Cicatrices
algo que la habÃa puesto nerviosa, y por qué no, emocionada. No es que fuese fea, ella sabÃa que era bonita, si bien no le gustaba que los demás s
con nadie y terminó por romperlo. Ahora no usaba debido a que él podrÃa rastrearla, él estarÃa varios años en prisió
taxista, aunque tendrÃa que aprender a ir en autobús, era mucho más económico. Le mandaba correos
yorÃa estaban un poco alegres, quizás deberÃa conseguirles algú
–dice él mirándola atenta, ella desvÃ
erca y no tome nada –señala su va
–ella asiente y él se aleja, todos cantaban una can
rán en un solo taxi –dice ella ayudando a sus compañeros a ponerse sus abrigos y sosten
o pagarle, entra para hacer lo mismo con el resto, una v
i voz de Deim la hizo dar un respingo, estaba tan con
nerviosa, se coloca su
res libre de no responder nada pero, ¿fue mi imaginación o estabas
y más como un ratoncito de biblioteca –s
, ya sabes, debo ser un buen vecino –le guiña un ojo cómplice, ella rÃe asintiendo, debÃa admit
ntrada del edificio–, si no te molesta, usa
lla asiente y ambo
ompañeros? –pregunta ella t
arás compañeros? –le mira de reojo, ella p
conmigo, pero no sé –se encoge de hombros–. Llegué, gr
to; ella se gira y le sonrÃe con las mejillas un
contrar a su padre, lo odiaba de sobre manera,
io y se dirige a su cuarto, se quita las botas y se acuesta en la cama, sonrÃe al recordar a Circe, sentÃa que escondÃa