Lo que nunca me esperé
rdo Á
, con solo imaginarme besándola mi piel se estremecía provocando que mi entrepierna se endureciera, traté de al
o y me largaba dejándolas solas, pero ahora era diferente. Claro que había planeado quedarme junto a ella, mi madre bien pudo mandar a arreglar
la, pero seguramente lo vería mal, tal vez se asustaría y se iría de mi lado y no dejaría que eso pasase, deseab
ego en sus labios que estaban levemente separados cómo incitándome a besarlos, y finalmente, me fijé en sus s
– No tienes por qué cubrirte el rostro. – agregué, solo estoy diciendo la verdad. Mi mano se fue sin siqui
o. Mi pecho se contrajo, definitivamente nunca había sentido nad
a, tal vez lo hacía por que esperaba algo más, no lo sabía, pero quería tratar. Me incorporé y acomodé entre sus piernas, nu
an torpes, cómo si temiera hacerlo, y eso solo dejaba claro una co
pleta para mí. – agregué sonriendo mientras
s también podía sentir los pequeños espasmos que estaba provocando en
esconder su rostro, retiré una de
sonriendo y besando sus labios. – Te amo. – susurré tratando de retirar su poler
u cuerpo, pero el sonido de golpeteos en la puerta me detuvo. Sus mejillas se enrojecieron casi
¿Necesitas algo? – agregué. Su cabeza se echó a un lado, su mirada se posó en
libidinosa en la que nunca le había escuchado.
as? – pregunt
hablando ahora. – Se nota a leguas que esa muchachita no es de nuestra clase social, así que puedes dec
regué. – Ella no se irá, por lo menos no pronto. – agregué. En su mirada pude ver la furia que le c
itos para conseguir sexo, si no estaremos en problemas, Leonardo. – agregó, no
no me necesitas, me iré donde la mujer que amo. – mencioné sonriendo
, hijo. – mencionó. Me di
dre. – mencioné. Su cara palideció y sonreí por ello, no era verdad lo que ha
cintura sin que ella se diera cuenta cuando me acerqué. Sentí cómo su piel comenzaba a erizarse nuevament
esando su clavícula, mis manos acariciab
es el momento adecuado. – agregó.
aquí, y mucho menos con mis padres en casa. – agregué. – Te esperaré. – terminé de decir mie
para terminar de asearse, ambos ingresamos, aunque por mi parte, entré a tom
uiero que te sientas incómoda al
a que conociera la ciudad, todo lo relacionado con la universidad lo veríam
a vi sentada en la cama che
preocupada por que no había respondido. – menc
ncioné sentándome a su lado y abrazándola, quería que estos momento
esar su frente, ella sonrió, era demasiado hermosa,
luego reposó por algunos segundos su cabeza en mi hombro, cada gesto que hacía provocaba ternura en mi ser. – Creo que s
entramos al comedor mi padre se quedó viendo nuestras manos entrelazadas y con un gesto de despreci
adre, ella parecía mirarla cómo a la hija que nunca tuvo, supongo que creía que lograría lo que n
dentificación, algo de dinero, además de su bolsa y otras cosas que pudiéram
ejadas, era hermosa, pero muy poca gente deambulaba por aq
volvía a acari
tenemos, pero tenía miedo al rechazo. ¿Qu
sonriendo y lanzándose