Cassiopeía Orwell y la piedra filosofal
a cama estaba bien tendida y ni siquiera había un solo rastro de la niña que habitualmente dormía en esas cuat
r Sn
cidí ir sola, ya que usted no es mi padre y no tendría por qué acompañarme a real
D. S. (Cassiopeía Metis O
has palabras. Podría haberse embriagado con Whiskey de Fuego o reportar su desaparición a los Aurores. Pero, decidió hacer la más efectiva; ir al Caldero Chorreante y tr
escapista, nadie lo hacía enfure
hecho la tarde anterior, para experimentar y en cuánto supo que dicha poción le había funcionado; se preparó temprano en la mañana, para salir del barrio londinense hacía el Cald
ncontraba el Caldero Chorreante, escondido cómo siemp
.. Que todavía no tenía, Cassiopeía se dio un golpe en la cara a causa de la frustración por su propia estupidez. ¿Cómo era posible que se hubiera olvid
¿no es así? -preguntó, una
deada en su alargado rostro. A su lado, se encontraba un chico unos centímetros más alto que el primero, de ojos azules, cabello rubio oro y con ropa parecida a la de su amigo; au
bía que se necesitaba tener una varita para poder
rrastrada-. Te ayudaremos a entrar. Mi nombre es Brian Lestr
se abriera, revelando todo un pueblo mágico. Había miles de tiendas, desde librerías, artículos para Quidditch y lo más importante, la tienda de varitas Ollivander's, para al fin obtener dicho objeto. Aunque, sabía que primero debía ir al Banco de Gringotts, a retirar parte del dinero que sus padres le habían dejado en su
a? -preguntó Matt Burkes, sostenién
a niña, mientras Brian Lestrange; se tapaba la cara c
s. Está chillaba y gritaba que la soltara, dando patadas y en un punto, hasta mordidas. Hasta que, Cassiopeía tuvo
incipio, enana -dijo Matt, mien
r, chicos -dijo Cassiopeía,
que se armó de valor para traspasarla. Vio a miles de duendes, trabajando en banquillos y atrios altos. Fue hasta el que se encontraba al final de un largo pasillo; mientras tembl
ro -pidió, o mejor dicho ordenó
ojos entre cerrados y el
a, por favor -pidió,
illo las tres llaves y
an el duende abrió los ojos com
-dijo el duende, un tanto nervioso-. Iré a hablar
n duende con anteojos y cabellera entrecana
s Slytherin? -preguntó el du
jo la niña pelirroj
al -respondió, mientras hací
s antigua y alejada de otras familias. Cassiopeía iba un tanto nerviosa, era la primera vez que hacía algo cómo esto y para empeorar la situación no tenía idea de cuánto
. Apiladas en grandes torres. Cassiopeía quedó estupefacta por segunda vez ese día y a
s dos, señorita Orwell-Drakonis Slytherin? -preguntó
ada cámara -dijo la niña, provocando que a
guntó de nuevo el duende, un tanto p
o estoy -espetó la
a siguiente, sacaron la cantidad correspondiente y se fueron a la última. Después de sacar la cantidad que la heredera de las casas Orwell Drakonis Slytherin había pedido. Salieron de los túneles en dónde se encontraban y Cassiopeía sa
? -les preguntó, de man
le respondió Matt, cansinamente-. Pero, cómo me has
gar en dónde estaba hacía medio segundo atrás, ignor
as para Hogwarts y de paso, puedes decirnos tú nombre -dijo Brian,
ijo, omitiendo deliberadamente sus otros
isa encantadora-. Te acompañaremos a la tienda de Madame
que seguía Burkes, dejando a Cassiopeía en tercer lugar. Caminaron unos cuántos tram
explotarle el corazón, era emocionante
preguntó Lestrange, sonri
te su atención, era prácticamente de la altura de Cassiopeía y tenía unos lentes redondos, el pelo le iba para todas direcciones y estaba un poco encrespado. A su lado, estaba un niño de cabello platinado, que Cassiopeía reconoció al ins
hí enfrente está mi primo Draco Malfoy y no quiero que esté me vea porqué les dirá a mis tíos y cómo que e
de su casa y que cuando veía potencial con respecto a poder en una persona, no se detenía hasta que dicho sujeto alcanzaba todo lo que se proponía. Sabía que la mirada calculadora en los ojos de Matt sólo podía significar una cosa, estaban viendo a su primer y única alumna. Desde el curso anterior, tanto Matt Burkes y Brian Lestrange; junto a Natasha (Gryffindor, segundo curso) y Lucille (Ravenclaw, segundo curso) Bagshot; acompañadas por Niko Dolohv (Slytherin, segundo curso), Alex Mulcillber (Hufflepuff, segundo curso), Walter Scamander (Hufflepuf
rdo, te
nte-. Pero, no importa en qué casa quedes; debe
u cuerpo; mientras que Matt fingía ver unas túnicas de gala. Cuando vio que el platinado salía de la tienda y que el chico de lentes también se iba, suspiraron aliviados... Hasta que, Rubeus Hagrid; el guardabosques de los terrenos de Hogwarts, vi
l pobre chico en un fuerte abrazo-. Que gusto verte
t -dijo, trayendo al otro,
Matt, con su típi
estado
dulce-. Por cierto, quiero presentaros a Harry Potter; querido
erlos -respondió Ha
Potter-replicó Matt, con una
rian, tratando de que no sé notará su nerviosi
cas esparcidas cómo polvo para hornear, junto a unos ojos azules eléctricos que brillaban por la curiosidad que le causaba el gigant
Harry la miraba, con un brill
do sus pensamientos -. Esté de aquí es Harry,
emblando de los nervios. Y sus miradas se cruzaron po
un rubor brillante cubriendo sus pál
ctricidad recorriera su columna vertebral. Por la cara de Harry, él tenía exactamente la misma sensación; no supieron cuánto tiempo tuvieron sus m
l -respondió, con las mejillas
xtraña-. Nos encantaría quedarnos a charlar, pero debemos irnos
con su típica sonrisa bonachona-.
arry Potter, con sus o
Cassiopeía, con una pequeña sonr
Ollivander's, el creador de cualquier tipo de varita. Cassiopeía sintió la emoción reco
remos -dijo Matt, queriendo ev
ompañaríamos hasta dentro de
y formuló la palabra "traidor" con sus labios. Brian
-preguntó Cassiopeía, un poco molesta p
niñata altanera -le respondi
ta hacía la ofensa de Matt-. No entiendo cómo alguien t
tras está se resistía con ahínco. Al entrar al lugar, Matt se encontraba hablando amenamente con Ollivander, que lo veía con cierto apreció e
tros-dijo Ollivander, de forma fluida y sin ninguna vacilación en sus palabras, entonces volteó hacía el otro chico en la habitación-. Ma
e, quitando su tercer apellido de manera co
hacía la trastienda a buscar una caja con la primer varita de prue
tela -ordenó Ollivander,
án al mismo tiempo. Se escuchó un audible bufido de indignació
-dijo Cassiopeía, u
ones tuyas -le responde
orio -replicó Brian, mirando a
stantes -canturreó, con una
de atrás y volvió con otra caja, la s
a ordenar, con
osión que provocó un desprendimiento de una parte del techo d
licó Ollivander, medio impresionado; ya que ninguna de l
arte Brian y la vergüenza infinita de Cassiopeía, el dueño de l
ve, por favor -pidió Ollivander, inte
exactamente en el lugar en dónde se encontraban sus acompañantes. Haciendo que ambos chicos, a
o Ollivander, sacándosela de las manos
con delicadeza. Cuando la niña tuvo el objeto entre sus dedos, sintió cómo sí una corriente de poder saliera de su cuerpo y flu
lo reacciona a la voluntad de su dueño. Espero que le dé un gran uso, señorita Orwell. Sólo una vez he oído hablar de otra varita
usted, Cassiopeía Orwell-Drakonis... Después de todo, Salazar Slytherin hizo cosas increíb
ti -dijo Matt, con malicia, aunque; también intentando desv
Brian, con frustración-. Deja
por ir refunfuñando contra Matt, no pudo
ducadamente, tratando de
eía Metis -replicó Severus Snape, con su típico tono ronc
everus la sujeto por los hombros y los desapareció a ambos. Luego de un instante, se materializaron dentro del Ca
?, mi cabeza hubiera colgado del Ministerio de Magia si te hubiera ocurrido algo. Albus Dumbledore fue a nuestra casa en cuánto escapaste, las protecciones de la casa le avisaron que saliste sin mi compañía. El mismísimo ministro Cornelius Fudge vino a la Hiland
ancia, la altanería y su valentía se habían esfumado para dar paso a lo que e
-dice Cassiopeía, con
ó sus brazos, para recibir a Cassiopeía entr
lágrimas de la niña-. Te prometo la mascota que
r, sabiendo que Severus Snape la seguiría. Al volver a la pared, se encontró con la familia Malfoy,
Malfoy, con su característica costumbre de arrastrar las
melosa; aunque sabiendo que
Manor en navidad, deberás ayudar a los elfos domésticos en las cocinas. Y vet
-. Cassio ya dijo que lo siente, ¿no podrías repens
ento dentro del castillo, te firmaré el permiso para que puedas tener
su tía Narcissa intentó intervenir; pero, sabía que cuando se le metía algo en la ca
y Blotts -intervino Severus, para salvar a la niña-. N
s que Cassiopeía le sacaba la lengua disimuladamente. Snap
peía? -preguntó Snape, esperando que la niña c
peía, provocando que Snape se ahogará co
s libros basta con 300 galeones, lo que te quedé de la compra de los libros y el pago de tú mascota junto a su co
seguir el paso apretado de Snape. Pararon después de un tiempo,
Severus, mientras la niña sacaba la car
neces
disponer de un ejemplar
ntario de Hechizos
de la Magia, Ba
gica, Adalb
ciones para principi
hongos mágicos
iones Mágicas,
os y Dónde Encontrar
na guía para la autoprot
os en los estantes mientras canturreaba una canción de las Brujas de Macbeth, bajo de las grandes escaleras al escuchar ruido en la entrada. Cuando vio que un hombre de nariz aguileña, vestido compl
preguntó, mientras dejaba un
engo a retirarlos; porque lo
chica fue hacía la trastienda y regreso
e el paquete con una sonrisa; mientras esté ase
s pasos y llegaron a la tienda de mascotas. Cassiopeía entró con entusiasmo, buscando entre los pasillos la sección en dónde se encontraban l
elinos. Snape arrugó la nariz al ver que se trataba de los asquerosos felinos, aunque;
untó el murciélago de las mazmorras, esperan
de la niña. Así que, fue hacía el hombre que atendía la tienda de mascotas y
ía la tienda-. Los gatos son conocidos por ser caprichosos, pero
extra por la comida para el nuevo integrante de la calle La Hilandera, sa
e la casa, bajo la atenta mirada de halcón de su guardián. El sol empezaba a ocultarse, era 20 de Junio de 1991 y mientras Severus Snape se encerraba en su despacho a corregir trabajos, Cassiopeía abría uno de sus paquetes y sacaba Una historia