Tu Corazón Está Arrestado
al en el último piso de uno de los pocos grandes hoteles de la ciudad capital, Jason estaba sentado en el sof
tres mujeres jóvene
n temperamento extraordinario. Mirando a Jason que había estado en silencio toda la noche, la mujer qu
salto, envolvió sus brazos alrededor de la cintura de la mujer y la presionó en e
nos de alegría. Deseó que Jason
ente levantó la bata de baño en el suelo y les
Qu
miraron y que
que de aura maliciosa. Los rostros de las tres mujeres se pusieron pálidos. Trag
con Vera, la obstinada figura y la brillante sangre roja seguían
e puso la ropa, salió del hotel y cond
mujer
a vendar su herida. Al menos, ella iría a alguna clínica. Pero usó sus propias conexiones y casi buscó en la mayoría de los sitios médicos de est
ito. Fue solo un día, y Jason parecía muy demacrado. No solo llevaba un par de ojos negros, sus ojos estaban inyectados en sangre e incluso su rastrojo
Jason regresó a su asiento, cruzó las piernas y cerró los ojos, como
ason entró en la habitación hoy, la temperatur
io, pero ahora quería encontrar a Vera solo porque se sentía un poco culpable! Jason no sabía por qué tenía ese sentimiento. Como el hombre más despilfarrador de la ciudad capital, había conocido a innumerables mujeres. Sin menci
r q
nocía a
lmente encontró a Vera fuera de
frágil cuando se lastimó antes. Además, ella no vendía pequeñas joyas, ¡sino helado
pocos dólares, una sonrisa desdeñosa aparecía
a vida lujosa. No sé por qué se humilla así. ¿Es porque ella quiere experiment
sajero. Los dos estaban vestidos de civil
ncor entre Jason y Vera y los dos encuentros ant
o
udiera terminar sus palabra
distancia! Durante este período, David tenía prisa por orinar. ¡Quería bajarse del auto, pero Jason no le permitió hacerlo! Este
vehículo todoterreno negro siguiéndola
tres dí
guiría a Vera de regreso a la casa alquilada de Ava. Al mediodía de este día, nubes oscuras rodaron repentinamente en el cielo despejad
previsión meteorológica! "Vera miró la f
sa y seguir adelante. Empujó el camión con una mano y sostuvo una enorme som
por lo que había un rastro de niebla en
anzó poco a poco. Pero no esperaba que sus pies resbalaran repentinamente y cayera
irada avergonzada de Vera, David, que estab
ay nec
ara helada y dijo dos pa
o se atrevió a desobedecerlo. Da
hombre, no puede enojarse con una mujer. Además, ¡la señ
só para s
u corazón, escuchó el portazo. ¡En el otr
e Vera, que estaba a punto de caerse, esta