Renacida, el tío de mi ex me reclamó.
a vendas sin lavar, cuero y el distintivo sabor metálico de la sangre. El hip-
alijo de Pelayo. El tipo en el mostrador, un peso pesado retirado con
pas una uñ
cambió a un par de leggings gastados y una camise
era calmante. Por encima, por debajo, a
ó al sac
ó un
us músculos se habían ablandado durante sus tres años como esposa trofeo. La pelea en el callejón había sido pura adr
s dientes
pe
a v
pe
r en sus músculos era bueno. Era real. Significaba que estaba viva. Se centró
s, la puerta del
r -Under Armour, pero la línea cara. Sus zapatillas eran de un blanco inmaculado. Te
ino de Eliseo Abrojo. E
sada, Julio había coqueteado con ella en una
scando un entrenador. Sus
saco. Apreció la curva de su cintu
poniendo su mejor s
lar junto a su saco-. Estás golpeand
etuvo. Jab.
be -dijo,
o se
creo haberte vi
cupada -
ostumbrado al rech
batido de proteínas. Pareces
nguantada. Se giró para enfrentar
onarte la muñeca si golpeas el saco con
parp
do boxeando durante
sacos de boxeo -dijo Alba-. Tu vendaje está demasia
taba siendo sermoneado por una
aré este saco más fuerte de lo que tú jamás podrías. Si
blanco. Comenzó a de
lgo co
cinco años! -p
dije.
presumir. Quería impresionar a l
o su peso en él, su forma descuidada, sus pulgares
lp
R
fue el saco.
su mano contra su pecho. Se dob
Recogió su b
dije
lado hacia e
io, con lágrimas en
Alba por encima del hombro-. Y dile a tu tío
olvidando el dol
onoces a
ió. Desapareció
o, acunando su muñeca hinchada. Buscó su tel
seo? -gim
la voz de Eliseo era
mpí la muñeca. Y... conocí a una muje
lencio al
ela -dij
no sé, como si estuviera mirando a
nido que podría ha
Eliseo-. Enviaré a Sepúlveda a
ir? -preguntó
a dejarlo todo por una mu
¿
s a ver... no