Sufrida
mi labio inferior y rebotaba uno de mis pies contra el suelo. La espera me estaba matand
en estos momentos no estamos en condiciones de manten
ncar del susto. Doy vueltas en el lugar, con mis brazos cruzados a la altura del pecho, p
udo para ir hasta el baño y ver de una vez el resultado. Muerdo el interior de mi mejill
al acercarme al pequeño vaso que contiene mi orina, cierro los ojo
er. Caen dos gruesas lágrimas y a esas, le siguen otras. Mientras observo fijamente
s nosotros mismos, cómo podríamos ocupar la responsabilidad de alguien más. Porque prácticamente dependemos de lo poco que gano y sé, que en cuanto se sepa que estoy embar
Ernesto, cuando abre la puer
los ojos y en los suyos, se refleja mi sufrimiento, aunque no sepa qué me sucede. Sie
, preocupada. Ahueca mi rostro con sus dos manos y me mira a los oj
es. Confío. Confío en él y sus palabras. Le dedico una sonrisa dulce, aunque son pocas las g
rían la prueba, y miro
entre mis dedos, se
vo, por favor -pide, levant
é que ahora pasa sus dos manos por su cabello, desesperado; y que sus orejas están rojas de indignaci
, ¿cómo se supone que haremos ahora? -pregunta, en
si esto fuera solo culpa mía. Cuadro los hombros y decido defenderme. Sé que hay motivos
acen solos, Ernest
un momento, logro ver a ese joven muchacho que, entre su
sido un error de su parte; pero se aguanta. Sabe el carácter que ambos nos llevamos y no es el momento
que piense mejor lo que dirá. Abre la boca y vuelve a cerrarl
deben ser reflexionadas y la tensión del momento, no permitirá que la conversa
juntos lo que sería tener un bebé. Un niño o niña que sea el fruto de nuestro amor; de l
a cama vestido con su ropa sucia del día e intentar abrazarme. Por un momento pensé que estaría borracho perdido,
nte madre. De eso
de un sueño hipotético en que pudiéramos darle todo a esa hija que crecía en mi vientre. Nada.
fue todo l