nadie en esta empresa de Que ese odio q
e que te dé cont
tza es mi mejor amiga y confidente, desde que entre a trabajar a la empr
frente a la otra, pero esta era la manera más segura para despellejar a nuestros jefes a sus espaldas, a diferencia de que el Señor Sandoval, es un amor de persona, c
Entre abro la boca, mi lengua humedece mis labios y mis ojos recorren su cuerpo de arriba abajo, deteniéndose en ese lugar donde el pantalón se
orita Gómez? —me levanto de u
e mi voz se ha ido de vacaciones y no puedo ev
dad no figuraba en su curriculum porque de ser así, no la hubie
que parece
usted a esa forma de mirarme? —sus cejas están
eso temblorosa si sa
—. Necesito que lleve a mi oficina los do
se
o y respiro profundo, ¿qué acaba de pasar? Me pregunto, debí verme como una idiota.
na agitada Maritza ingresa como un torbellino. Se
ue eso? —pregu
do aún asimilando lo
gruño de rabia al escuchar eso. Algo que no me gusta de esta empresa es exactamente es
uede Mirándolo como p
rla, Maritza—. La baba se t
—exclamo— Y m
ro debe tener cuidado, tu osadía puede costarte tu e
. Bueno, debo llevarle estos documentos —le en
te antes que
termino empeorándolo más —l
mi lado. Me quedo mirándola con el ceño fruncido. Lleva un corto vestido negro ceñido al cuerpo, unos tacones rojos y el pelo lo lleva recogido en una coleta. Al verla no puedo evitar sentirme un poco decepcionada, ¿será la nov
lquier idea absurda que me estaba creando. Ingreso trastrabillando a la oficina cerrando la puerta detrás
centrado y lo observo con más detenimiento. Me quedo embelesada al observar sus facciones y me cuesta creer que un hombre tan atractivo, de cara y cuerpo envidiable, y con unos ojos café
anda mal, y es en este momento cuando mis nervios se disparan. Empiezo a rezarle a todos los santos existentes a que no perm
se queda viéndome unos segundos para luego bajarla nuevamente.
el que estaban y me lo entrega. Sus ojos se clavan e
r fin ha hecho algo bien —dice y puedo leer la b
o—. Es a usted que nada de lo que hago le agrada —le
haciendo que de unos pasos hacia atrás cuan
nta— Dije, que muchas gracia
ás, podría postularse para el puesto de president
—cuestiono
urla—. Aún le falta
o se acelera al verlo sonreír. La he liado, ya
ón y ya me imagino la cita en la lápida de mi tumba "mur
ir eso señor
en un verdadero cabrón, Señorita Gómez —estamos ta cerca que su nariz roza con la mía. Estoy segura de que si alzo un poco el rostro puedo rozar sus labios—. Será mejor que salga de mi oficina ahora —no espero un segundo y doy
tado si quiero acompañarlo —lo enfrento— y esta noc
si nada—. En tres horas pasaré a recogerla
acuso enojada, ¿cómo se atre
para mí —salgo hecha furia de su oficina con la ima
rmando Wes