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En el bosque eterno

Capítulo 5 Entrenamiento

Palabras:2225    |    Actualizado en: 22/09/2021

ar de que lo ha hecho una vez. La punta de su bota es lo primero que veo

mejor venado que veas, no

rás co

iene su espada tras su esp

e ti. La amenaza siempre sur

a es una costumbre sus frases q

estoy preparado para e

onrisa, pero no saca nada a la luz. Cuánto

has tomado mucha

cuatro d

legar a ese temido valimient

que dejó de pronunciarlas; aquel día que su pareja dejó de respirar. Ajusto el arco que va cruzado en mi pecho con un

tás

eza. La lengua se ha to

Veré qué tan

petir esa experiencia en esa aldea destruida en donde me di a la tarea de atacar a esa deidad menor de una manera patética. Señala con su m

sas. Búscalas, olví

en busca de huellas que puedan guiarme, sonrío al ver una casi reciente, es de un adulto que t

ara resguardarlo de la nieve, es también atrayente que tenga casi el mismo color de los copos. Tomo una bocanada de aire, no tardo en extraer una flecha y posarla sobre la cuerda,

r y seguirlo con las maldiciones expulsándose de mi boca. La

lo has asustado más d

! -Me arrebata el arco de

su mirada

po

uelta mi arma, per

-repite en

e me las apañe con tan solo un cuchillo, aunque, de alg

ra, me mira por unos segundos antes de dirigir los ojos en el majestuoso anima

ejor que rapi

oco, pero eso me da el suficiente ánimo para sacar otra flecha y calcular el momento preci

Agacho la cabeza, dolido, un animal tan her

e nuevo correteando en el cuerpo de

beante. Poso mi cuerpo trémulo a su lado, está acari

uestos en el cuchillo que tengo en mi cinturón. Mis

mano la afilada hoja que no tarda en estar dentro

extinguir

a un animal tan esplendoroso como ese, sin embargo, lo requería, no solo para demostrarle que soy bueno cazando, también por el hecho d

te hecho daño, muchísimas gracias con lo que nos has de

vidente, creí que se c

sugiero para amortigu

daríamos demasiado en tejerla. Es mejor que la s

pudr

uitándole import

á qué hacer con ella. Cuando

me pare

porarse. Tiende la navaja que no t

argo de des

in embargo, la deten

solo? -inquiero

ores, solo grita si te sie

ella: una persona que casi no demuestra sus sentimientos, que sabe defenderse de una batal

mirar una mu

sobre una rama, un hombre pequeño y encorvado con la

chacho, soy S

s palabras se me han a

a del ciervo a mí, sus herramientas se pegan a su pecho con una cuerda gruesa de

que se largó y no dejó rastro alguno. Se marchó cuando sintió que su hija estaba preparada para enfrentarse a este mundo. Los hombres de Odín no han cesado su fuerza d

s cruel lo que quie

tanto odio

se

de estos prepotentes dioses. Quieren deshacerse d

ieres? -Sus oj

na digna combatiente,

e sea una contrincante digna para ellos -sugiero. Vuelvo mi l

padre no es de aquí, eso es ver

risa extendida, como si estuviese

n guerrero?

misma te

tar mi desconcierto, déjeme decirle que

seguir el ciervo, que los seguía. Al dejarte me agarró del pescuezo y me amenazó, como buen enano

te con tu comu

ro soñador que desprendía: estoy pensando en ella, fue una insinuación pa

uedes callado mientras y

Sin embargo, la frase que me otorgó, la más contundente, se rebobina u

manchadas de sangre. He terminado, y el enano pidió muy azaroso que le diese

espalda saca una clase de bolsa que señala con

entregársela, él no se inmuta de mi acción. Arrugo las cejas. Syl es cómico y es raro que haya cambiado de humor tan

tu travesía con

or

za a moler la carne para llevarse un pingüe muslo. Bajo

ojalá te vuelvas muy valeroso, chico. Con ella aprenderás mucho sobre el verdadero mundo al que se enfrentarán. Este

é, pe

con el mentón en alto. Sé quién eres, tu padre era un muy buen he

dejar ver la tristeza chamuscando mis ojos, desvío la mirada

ne en su espalda, el peso parece no hacerle ningún efecto-. Ve

es como yo... que deseo ser alguien que no quiere

o llevó a

e tan crueles palabras qu

aún estaría pisando estas tier

mar lágrimas, mostrarle esa debil

musito-, y yo no quiero lo mismo,

erzo a esa frase-. No dejes que las ansias de sangre se arraiguen

nr

r más. He dejado de ser imprudente, no

ue la contraried

ar de jalonear los blancos vellos que salen de su bar

remos pr

mano con re

rarme. Buena suerte

olo sabía sobre mi padre, sino también sobre mí, que

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