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Kashmir. Capítulo I: La iniciación

Capítulo 5 5

Palabras:1393    |    Actualizado en: 18/09/2021

año de Literatura en la escuela de Bellas Artes. Puse los ojos en blanco y me resigné mirando alrededor para ubicar un lugar donde refugiarme. La nieve ocupaba todos los espacios comunes de la so

esenta el examen ideológico! Inscríbete en las oficinas generales de tu

estudiantes y me encaminaba al edificio principal. El vestíbulo era el único lugar habilitado para albergar a

er humano en la Tierra. ¡Vaya tema!, pensaba con sarcasmo. Sin embargo, contaban con una cantidad aceptable de espectadores, y aunque odiaba

ficado de la vida. ¿Tiene la humanidad un lugar especial en el universo? ¿Cuál es el significado de nuestras vidas? —inquirió el que parecía ser su líder

a chaqueta vino tinto y pantalón caqui. Alto y delgado. Rostro de elegantes facciones, cabello corto, rubio y ojos azules. Impecable. Tenía un aire de hombre inofensivo y amable. Su voz, sono

é irritada—. ¡Me vas a matar

cia de larga duración para él y su familia. Era de baja estatura, tez pálida y largos cabellos lacios y negros. Su personalidad original, relajada y hasta excéntrica, hacía de ella un ser muy inoportuno en algunas ocasiones. Era extremadamente sincera y desinhibida al momento de dar opinion

que ocupas en el universo? —preguntó riendo con ga

leja— ¿por qué l

ficios, orgías y cosas así —asintió mientras

horrorizada—. ¿Con

n genio, un hombre brillante perseguido y torturado por los regímenes de antaño y que logró liberar a la sociedad de la ignorancia, la superficialidad y el individualismo. Era un ser superior cuyo pensamiento se inmortalizó en una cosa llamada “El Sistema”, concepción que por un antojo inconcebible del destino pasó a regir cada aspecto de nuestras vidas. El Sistema era la creación, la salvación y la eternidad, era Dios. A partir de ese momento, sus ideas se convirtieron en l

s, la propiedad privada, la producción independiente, la libertad de conciencia, expresión y circulación había quedado en la historia. Una historia que solo contaban los abuelos en voz muy baja, entre las sombras de las paredes que rogaban no tuvieran oídos. Hablaban de que existía un control total sobre todos los aspectos materiales, c

eso, Araminta —continué— déjame de

ra ser exactos. Su líder se llama Judy. Son como cinco sujetos, al menos los más conocidos —proseguía

más o menos lo siguiente: “¿Cuál es el propósito de nuestra vida... en este país?”. Lo tomé y leí con cautela, pero al percatarme de las

llamas y al tiempo que retrocedía lenta y distraídamente, tropecé por accidente con un án

exclamó con una expresión malhumorada y d

con el ceño fruncido, dando una fumada al cigarrillo que llevaba en la mano. Era hermoso, muy hermoso. No era fornido, media quizá uno ochenta y era más bien delgado. Larga cabellera castaño oscuro a la altura de los hombros recogida en una cola con algunos mechones sueltos

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