CAMINO A LA REMINISCENCIA
armé un alboroto al saber que mi madre quería ponerme tutor en casa, no sabía en lo que me había
izo, traté de decirles que no recordaba lo anterior y que si había tenido acciones erróneas que me perdonaran. Er
encontraba al mando de la nación. Mis apodos variaban de niñita estúpida, ruca sin cerebro, futura reina del imperio narcotr
ue llevaba gimnasia a la tercera hora los días jueves y que siempre en su taquilla dejaba su ropa y una cadena de fantasía,
s que baratijas. Mi actitud se asemejaba a la de una vil perra, pero, mome
ote. Veía como ella iba a bañarse con tan solo una toalla cubriendo su cuerpo, mi cerebro
opa en trozos, dejando grandes huecos en su blusa de seda recién comprada por lo que parecí
que con sólo verla con mis ojos inyectados de furia se asustó hasta hacerse pipí. Pero eso no había sido un impedimento para que callase el pico, la muy perra gritó tanto que
o
rana como luci
ta pobre diabla. Esos dos últimos alegaba yo mientras me sacaban ca
lví j
ión en mi futura y ansiada carrera política. (Nótese mi sarcasmo). Luego llegué a una escuela privada que contaba solo con menos
*
zarandean-.
olpe, más no logro
ones en griego
stro hacia
an en esos libros viejos que decían llamarse Biblia-. ¡Oh Dios mío, estas aquí! -e
rás solo y con loc
escucho la
ue me dij
bía distraí
do... -me excuso. No me sucede a me
rea eso? -pregunt
tenga esa
además usted e
eño, me sie
nsuciado mien
se ensucian
tos fraudulentos acaso? -Nada más falt
-la señorita no ve, podrías golp
cuando una mano pesada me da un
nsa moviendo mi cabeza de un l
o suena enfadada -eso n
inteligente que el
u hijo -¿cómo va a andar por a
unta, me e
ien seas, por lo cual caí perdida por aquí -respondo de maner
llamaba la enfermedad en los seres
que se pe
te c
siento colaborando, ya que estoy s
él. Es un niño, no sabe cuándo
siento ofend
o aprovecharme de un niño? - ¡
o el ruido del pasto que ocasiona al caminar. Cambio mi pes
o con mi dedo a donde quiera
árbol-. La voz se e
i dedo al lado contr
í zop
Elías, el niño que creo as
usted, mald
limite. Llamen a los bom
. Ahora el tono desaprobatorio d
ncuentro... - El sonido del pa
acto. Pues nada más y nada menos, el hombrezuelo c
Pa
or las ganas de matar que me surge
ré que es usted ciega, y para que que
. Sólo por las noches -recalco, intento
onía, el mismo
hó de mí en
me, además no le he
tras m
gual que usted -
r, ¡encima de faltarme el respeto,
viendo a falt
si me disculpa, mi hijo y yo nos retiramos. Su
pued
ucear nunca f
Papá la señorita está perdida, ¿No crees q
ejor, lástima que con su p
¿18, 20? -que sarcástico e
o que esté a nuestro alcance -estiro mis labios levem
de quedarme calla
nde es -la molestia vuelve
? -indaga dulc
a mostrándome cabizbaja
su casa-. Sentenci
Espera
to. Se presentan distintos esce
o no puedes tomar decisiones tan a la ligera mientras estoy yo
.
o su c
ño -podría sucederle cualquier cosa,
en los dientes del señor chirriar de lo apr
intername
en ejemplo y las bue
un niño
cambiando l
*
iscutiendo, hoy estoy encima de un sillón al lado de un gato que al p
llegué
i
desm
able
ecues
mente p
o asfixia al ver lo pequeña que es; mis pies sobresalen del diminuto sillón, hay un televisor frente a mi que parece una caja, no una tv como tengo en la m
pasos se a
, ya d
l cuello. Lo más probable es que me esté convirtiendo en
manecí
upone que me t
ntusiasmo rebalsa mi dolor de
sto no pasa de los diez años. Lleva puesto unos pantal
i y casi quiero arre
solo u
os de alguien que c
ozco m
en algún es
mismo color
eva a pensa
omo en rea
s míos. Mi m
andab
y