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Mira más allá

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Capítulo 1 1

Palabras:5086    |    Actualizado en: 01/09/2021

na, a pesar de que ya casi acaba la primavera, el frio es innegable, haciéndome salir con una chaqueta so

uela. El trayecto siempre es rápido porque, mezclando la carretera vacía y las conve

astidio llevarte y buscarte —comen

hacer la misma ruta de to

eras sería sile

diciendo que

sicam

o, con vecindarios y apartamentos. El pueblo no es ni grande ni pequeño, es normal encontrarse conocidos a cada rato a donde sea

uilinos, ¿cierto? —le pregunto, tocando un

se tratara, mas hay otros a los que jamás les he dicho nada que no sea "buen día". Hoy llegan nuevos huéspedes, así que dar una buena primera im

ayer en la noche —asiente, s

én vive allí, y gracias a

es —digo mientras reviso las notificaciones

e entra por esa puerta puede ser tan genial

lo, no todos quiere

se volvieron parte de mi vida en el camino. A pesar de que no tenemos razones para ser cercanos, lo somos porque nos

por algo mucho más complicado que eso. Soy un extraño caso, una huérfana de mentira, parte de un exilio volu

tras más seamos

chicos, menos Miranda para mí, no puedo soportar eso —sus

retos mejor guardados del otro, tan fiel que nos defendemos como un dúo de acción contra los malos. Eso, por supuesto, ha traído a

coqueteo, que serían bastante efectivos en cualquier chica que no sea yo. No tengo idea de qué hace que no caiga ante su atractivo indudable

nos que tenga un auto más bonito —respondo a

nito que este bebé? —sob

cabina simple blanca —y

cuela. Este, ni lento ni perezoso, sigue su camino hacia su t

rándose; la verdad el ambiente siempre es algo apagado, menos hoy, al ser el último día. Todos usamos el mismo unif

de mi corazón. Britt, con sus ocurrencias, siempre dice lo que piensa sin importarle si suela loco. Emily es más como la madre del grupo, ese lado racional y, de alguna ma

ayudáramos antes de que el timbre tocara —nos ha

dades entretenidas como una despedida a la escuela y bienvenida a las vacaciones. La primera hora se ocupa con un pequ

en la mesa, ese chico se distrae demasiado fácil

ue el resto de sus estudiantes, quiene

r a todo pulmón cuando a alguien se le ocurre la genial idea de poner su canción del momento en las bocinas. Es g

o y, por último, una charla en el auditorio donde los profesores cuentan las mejores anécdotas de todo el lapso escolar. Nunca me canso de esto, de sentir que, como estudiantes, le importamos de verdad a

n un cariño notable la directora de la escuela—. Por otro lado, a quienes en unos meses volverán, esper

. Así concluye mi último día de cla

s me esperarán

o es momento de

añan afuera? —les pregunto mientras vacío mi casill

Britt—. Ya quisiera yo que

responde m

o es

lamos sobre el ultimo evento del día y el que, de

llegas a faltar a esta fiesta y te q

ier idiotez que pasa. En esta ocasión, para complacerlas, y para dejarme disfrutar un poco de la cotidi

anos—. Si llego tarde, es por la bienvenida a los nuevos

espués de las nueve yo misma iré a buscarte

más tarde, por lo que espero que a mi abuelo no se le ocurra ponerme obstáculos, cosa que nunca hace a propósito ya que me deja hacer lo q

tarde. A esta hora, a diferencia de cuando me trajo, el clima es tan fresco y agradable que mantengo la ventanilla abierta para dejar entrar la brisa.

e la

esta? —pregunta este al estacionar la

s mirándote como si fueras una

no me queja

o. Se lleva bastante bi

o bicicleta. Si yo pudiera elegir entre esos tres, preferiría tomar a uno de los caballos que ten

e un bosque —uno mágico, para variar—, donde yo misma cuidaría y jugaría con los animales, cosecharía y viviría grandes aventuras combatiendo a los magos oscuros que intentaran atacarnos. Mi imag

sque, está al lado de este. No tengo muchos animales, pero sí dos caballos a los

tada por mi "familia". Llegué a un lugar mucho me

ventanas grandes, algunos balcones pequeños en cada piso y, por supuesto, rodeado de flores que, junto con e

ick y a Chris viendo un partido de futbol. Esos dos son como tíos para mí, y en ocasiones a veces también como hermanos m

desde detrás del sillón. J

te fue en tu ultimo

vo que ayudarme a estudiar. Eso formó

is está demasiado concentrado en el p

rabaja con niños de primaria. Sería dive

que enseña, pues tiene un gran físico y mucho carisma. Chris, por otro lado,

el a

e que se averió. Espéralo arriba, con los nuevos inqui

a tiene otra sala, aunque esta es más sencilla, con libreros y una computadora que todos son libres de utilizar. Las habitaciones están hacia la derecha, sobre el comedo

pero amigable, y Chris. Este tiene un almacén sobre las habitaciones de abajo, donde guardamos todo tipo d

tá al fondo y a la izquierda. En este piso están los espacios más grandes, y uno de ellos posee una h

on una familia con unos dos o tres hijos que necesitan más espacio. En e

veces, un refrigerador mediano, una sala de estar acogedora, dos habitaciones y un baño. Las ventanas tienen alguna

anción alegre y vieja puesta como relleno, solía oler a manzana y canela por ese típico aromatizante que rociaba de forma religiosa cada día, y cómo olvidar su voz cant

con el corazón. La internaron por

spital que no fue procedida por ninguna otra—

n unos minutos —le respondí, usando todas mis fuerzas para no llor

usualmente—. Eres tan hermosa, Miranda, como una estrellita en la noche —dijo risueña—. Estos han sido lo

comentario, aunque quería ser sincero, no era creíble. Su corazón estaba dema

os. Una sonrisa tuya basta para poner a alguien feliz —evadió lo qu

de salir de mis ojos. No, Miranda, no

ba, y que en su memoria yo también lo he hecho. Me recuerdan a ella,

uier pensamiento triste. Me doy

no hay nada muy destacable. Me quito el uniforme y lo guardo en mi closet. Busco qué ropa ponerme y opto por un short vol

o estarán por su cuenta. La verdad me gustaría que fuese la primera opción, pues compartir con gente nueva es algo que de verdad me encanta. Si fuera así, nos acompañarían en n

o pegado a la piel. Cuando vivía con mis padres, solían alisármelo cada vez qu

i cabello, que no está tan rebelde gracias al acondicionador. Escucho l

le saludo cuando

taría ni a una mosca—. Qué bien que ya estés lista, justo venía a bañarme —comenta toman

s nuevos inquilinos? —le p

vaso en su lugar—. Marieta y Jullie están prepara

, y hago lo que

ble a sus 36 años, unos ojos azules preciosos y un cabello anaranjado largo y bien cuidado. Además, es abogada,

regaña ella, con su típico carácter fuerte—. Yo acabo d

ezcla de galleta

ocupadamente Jullie—. Lo imp

za—. Cierta, pero cliché. Si no lo

—se mofa

ocupaciones… Ah, y alguna vez fue bailarina de ballet, así que tien

ás ganas —complazco a Mariet

ríe, como si nunca m

a hora de aquí, yendo mucho más arriba de lo que estamos. Allí va la gente para hacer esquí. Ya que todavía no comienza la

a un trabajo como abogada

ordenamos todo, les explicamos las cosas básicas para empezar de forma tranquila y hablamos para conocernos

e vehículos se estacionan en frente del edificio, quienes son, por supuesto, la nueva familia. A pesar de que invitamos a todos en el edificio a recibir

uántos serán. A juzgar por el apartamento que eligieron, tal vez tengan dos hijos. Sería genial tener una amiga aquí, sin importar su edad. ¡Dios, por favor, que sea

e mucho, haciendo una expresión de felicidad tan dulce que solo con verla ya me agrada. El hombre

s dejo que mis compañeros sean los primeros en saludarlos con cariñosos abrazos y presentaciones, me que

o. Es alto, bastante alto, por lo menos si me le pongo a un lado, tiene el cabello castaño oscuro, la sombra de un bigote y barba no muy abundant

llos reciben mi saludo con afecto—. Me llamo Miranda Vander,

ice la mujer, mirándome con

ñosa, no nos la esperábamos —habla en general, viendo al grupo que los rodea—. Me alegra ver que nuestro

hecho, a sus espaldas, callado y sin ver a nadie. Al notar que lo tiene de

inúa—, es nue

dre, y entiende que debe decir algo. Yo, entre esos segu

cae como si tuviera yunques colgan

mi abuelo—. Vengan, siéntense para hablar un rato

antes, no queremos que se haga tarde y

emos con todo eso. Descansen del viaje —

s pequeño. Yo les ofrezco té o café, y los esposos optan por la segunda opción

ina. Allí hiervo agua y preparo café instantáneo. Las dos tazas, sus platos, el azúcar y la mi

ya hablan con total comodidad, como si se conocieran de toda la vida. Sí, definitivamente será divert

io solo ha dicho una

u taza de café entre las manos y dándole soplidos—. Trabajo, ruido, transito,

oco a poco. Cada quien cuenta brevemente sobre

ado y sin pescar una sola cosa de

ar, rodeado de gente que nunca ha visto. Acaba de dejar su vida anteri

s nuestro apartamento? —escuchar su voz entre el

hasta allá —asiente

ue mi nieta lo lleve, no

l hecho de que esa es una buena oportunidad para hablarle un po

haber olvidado mi nombre, cosa que no me s

. Y no, justo iba a s

seña para que me siga. Él duda un momento, y luego de que su padre le entrega un llavero en sus manos, se levanta y me acompaña. D

comienzo—, pero soy Miranda,

o de respues

, inco

e hable ni un poco. Me dirijo con él hacia la puerta

sí lo sea —todavía nada de su parte, está probando llaves para abrir la puerta—. Pero seguro que te sentirás bien aquí, puedes pasear a caballo, ir al rio, o al pue

mbro, abre la boca con

Descuida, no me duele demasiado" o un simple "Hasta

y en mi departamento, así que si te vas de una vez te lo agradecería —me quedo abismada ante su actitud—. No me duele la cabeza, solo era una excusa

era un chiste", pero no sucede. Él mantiene su sequedad y expresión de fastidio. El enojo y la vergüenza cre

tá hablan

as algo —señalo a mi puerta, con un tono

ra sin la menor fuerza. Solo yo sé lo terrible que me hicieron sen

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