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Solo Una Noche

Capítulo 2 Mi infierno

Palabras:2703    |    Actualizado en: 24/08/2021

Infi

A

edazos el cristal de la ventana que había detrás de mí. Cayeron algu

fruncí el ceño — ¿qué demonios está haciendo? — Rápidamente se puso de pie para dirigirse a mi lado, después d

madrugada, no entendía el porque si yo tenía trato con el jefe de su organización. Pero por supuesto que desp

a que fuéramos enemigos ya que yo les entregaba cargamentos de armas y drogas, como ello

a de metal que se encontraba a unos

a escalera y

pida idea —dijo —Mejo

sto. Este idiota siempre me lleva la

e detrás del contenedor, me pongo de pie para disparar. Distrayéndolos y tomándolos por sorpresa. Así f

nta de mi amigo y todos comienzan a tirarle disparos a él. Aprovecho que están concentrados en él y a

del contenedor y corro lo más deprisa que se hacer, subo las escaleras. Al l

e sigilosamente, veo cae

sin importarme q

En eso escucho unas pisadas y me giro rápido para dispararles h

en ese momento veo de reojo que vienen otros tipos subiendo las escaleras, tomó a mi amigo con el otro brazo y pa

que colgarnos de esa soga, el problema es que Iván no tiene muchas fuerzas en este momento ya que la herida

leja del lugar. Los hombres que subieron a la azotea nos disparan

arnos a subir, les paso el brazo de

da vez está más pálido, y sudando frío. Ha perdido mucha sangr

lo logramos como siempre, ya pronto estaremos en casa. —le digo al ver que sus ojos

da de eso. Y menos en este país, estamos fuera de Italia. Aquí en Rusia contamos con un servicio médico ilegal, pero como

hicieron una transfusión y como aun sigue inconsciente así lo llevaré al avión, en una de las camillas que tienen, mientras sigue

empleados de enfermería, le aseguro que le haré vol

ca de la camilla de Iván. Esto siempre ha sido así, cuando uno está entre la vida y la muerte cuidamos del uno

e sigue continuando. La diferencia entre Edgardo y su hijo es que él ya no puede andar en estos trotes como nosotros. Él se enc

n, el legado que dejó mi padre, naci para esto y es algo que no puedo dejar como si fuera un simple trabajo. Aparte es lo que más amo hacer, me gusta ver como derramo la sangre de mis enemigos, cuando corre por mis manos, y cuand

a mi adversario. Siempre he aprovecho cada instante de mi vida con lo que más me

sábados por las noches donde voy a tomar y a pelear. Las mujeres me sobran, cada día tengo una diferent

actividades favoritas. No me gusta repetirlo con la misma mujer, es raro que pase eso, no

la cama y tener sexo por solo una noche, si se da que bueno y si no ella se lo pierde. No me gusta rogar y mucho menos por polv

o estar aquí. Su única tarea es cumplir órdenes y su trabajo. Y aunque su labor fuera a la fuerza, yo

o a meterme con el personal que trabaja para mí, y más si son buenas en su trabajo, ya que si lo hago tendré que despedirla. Así que solo la ignoró, pero creo que

de dos horas, pide ag

ne sus ojos a mí. —No vuelvas hacer eso. Porque s

—responde con dificultad, es

e puño en su pierna, ya que

uía desnudo de la cintura para arriba —Si lo hiciste para seducir al persona

ara seducir a una mujer, solitas caen con so

diota engr

n suerte para atraer al sexo

ta sus bragas mojadas deben estar —hace un movimiento con la cabeza hacia la cabina dond

ienso del perso

polvo y listo, no le v

contigo. —resoplo cuando mi celular vibra en mi bolsillo del pantalón. Y me vuelvo a ver sin la pr

s que tengo en Nueva York, la matriz de mis empresas está en ese país y otros asuntos de la organización DM. E

ía, un poco antes de mi adolescencia ya me había enseñado a usar las armas y a pelear. Todo eso ya lo sabía desde mi niñez, yo mismo me peleaba en el colegio con otros compañeros, es algo que traigo en la sangre. Mi madr

r el hijo mayor. Y quedando de toda la mafia italiana, mi tío nunca estuvo conforme con lo que su padre dicto, por eso siempre los odio. Siempre hubo rivalidad entre ellos y ahora la había entre Bruno y yo, mi primo. Es un poco

ta yo le parto toda su estúpida cara. Se lo merece a puño por seguir metiéndose conmigo. Y sobre los negocios, ya nos han jugado varias veces mal, como su padre, Gio

no sea Iván y Edgardo. Los que han estado duran

a? —pregun

ario que viaje urg

all

—Pero esta vez te

es ir solo. Alguien de nosotros te

o y con un gesto molestia —Además no tengo de otra formar, Leo y Enzo

nces

quieres ir a trabajar —lo fulminó con mi mirada —Cu

ue un roce, ya dije

NO, ¿piensas desobedece

r tu espalda, es mi trabaj

sirves de nada, solo estorbarías —le digo de esa

da, no que tu cuides la mía —gruñe molesto, se que esta enojado con sigo mismo —

e eres el mejor sicario del continente Europeo y de América, yo soy muy bueno con los pu

ho, con los pu

sumir. Ya que sino te quitaría título —le guiño un ojo y se le borra

ez seria sin mi gente de confianza. Llevaré conmigo a mi mejor soldado, Franco el que siempre andado a mi la

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