El dragon Fly
ra posible que Jane aceptara algo asÃ? Me di la vuelta una v
am, pequeños rayos de luz se dejaban ver por la ventana indicando que estaba a punto de amanecer, me puse d
ir en Manhattan y un trabajo como mesera no cubrirÃa mis gastos. Me maldije al recordar a mi madre diciéndome a los 20 años – Nina tienes que ir a la universidad, debes tener un futuro sobre el cual ponerte de pie... – Pensaba que p
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una vez entrabas al camino de la prostitución no habÃa vuelta atrás. Sobre los desnudos... siempre y cuando la seguridad estuviera al tanto, no tendrÃa problema... es decir es algo muy común en este mundo. Pero al final todo terminaba en lo mismo. Sentà que alguien me observaba mientras me debatÃa entre llevar una lata de duraznos dulces. Mire con reojo a mi izquierda, y visualice un hombre de pie a dos metros de mi. – ¿Qué? – lo mire molesta. Ojos grises... era el cliente difÃcil y odioso. Me miro con los ojos bien abiertos y camino unos pasos más cerca – lo siento, tu eres... – dudo por unos segundos antes de seguir – tu eres la que trabaja... – bajo un poco la voz y miro a todos lados, como si me avergonzará lo que dirÃa. – ¿la zorra del cabaret? – lo mire incrédulo, us
saber. Ella me hizo un ademán con la mano para que tomará asiento. Lo hice. – Nina... sé que es una decisión difÃcil, no te habÃa dicho porque Simon me pidió hablar el contigo primero – bajo la mirada a sus uñas. – estaba muy desconcentrado por tu reacción – me miro de nuevo. – ya sabes... después de todo lo que ha hecho por ti – me recordó. ...y era cierto, aquella noche, recuerdo a mi novio llegar a casa ebrio y de muy mal humor, recuerdo que intento golpearme varias veces, cuando no lo logro, me saco a la calle...si no fuera por Simón, quien me encontró afuera de una gasolinera empapada por la lluvia sin saber a dónde ir... ya olvÃ
re. Jane me abrazo de sorpresa – me alegro que sigas conmigo cariño