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Socios Y Rivales

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Capítulo 1 El regreso de Ethan Madinson

Palabras:9349    |    Actualizado en: 10/08/2021

ofrecerle siempre y cuando pudiese hacerse cargo de dos de sus sucursales de mobiliaria para oficinas en la ciudad metropolitana y en el norte grande de Chile, son

sus oficinas mobiliarias en Chile, reconocía su talento artístico, pero también su gran habilidad matemática y lógica; el alto sentido común y su entereza para lograr lo que se propone. Él mismo se lo demostró cuando a los diecisiete años empacó maletas y un bolso gigante con todos l

de encontrar a su mejor amiga y llevársela con él. Lo habría hecho de n

s de clase desde que se fue de manos con el Benjamin Arrieta, el petulante hijo de un consorcio Brasileño después que insultase a su amiga por asistir a un colegio municipal y n

llegar a ese nivel, el punto más codiciado por un tutor y un estudiante. El premio era una merecida beca para la Universidad que cubriría desde los calcetines hasta el gancho que usase en su cabello, además todos y cada uno de los gastos administrativos y de hospedaje durante la corta vida universitaria. Una gran oportunidad para lo cual su amiga hab

multitud que salía para alinearse al paso de su amiga, meter su pierna y empujarla con un disimulo enfermizo para lanzarla de bruces al pavimento, ¡era lo último! Ethan no lo pensó para lanzarse contra él en med

atando su bienestar. Volteó l

No todos los ricachones tienen cerebro, recuérdalo muy bien. Tu posición económica solo f

u padre y abuelo, siempre mirándola al frente mientras él jugaba con un móvil propio de su época, un nintendo o leía un libro, temeroso de que su mamá descubriese que habría ensuciado su impecable traje, mientras él se divertía ella trapeaba, recogía maderas y cargaba muebles con su padre. Curiosamente lucía muy feliz. En algunas ocasiones la observaba acomodarse los guantes gruesos para levantar trozos de metal galvanizado que pronto su padre emplearía para fabricar mobiliaria para el hogar. También era habilosa con las computadoras a pesar de que no solía jugar con videojuegos, la muy astuta supo ganarle en una ocasión en que la reto a un combate virtual. Debió ser muy talentosa porque escuchaba a los vecinos comentar sobre los mejores promedios del colegio municipal del barrio. Por dato curioso ella solía llevarse el

a al colegio en donde asistía, sabía que era u

*

Y no volvió a saber de ella hasta que esa tarde del mes de enero d

vían a la vida al tacto de su instrumento. Sus ojos negros brillaban como dos piedras de azabache y su lampiño rostro de rasgos rectos ansiaban encontrarse frente a frente con la mujer que había adquirido casi el total de las acciones de Mueble M&T. Su Familia tuvo suerte de quedarse con unas cuantas acciones, y no iba a renunciar a ellas por nada del mundo. Claro, que Ethan Madinson no las necesitaba. Su propia fortuna podía triplicar esa empresa, pero lo intrigaba descubrir las razones por las que su mejor amiga de la adolescencia y p

apí

on Hafid Abdallah nunca le permitió fraternizar más allá de la acera del frente de su negocio, desde donde la contemplaba cada vez que podía. Había llegado a Chile por las referencias de una amiga de su esposa, la madre de Abir. Carolina mantuvo años de comunicación alimentando una amistad de infancia que realmente duró lo que duran los tulipanes en florecer. Una amistad que para la señora Taylor era muy valiosa. Cuando su esposo perdió parte de su dinero en una mala inversión, su amiga comenzó a distanciarse. El trámite migratorio llevaba su tiempo y sin un documento de residencia que respaldará sus actividades las vicisitudes crecieron. La amiga quien antes apreciaba empezó a justificar sus ausencias hasta reprocharle que con su llegada estaba poniendo en riesgo el bienestar de su familia. El último de sus préstamos no pudo ser cubierto dentro de las fechas estimadas y el cobro consecuente de su amiga los estaba enloqueciendo, a tal punto que la señora Taylor cayó en profunda depresión y consideró el suicidio como parte de su salida. Una tarde recibió una llamada de su antiguo empleador en Londres, era el momento de recibir su viejo pago, pero debía ser transferido a una cuenta bancaria y sin documentación le era imposible contar con la apertura de una, así que invitó su amiga a casa. Quizá, está vez pudiese ayudarle. Su visita y trato frío y distante le entristeció. Incluso dudó en solicitar su apoyo. Pero no contaba con nadie más. Mantuvo la mirada fija en el cristal de la ventana y por intervalos sacaba las manos de los bolsillos del pantalón para acariciar la cortina traslucida que según ella misma, había cocido, bordado y atada con bellos lazos de satén para su arribo. Era su forma de darle la bienvenida. Ese gesto le llenó el alma como tanto se llena el estomago de un hambriento vagabundo con tan solo un t

*

ecipitó a contarle sobre la pérdida de su documento. Sin duda alguna la señora Taylor se sintió sin salida. Los negocios no resultaron como esperaban, los gastos los atormentaban, el arrendatario estaba molesto por los tres meses de atraso, su dispensa estaba vacía y el alma se le iba cada vez

dió las manos y las volvió a hundir en los bolsillos traseros del jeans—debo tramitar un nuevo documento amiga y has de saber lo difícil que es

ento y solo volvió en sí tras unos segundos. Sonrió de nuevo, como siempre trató de sonreír. Ni los ladri

s qué hacer, bien tu sabes que todo lo hago con tu run. Compras en el superme

rresponda, de lo contrario amiga, te comen los interés, y no me gustarí

dicarte. Es solo que, ¿recuerdas que te comenté que t

jeans para retomar la sutileza de la

nta para transfer

n momento estaban acunadas en unos parpados achinados, se dilataron.

Da mi número de cuenta

ló con tal vigorosidad que sintió cómo se h

te has quedado sin run. Sin eso no puede hacer

*

solo guían al sendero de la luz sino que además brin

*

luso cuando ella cumplió los quince años se atrevió a visitar a Don Hafid

tinuó atornillando y ensamblando el mueble que

Don Hafid dejaba el destornillador eléctrico para escucharlo. Ver

qué to

ermite, es

critorio—¿Tú sabes que mi hija está amparad

de la religión Drusa, no veo nada de malo

muchacho? — Sonrí

los hombres no de

res un buen muchacho y también que eres el único amigo de Abir que no he podido espantar, ni siquiera con el cuento de haber amputado el brazo de uno que osó a tomar su mano —Ethan paso pasó un grueso tra

mpro

erá la esposa de un

escena y saborear la ansiedad que

no mer

ieres de

ser la esposa de alguien quien la

silencio ralentizo el tiempo— Lo mejor es que te marches y olvides por com

sta entonces vendré a conversar de amor y compromis

y en día no sabe como hacer perdurar el amor por una mujer —Respiró profundó para serenarse— más, el amor de un hermano, ese amor, sí perdura. El amor

a Abir don Abdallah, mientras uste

uebles. «¿Cómo llegó ella a ser dueña de casi toda la empresa?» Es algo que no dejó de preguntarse. No lo comprende., pero ¿Dedicarse a los negocios? ¿Y con tantas empresas en el mundo fijarse solo en la de su familia?... Nunca dudo de sus capacidades. Jamás. Recuerda con gracia la vez que en resolvió en menos de cinco minutos el cubo de Rubik 3 por 3. Lo resolvió con una gracia y una soltura única, como si lo hubiese hecho muchas veces antes. Sonrió complacida y alzó los hombros demostrando

*

guir. No sabía nada de estilos, así que le pidió a una de sus clientes quien con el tiempo había terminado siendo parte de la familia, la importante ayuda. Vistió como una princesa, zarcillos de plata con shawrosky, era lo más hermoso y al alcance de su bolsillo, hasta un delicioso perfume de niñas le compró para la ocasión. Su traje fue elegante y de buen valor, no lo volvió a usar hasta que su hija se había coronado en al mercado de los muebles. Fue el día en que la compra de las acciones de M& T se habrían concretado, realizadas de forma anónima y a cargo de un abogado de confianza. Realmente su presencia física no era frecuente. Implementaba equipos de supervisión remota en cada una de las plataformas de su negocio. Bastaba un móvil, un teclado y la conexión con un empleado de confianza para solventar y ejecutar acciones. En lo personal no se le conocía pretendientes. Sus padres se habían retirado de los negocios y gracias a todo el amor dado en su infancia ellos disfrutaron del descanso tan merecid

rma impaciente entre su mano y el traje de confección italiana. Su calzado importado hablaba de su estatus y algunas mujeres mayores y no tan jóvenes lo miraban indiscretas observando su atuendo y su belleza masculina. Una figura de Adonis. De ángel en la tierra. Una vez recuperado su equipaje se retiró rodándolo de medio

su amor platónico, ese que si

ero cabelludo y una rara cicatriz en una de sus orejas, que prefirió no cuestionar; usaba gafas correctoras de marca y vestía tan elegante como siempre lo hizo.

a atención de los demás invitados: niños de su edad que ansiaban una pieza de baile. Ella no se apartó del lado de su padre y tampoco le sonrió a ninguno. Solo a él. A Ethan Madinson. También fue a él a quien le concedió el primer baile y el último. Resulta que uno de los invitados a la fiesta quiso sacar a relucir los fondos con los cuales habría adquirido su traje y esto la hizo enardecer tanto que luego de respirar una profunda bocanada de aire argumento argumentó tener sus reservas financieras menos públicas que las suyas. Una respuesta muy tenaz para una niña de su edad. Orgulloso de ella la invitó al parque en un costado del jardín. Su padre quien había escuchado la sabia respuesta se quedó

nuestra humilde morad

allero. Es muy hermos

reo—se sonrió mientras veía a

propia. ¡Salud estimado Madison Fuller! — extendió la copa al aire y esta vez bebió u

o más serio—nuestros hijos se

es una dimensión ajena a

ones nunca se une

dimensiones tienen sus propios

cierta. Mate

, caballero —en ese preciso instante pasó un mozo con una bandeja de plata y sobre ella dejo

ue su hija haya escogido y se retiró con la postura de un rey camino a

para darle vuelta y cuando la vio su alma se le hizo pedazo. Una masa de pastel cremoso y crema chantillí con lo que parecía restos de helado con lluvia de maní se chorreaba desde el cuello de su hermoso vestido hasta el ruedo de su falda. Su padre se inclinó aturdido, boquiabierto, mirando a todos lados, pero ningún niño parecía importarle lo que a su hija

er momento del pastel y lo llevó al interior de la casa. Ese fue el peor de los cump

eo había sid

*

que tu hermana, la Vanessa l

iera porque sabía que su padre nunca nos había vi

e no la

se echó a reír de b+uena buena gana mientras se aflojaba el nudo de la corbata. Su amigo encendió el equipo de

s mejorado tus gustos. ¡Vaya, realmente me hizo recor

núas con esa bobería de conocer

nahoria. Sí, ni tú ni nadie puede negar lo int

es la profesora en casa

ra profesora

adre era titulada en su país de origen, pero nunca

more que le hizo emitir un grito que acopló con el coro

sta alcanzar el ícono del volumen en el tablero digital y el volumen subió hasta las nubes. Il Vollo con su melodía se dispersaba al paso veloz del au

do— ¿No me digas que además de venir a quitarle dos de

e. — y volvió a encender el equipo con

comerse esa manzana, ¿Lo

ercó hasta el oído de su amigo, palmeó su brazo y le dijo: Yo

pecialmente el rostro de su propia madre. Ethan continúo cant

e por qué cuando hablo, solo hablo de ti. Dime por qué cuando creo, creo solo en ti. ¡Grande Amore!!! Dime que estás, que mi amor siemp

e echó a reír. Con la canción de Il Vol

*

ue aumentase la adrenalina hasta en un monaguillo de iglesia con solo palpar la tapicería sedosa de sus asientos. Ascendió un pequeño muro en la entrada con una suavidad de pluma se deslizo en una rampa interna que los condujo hasta uno de los “hangares” típicos para esas naves terrestres con las que un país entero podría

ducido, ¿No?—palmeó su hombro y haló su cabeza pa

la pelirroja y tres pequeños diablillos dando brincos de un lado a

urre? ¿Yo? ¿El distinguido y rápido

ndo el mismo solterón g

os brazos en los espaldares del mullido sofá de tres puestos—Esta es mi humilde casa de citas, mi morada y sitio de

inguna te

egundos un caballero estaba allí para atenderles con el más fino y delicado traje de etiqueta. Pronto la mesa fue serv

e no deseas

aspiran llenar sus cuentas bancarias con mi dinero.

? No sé, una más virtuosa para las arte

, ¿Cómo tu

portafolio y se reclinaba a sus anchas en el sofá frente a

uando fue niña, ni siquiera lleva coletas y tiene unas piernas,

profundas líneas de expresión en el ceño que para su amigo Fabián resultaban irreconocibles. Supo entonces que la conversación no

ras lascivia alguna ni supos

Diez? ¡Olvídalo amigo! Si estás soñando con comerte ese pastel de ni

tomó su portafolio y regr

acabas de llegar…Comamos algo y luego t

n tenemos asuntos pendientes de nuestra juventud. Además aún no se ha casad

ioso? Sí, esa máquina en la que hemos llegado a casa. Te apuesto a que ese pastel se lo co

a sábana con la prueba de su honor? ¡Estás loco! ¡Compórtate como un caballero si no te vas quedar calvo com

Tiene más hombres de seguridad q

ue soy socio

a ganado la fama de ser la Tirana. Sí. Como la Tirana de Tum

esiste a mis placer

e un ademán de arlequín y dijo: —¡Eso

te máquina de ruedas y se retiró c

miso, me ll

mientras se servía otra copa de licor y lo vio desaparecer entre el garaje y el

do y solo se despidió con un

olitana, desde allí podía contemplar el cielo nocturno de un Santiago Veraniego calcinado por las altas temperaturas y reverdecidas por la i

ensar en el mañana, después de t

lvió con sus típicos cisnes de papel con las declaraciones de amor. Deseaba besar sus labios sonrosados. No sabía besar. Era un niño tonto. Tímido y torpe que nunca se hubiese atrevido a besarla tal como su amigo Fabián solía enseñarle cada vez que ponía el espejo en sus labios empinados en medio de un sonido que siempre le pareció estruendoso. Ethan solo deseó rozar sus labios. No era como su amigo. A sus trece años, Fabián se jactaba de haber toc

a las instalaciones de

ir, su contador y si corría co

rs messieurs,

s manos suaves, ahora no requerían tipiar u organizar asambleas. Su cabello había dejado de ser dorado para convertirse en una maceta

odioso saludo francés que activó los recuerdos de su infancia en dond

pación y ambos acordaron el porcentaje de las acciones adquiridas por la señorita Abir Abdallah Taylor, que juntas correspondían a un cincuenta y cinco porcie

erle un respetuoso ofrecimiento a usted

ampiño, oloroso a perfume costoso y con unos marcados bíceps bajo los pliegues de su camisa importada, Su gabardina colg

rable merece un descanso—sin parpadear lo escudriña con la mirada al tacto del frío cristal que sirve de mesa— por eso es que le ofrezco la

una mano joven lo retuvo en el asiento. El abogado tomó la pala

n solicitó

z de hacer él cada vez que ella solicitaba ayuda. Aún recuerda la estruendosa sirena de los bomberos y su familia exquisita haciendo el gran escándalo por los pinchazos de su hijo. Lo lamentó mucho. Esa tarde no pudo cenar y solo se tranquilizó cuando dos días después lo vio asomarse a través de la misma ventana del despacho con la nariz cubierta de venditas y los párpados hinchados. Se preguntó si todavía seguía siendo el

su apellido Madinson bailoteó entre sus dedos antes de reposar sobre el cristal de la mesa—La razón de asistir a esta reunión era la de adqu

zo que jamás ameritó fondos familiares para impulsar sus pasos —Su mirada fija hizo que las pupilas de Ethan se dilatarán como las de un felino—Ser un emprendedor hoy má

. Madinson Fuller puede manejar la cifra que considere acert

n pesado norte—dijo Abir con un dejo de soberbia en su faccion

de las nuestras

anzas. Evaluaremos y proyectaremos la nueva visión y misión de Muebles M&T en base al flujo de caja que el administrador en curs

posesión de la gerencia. Estoy ansioso por iniciar con nuestra sociedad. —Ahora era él quien

nsidero esto, el fin de la sesión. De

donde, la señorita Abir había subido. No dejó de cuestionar su destino y verla delante de él, con los mismos pasos de gacela, con las caderas contorneadas, su cintura, sus glúteos redondos tras la tela de gabardina, sus tacones delgados de algún diseñador francés y ese cabello tan sedoso cayendo en bucles perfectos por el dorso de la espalda. Se sacudió la antigua imagen de niña de caderas

s cisnes, aviones y tortugas de papel; las redes sociales y el whats app mantiene un margen de tre

e había ofrecido contratar a Ricardo Arjona —su cantante preferido—para hacerla fe

usted y de su repertorio de violonchelo además de su marca personal y sus prósperos

értigo a sus pies, él la sostuvo y el ascensor se detuvo en un piso, número tres, en donde

onmigo está noche. Necesito hablar de pliegues de papel, colmenas de abejas, pedir d

te comportamiento como acoso y has tenido mucha suerte de que prescindiera de mi escolta en este viaje. Además, de lo que hablas son solo trivialidades de muchachos —dijo ella indifere

ierno agita hasta remove

ncreto. Resbaladizo, peligroso. Se debe andar

e todas esas trivialidades nuestras hasta llegar a temas de adultos, decirle a esa niña, lo hermosa que se veía y q

ijo así mismo y deseó poder tener la oportunidad de besarla en la intimidad de la noche y perfeccionar las técnicas de seducción bajo su falda que el Fabián siendo un mozuelo le habría instruido. Era todo un hombre y ella toda u

e la mirada fija de Ethan. Oprimió con

cenar en mi

cepto cenas pri

i. Te invitó a cenar en el mall, un c

y segura que no correré peligro, pero lo la

a las 20:00 horas y cenamos en mi departamento. Los

Carolina Herrera. Su piel expelía un delicado aroma a rosas fr

hay mucho de qué habl

a baja. Ella descendió altiva y él permaneció en el habitáculo metalizado. Oprimió el número co

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